En Colombia Petro es el nuevo presidente, un político de origen popular y de izquierda ¿Qué cambiará en América Latina?

Gustavo Petro Urreg, un tímido exguerillero que creció en pequeños pueblos colombiano, es el nuevo presidente de Colombia. Colombia nunca estuvo dirigido por revolucionarios como México o Bolivia, o por movimientos populares como el peronismo en Argentina. Tampoco por un socialista como Salvador Allende en Chile. Los políticos reformistas de izquierda que estuvieron cerca de llegar al poder fueron asesinados. Sus magnicidios desataron olas de violencia.

El país ha tenido por décadas la democracia y la economía más estables de América Latina. Pero una porción cada vez más grande de la población ha desarrollado una antipatía feroz hacia la clase gobernante. La culpan por los repetitivos conflictos armados y por una de las sociedades más desiguales del mundo.

La abstención en Colombia siempre ha sido alta. Hay millones de personas que, por décadas, se han rehusado a participar del sistema electoral. Por eso se dice que la democracia colombiana es un «orangután de sacoleva», un monstruo elegante, vestido con chaqué. El sacerdote y defensor de los derechos humanos Javier Giraldo va más allá y la denomina una «democracia genocida».

Gustavo Petro, el primer presidente progresista de Colombia

Gustavo Petro ganó la segunda vuelta de las elecciones y se convirtió en el presidente más votado en la historia de Colombia. Además, este economista y exguerrillero, de 62 años, será el primer mandatario con un programa progresista. Su rival en los comicios, el independiente Rodolfo Hernández, reconoció la derrota. Mientras, el actual jefe de gobierno, Iván Duque, felicitó al presidente electo.

Este resultado fue sorpresivo para muchos analistas. Petro ganó ampliamente la primera vuelta electoral, al frente del Pacto Histórico. Sin embargo, la alianza entre los candidatos de derecha perdedores con Hernández parecía suficiente para derrotar, por tercera vez, al líder progresista, en la segunda vuelta. Esta vez no sucedió así. Petro, junto a su vicepresidenta Francia Márquez, convenció al voto juvenil. El binomio logró la cifra récord de 11,2 millones de votos, el 50,57 % de los que se presentaron. Hernández quedó en el 47.16%.

Petro formó parte de la guerrilla colombiana, en los años ochenta del siglo pasado. Luego, tras entrar en la política, ejerció como senador. Además, fue alcalde de la capital del país, Bogotá, entre 2012 y 2015.

En la victoria de Petro se combinaron varios elementos. Colombia atraviesa por un fuerte proceso de descontento social, con grandes protestas que estallaron en varias partes del país, entre 2019 y 2021. El ahora presidente electo prometió en su campaña que realizará grandes reformas políticas, sociales y económicas. Petro ha reconocido que quiere paz y equidad para su país. A esto se agrega que colocó en el centro de su programa las políticas sobre el medio ambiente.

Sus críticos aseguran que Petro convertirá a Colombia en la nueva Venezuela y habrá fuga de capitales y personas. El político ha tratado de apartarse de las posiciones más izquierdistas, para disminuir los temores alrededor de su figura. Además, estableció alianzas con políticos tradicionales. También aseveró que no va a expropiar propiedades, ni tampoco crecerá la inflación ni el déficit.

Otro de los movimientos decisivos de Petro fue elegir a Francia Márquez como compañera de fórmula. Esta abogada tuvo una gran influencia para convencer a las mujeres, a los jóvenes y, especialmente, a las comunidades afrocolombianas.

¿Cómo la Petrofobia se convirtió en un factor en la contienda?

En una segunda vuelta, tan importante como el voto a favor de uno de los dos candidatos, es el voto en contra del otro. Lo que puede ser clave de nuevo en las elecciones presidenciales de Colombia de este domingo.

La impresión generalizada es que nada está escrito todavía en la carrera entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández. Estos son los dos sobrevivientes finales de una competencia brutal de varios meses en la que docenas de personas buscaron la presidencia de ese país. Esto con las elecciones en su recta final de cara al voto de segunda vuelta el 19 de junio.

El triunfalismo que parecía mostrar Petro en ciertos momentos de una campaña en la que casi siempre lideró en las encuestas dio paso a la aceptación. Esto por el hecho de que una serie de obstáculos se le atraviesan en su aspiración presidencial.

Además de pocos tan formidables como la animadversión que su nombre genera entre muchos votantes y dirigentes de otras fuerzas políticas tradicionales en Colombia. Y eso está haciendo más complejo para los petristas el trabajo de buscar alianzas por fuera de su movimiento. También que le permitan ampliar la base de los casi 8 millones y medio de votantes que conquistó en la primera vuelta el 29 de mayo.

Petro fue el más votado en primera vuelta y busca ser el primer presidente de izquierda y progresista del país

Mucho se ha escrito acerca de cómo Petro y Hernández, cada uno a su manera, rompieron la tradición de moderación y centrismo. Esta en buena parte caracterizó a la política colombiana por décadas. Ambos tienen personalidades fuertes que rompen con los moldes tradicionales, fascinan a sus seguidores y horrorizan a sus opositores. Pero especialmente Petro también ha tenido dificultad para obtener la aceptación de las jerarquías de varios de los partidos políticos. En especial los centristas, que este domingo podrían darle la mayoría en la segunda vuelta.

Lo que Petro despierta entre sus contrincantes puede ser fobia irracional, o legítima oposición política. Eso es objeto de discusión. Pero nadie puede ignorarlo. Gustavo Petro ya se ha acercado más al poder que cualquier otro candidato izquierdista en Colombia. Está por verse aún si podrá dar el paso final este 19 de junio, para júbilo de sus seguidores y pavor de sus opositores.

La dificultad de la izquierda llegar al poder en Colombia

La dificultad de la izquierda llegar al poder en Colombia

La oposición es eliminada con plomo

Sin embargo, la clase gobernante suele jactarse de tener una de las democracias más estables de la región. Porque, así como no hubo revoluciones ni socialismos, tampoco hubo regímenes autoritarios que coartaran el voto.

Los colombianos que votaron casi siempre eligieron las opciones conocidas del establecimiento. Eso se debe, según los expertos, a que la cultura colombiana fue, al menos hasta finales del siglo XX, muy conservadora.

Lo atribuyen a tres cosas: una economía cautelosa sin grandes saltos de consumo, crecimiento o apertura. La influencia de la Iglesia en la educación y el Estado, que solo se declaró laico hasta 1991 y la ausencia de migración externa.

Gustavo Petro, desde su paso por el Congreso hasta ahora, ha sido uno de los principales artífices de esta reconstrucción electoral. Ahora es favorito para ser presidente.

La historia hace que muchos incluso piensen en la posibilidad de un nuevo magnicidio o un golpe de Estado. Otros creen que han pasado muchos años: que Colombia, el país donde nunca gobernó la izquierda, ha cambiado.

Colombia suma 80 activistas sociales asesinados en 2022

Colombia es un país en donde la paz sigue siendo un sueño. Se firman acuerdos de paz, se desmilitarizan miles de uniformados y disminuye significativamente la violencia relacionada con el conflicto armado. Pero las buenas noticias duran un año, dos, o quizás tres. Esto porque de repente se disparan los asesinatos, las masacres y el desplazamiento forzado y masivo de la población civil.

Desde el 1 de enero han sido asesinados 80 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos en Colombia. Esto además de 20 excombatientes de las FARC firmantes del acuerdo de paz que hay que sumar a los 300 asesinados en los últimos cuatro años. Al mismo tiempo se han producido 40 masacres (así se denomina al homicidio simultáneo de tres o más personas) que suman más de 150 muertos.

Ni siquiera el largo confinamiento de ocho meses en 2020 por el impacto de la pandemia influyó para que la violencia disminuyera. Al contrario, 2020 fue un año extremadamente violento con 91 masacres y 381 muertos en 66 municipios del país. La violencia continúo en 2021 con otras 96 masacres y 338 víctimas, según cifras recogidas por el Instituto de estudios para el desarrollo y la paz.

Asesinados sin respuestas

Según la policía, el docente y líder indígena del pueblo Murui, Edison Gómez Ortiz, fue baleado en el departamento de Caquetá. Edison se desempeñaba como docente en Peñas Rojas, Caguan, y fue asesinado el 31 de mayo después de ejercer como jurado de votación en Coemaní. Respecto a los datos del Instituto para el Desarrollo y la Paz, “el líder fue hallado muerto luego de que grupos armados amenazaron a la comunidad. Esto para prohibirles la participación como jurados de votación en las elecciones del pasado domingo 29 de mayo”.

Además, Carlos Garay, secretario Técnico de La Comisión de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas, alertó sobre la situación. “Elevamos ya la denuncia pública porque este sector del río Caquetá, es un estado independiente donde el verdadero Estado no hace presencia”, afirmó.

Hasta el momento ninguna autoridad se ha pronunciado al respecto. Tampoco se conoce respuesta por parte de Unidades de investigación de la fiscalía general de la Nación, por los hechos ocurridos contra este líder indígena.