La región latinoamericana vive un escenario crítico en materia de ciberseguridad. En apenas un año, los intentos de estafas digitales mediante mensajes falsos crecieron un 140%, según el más reciente informe de Kaspersky. Esta cifra no es anecdótica: revela un ecosistema en el que los delincuentes digitales han encontrado terreno fértil para expandir sus fraudes. Solo en los últimos doce meses se registraron 397 millones de bloqueos de phishing, una cifra que ilustra la magnitud del problema.
La tendencia no se detiene. En total, los especialistas documentaron 697 millones de ataques de phishing en Latinoamérica, lo que equivale a 1,326 intentos por minuto. Brasil, México, Perú, Colombia y Ecuador encabezan la lista de países más atacados, aunque el crecimiento más acelerado se observa en naciones como Bolivia, Perú, Argentina, Guatemala y el propio Brasil, con aumentos que van del 267% al 400%.
Deepfakes y deepvoice, el fraude con rostro humano
Las estafas tradicionales basadas en correos electrónicos sospechosos o mensajes de texto han evolucionado. Hoy los ciberdelincuentes aprovechan la inteligencia artificial para fabricar trampas mucho más convincentes.
Las herramientas de deepvoice y deepfake permiten recrear voces e imágenes de celebridades con un nivel de realismo que engaña incluso a usuarios experimentados. Estos contenidos falsos suelen difundirse en redes sociales y presentan supuestas oportunidades para invertir en juegos o plataformas digitales que prometen ganancias rápidas. El truco es simple: convencer a la víctima de registrarse y, luego, exigir un depósito inicial a través de transferencias bancarias o sistemas como PIX en Brasil.
La sofisticación de estas técnicas amplía el alcance de las estafas, ya que no solo manipulan información, sino también emociones y confianza.
El dominio “.ai”: una nueva máscara para el engaño
Otra táctica que gana terreno es el uso de sitios web con la terminación “.ai”, originalmente asociada a la isla de Anguila. La popularidad de la inteligencia artificial llevó a muchas empresas legítimas a registrar páginas con esa extensión. Los delincuentes aprovecharon la tendencia: ya se han identificado más de 4,000 sitios falsos en la región que usan esta terminación para hacerse pasar por marcas o servicios confiables.
El engaño funciona porque muchos usuarios relacionan automáticamente “.ai” con innovación y tecnología. Esa percepción positiva abre la puerta a que los fraudes se disfracen de modernidad.
La industria del phishing es barata, escalable y creativa
Una de las razones por las que estas estafas no disminuyen es su bajo costo de operación. Con unas pocas herramientas de inteligencia artificial, los delincuentes pueden producir cientos de mensajes, audios o videos en cuestión de minutos. Además, la distribución a través de redes sociales reduce los riesgos para los atacantes y multiplica la velocidad de propagación.
El fraude digital, a diferencia de otros delitos, no requiere presencia física ni inversiones mayores. Es un negocio rentable, ágil y en constante mutación.
Cómo evitar caer en la trampa de las estafas digitales
Aunque el panorama parezca sombrío, existen medidas prácticas que reducen de manera significativa el riesgo de ser víctima de estas estafas:
Desconfiar de lo demasiado bueno
Promesas de grandes descuentos, ganancias rápidas o beneficios gratuitos son los anzuelos más comunes. Si parece demasiado perfecto, probablemente sea falso.
Verificar los detalles
Revisar con cuidado la dirección del remitente y del sitio web. Los errores ortográficos, los nombres genéricos o la ausencia del nombre oficial de la institución son alertas rojas.
Cuidado con redes sociales
Las publicaciones patrocinadas pueden ser engañosas. Muchos deepfakes circulan de esta forma para atraer clics y obtener datos personales.
Confirmar por otro canal
Si recibes un mensaje sospechoso de un remitente legítimo, verifica su autenticidad mediante una llamada o un correo alternativo.
Proteger dispositivos
Mantener actualizado el software de seguridad en computadoras y móviles es esencial. Las herramientas de protección detectan y bloquean intentos de phishing antes de que el usuario caiga en la trampa.
La clave es la atención y prevención
La realidad latinoamericana demuestra que los ciberdelincuentes no descansan y que las estafas digitales evolucionan al mismo ritmo que la tecnología. Deepfakes, dominios engañosos y mensajes persuasivos seguirán circulando mientras exista una oportunidad de negocio.
La defensa más efectiva sigue siendo una combinación de educación digital, desconfianza saludable y herramientas de protección tecnológica. Estar atentos y prevenidos no solo protege el bolsillo, sino también la identidad y la reputación de cada persona en el vasto territorio digital.