Estados Unidos atraviesa un momento singular en su historia económica. Nunca antes había existido un número tan alto de fortunas superiores a los mil millones de dólares. El conteo más reciente habla de 1.135 personas en esa categoría, una cifra que supera con amplitud los 927 registrados en 2020. En apenas cinco años, el mapa de la riqueza extrema cambió de manera significativa y abrió un debate sobre concentración, desigualdad y poder.

Un patrimonio que desafía la imaginación

Las fortunas de este selecto grupo suman alrededor de 5,7 billones de dólares. Para entender la magnitud basta imaginar operaciones concretas. Con esa cantidad sería posible financiar los estudios completos de un millón de jóvenes en Harvard con alojamiento y un estipendio adicional. También alcanzaría para adquirir empresas globales como McDonald’s, Delta Air Lines o Ford, con miles de millones aún en reserva. La escala es tan abrumadora que escapa a cualquier comparación cotidiana.

Una elite de milmillonarios concentrada en pocas manos

Dentro de este club, el peso de los más poderosos es aún mayor. El centenar más rico acumula 3,86 billones de dólares, lo que equivale a más de la mitad del total. Tres nombres emblemáticos, Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, reúnen casi un billón. La distancia entre ellos y el resto ilustra cómo la concentración se intensifica en la cima de la pirámide.

California, Nueva York y los lugares inesperados de los milmillonarios

California lidera el ranking con 255 milmillonarios, un reflejo del dinamismo tecnológico y del sector del entretenimiento. Nueva York se mantiene como capital financiera y social del dinero. Sin embargo, no todo ocurre en grandes ciudades. Algunas fortunas se esconden en pueblos diminutos como Winifred en Montana, con apenas 172 habitantes, o Ridgeland en Mississippi. La riqueza extrema no siempre se exhibe en rascacielos, también habita en comunidades donde nadie la espera.

Entre herencias y nuevos negocios

El origen de estas fortunas es diverso. Un tercio corresponde a herencias, lo que evidencia la fuerza de los legados familiares. Cinco empresas concentran cincuenta herederos cuyo patrimonio colectivo ronda los 830.000 millones de dólares. El resto proviene de sectores clave como la banca y las finanzas, que aportan cerca de 300 milmillonarios, la tecnología, con 110 representantes, y los bienes raíces, con alrededor de 75. Wall Street y Silicon Valley continúan siendo los pilares de la riqueza estadounidense.

Los rostros latinos de la abundancia

Cada vez más empresarios de origen latino aparecen en este escenario. Orlando Bravo, nacido en Puerto Rico, es uno de los grandes referentes a través de su firma Thoma Bravo, que gestiona más de 180.000 millones en activos. Jorge M. Pérez, argentino-estadounidense, se ganó el título de rey de los condominios en Miami y combina negocios inmobiliarios con filantropía artística.

Los hermanos Alejandro y Andrés Santo Domingo, herederos de un emporio cervecero colombiano, hoy diversifican inversiones en finanzas, cultura y medios. Arte Moreno, de ascendencia mexicana, hizo historia como primer dueño latino de una franquicia de Grandes Ligas al adquirir Los Angeles Angels. Estas trayectorias confirman que el universo milmillonario se diversifica y refleja también historias de migración y adaptación.

Filantropía entre dudas y compromisos

Desde 2015 los milmillonarios estadounidenses han donado o prometido alrededor de 185.000 millones de dólares. La educación y la investigación médica se han llevado casi la mitad de esa suma. La Universidad Johns Hopkins ha recibido más de 7.500 millones, con aportes destacados de Michael Bloomberg. La Gates Foundation y Gavi, la alianza para las vacunas, figuran entre los principales beneficiarios. Sin embargo, un cuarto de la lista ha aportado menos de un millón en toda una década, lo que genera cuestionamientos sobre la verdadera dimensión de su compromiso. Casos como los de Bill Gates o Warren Buffett, que firmaron acuerdos para entregar la mayor parte de su fortuna, contrastan con otros de bajo perfil filantrópico.

Milmillonarios, una tendencia que no se detiene

Las cifras varían según la fuente. Forbes contabilizó 902 milmillonarios en 2025 con un patrimonio conjunto de 6,8 billones, mientras que otras metodologías identificaron más de 1.100. Las diferencias estadísticas no cambian el mensaje central. La cúspide del dinero crece y se expande. La riqueza ya no se limita a los magnates visibles de la tecnología o a los herederos de marcas globales. También está en pueblos pequeños, en industrias tradicionales, en nuevos fondos de inversión o en empresarios latinos que ganan protagonismo.

El fenómeno plantea preguntas incómodas. Qué significa para la democracia que unas pocas manos manejen cifras equivalentes al PIB de países enteros. Cómo impacta en la movilidad social que tantos patrimonios sigan vinculados a herencias familiares. Y hasta qué punto la filantropía sirve como contrapeso real a una concentración que no parece detenerse. La era de los ultrarricos define el presente económico de Estados Unidos y probablemente marcará su futuro inmediato.