La Feria Internacional de La Habana no suele ser un espacio para grandes giros. Sin embargo, esta vez ocurrió algo distinto. En apenas unos minutos, el Gobierno cubano abrió el mayor paquete de flexibilizaciones para los que buscan invertir en Cuba desde la aprobación de la Ley 118. No fue retórica. Fue un movimiento directo hacia lo que el país necesita con urgencia: divisas, producción y un ecosistema de negocios capaz de funcionar con menos fricción y con más realismo.
2026 llegará con un marco regulatorio más permeable, y eso cambia las reglas para cualquiera que evalúe invertir en Cuba. El discurso oficial ya no se limita a atraer inversiones “estratégicas”; ahora se habla de simplificar, abrir, permitir y acelerar. Y, sobre todo, de quitar trabas que durante años frenaron proyectos que nunca pasaron del PowerPoint a la vida real.
Un nuevo mapa regulatorio para invertir en Cuba
Hasta ahora, cada inversionista tenía que sortear un laberinto normativo. Desde 2026, con la actualización del Decreto 325 y sus resoluciones complementarias, el proceso debería transformarse. La decisión más simbólica quizá sea la eliminación del viejo estudio de factibilidad —ese documento extenso, costoso y rígido— para sustituirlo por un plan de negocios más dinámico y alineado con las prioridades del país.
Los organismos tendrán solo siete días para validar o responder una propuesta. Si no lo hacen, la solicitud se considera aprobada. En Cuba, donde un trámite podía dormirse durante meses, esto equivale a un pequeño terremoto.
Cambios que afectan directamente al inversionista
Cuentas bancarias en el exterior: una puerta que siempre estuvo cerrada
Por primera vez, las empresas podrán abrir cuentas bancarias fuera de Cuba para manejar ingresos externos. En un país donde el sistema financiero opera bajo tensiones severas y restricciones de liquidez, esta medida es quizá la más atractiva para el inversor tradicional. Reduce riesgos, mejora la transparencia operativa y, sobre todo, da margen para sostener los flujos de caja sin depender del vaivén interno.
Comercialización mayorista sin restricciones
Los negocios con capital extranjero podrán vender mayorista —incluso en divisas— a cualquier actor económico. Esto cambia de forma radical la lógica de operación porque elimina la barrera histórica que impedía a una empresa extranjera interactuar directamente con el sector privado cubano. A partir de 2026, esa frontera desaparece.
Flexibilidad laboral real
Una de las barreras más criticadas era la contratación obligatoria a través de una entidad empleadora estatal. Desde el próximo año, el inversionista podrá contratar directamente o, si lo desea, mantener al empleador estatal. Además, se permitirá el pago de gratificaciones en divisas con respaldo en utilidades. Esto puede reducir la fluctuación laboral, un problema persistente en sectores como el turismo y la industria.
Operar en pesos cubanos… y también en divisas
El Gobierno aprobó un esquema financiero diferenciado que permite a los inversionistas operar en moneda nacional y en divisas según la naturaleza del negocio. Esto reconoce oficialmente lo que ya era evidente: la economía cubana funciona en múltiples monedas, y los proyectos deben adaptarse a esa realidad.
La medida encaja con la prioridad de atraer divisas frescas, sea mediante exportaciones, comercio electrónico, cadenas globales de valor o servicios especializados.
Energía, logística y hotelería: sectores que se redibujan
Los inversionistas podrán comprar combustible en divisas y también importarlo si hubiera desabastecimiento. En un país donde la energía es uno de los mayores cuellos de botella, esta decisión apunta a destrabar operaciones industriales y logísticas.
Las compañías extranjeras que tomen en arrendamiento instalaciones hoteleras adquirirán automáticamente la condición de inversionista con todas las prerrogativas de la Ley 118. Es un fast track: la gestión puede comenzar en apenas 60 días. Con el turismo todavía lejos de niveles prepandemia, La Habana apuesta por atraer operadores con estándares internacionales.
Uso de instalaciones subutilizadas
Cuba abre la puerta para que el capital extranjero reactive fábricas, centros productivos o inmuebles estatales que hoy están detenidos o trabajan por debajo de su capacidad. Este es uno de los cambios más pragmáticos del paquete: aprovechar lo que ya existe.
Más oportunidades y menos diferenciación
El Gobierno anunció que los cubanos residentes en el exterior tendrán el mismo tratamiento que cualquier otro inversor extranjero. No es simbólico: durante años fueron vistos como un caso aparte, con más restricciones que facilidades.
A la par, la Cartera de Oportunidades se amplía a 426 proyectos, 35 de ellos en la Zona Especial de Desarrollo Mariel. El énfasis está en alimentos, cadenas exportadoras, energía, biotecnología y negocios intensivos en conocimiento.
2026: un año para observar y valorar si vale la pena invertir en Cuba
Cuba necesita alrededor de 5.000 millones de dólares anuales en inversión. Está lejos. Pero el país está girando su timón regulatorio con una claridad que hacía tiempo no se veía. Las medidas no garantizan que lluevan inversiones, pero sí desmontan —al menos sobre el papel— varias de las paredes que bloqueaban el flujo de capital.
Lo que viene en 2026 es un ensayo crucial. Será el año para comprobar si este paquete de flexibilizaciones se traduce en negocios reales o si queda atrapado entre la burocracia y la crisis.
Para los inversionistas, la pregunta ya no es si Cuba quiere abrirse. La pregunta es si, esta vez, lo hará lo suficientemente rápido como para competir por un capital global cada vez más exigente.
