La banca islámica, conocida en Marruecos como banca participativa, ha encontrado terreno fértil para crecer en los últimos años. Su principio fundamental —rechazar el cobro de intereses y evitar negocios especulativos— ha sido muy bien acogido por la población. Sin embargo, esta expansión no ha sido lineal. Entre luces de progreso y sombras estructurales, el sistema financiero islámico marroquí enfrenta una encrucijada: consolidarse como una vía sólida de desarrollo o permanecer como un experimento de nicho.

Crecimiento sostenido pese a trabas estructurales

El desempeño de los cinco bancos islámicos autorizados en el país ha sido positivo, a pesar de limitaciones como la escasa liquidez y los persistentes retrasos en el desarrollo de productos complementarios como los seguros takaful o los bonos islámicos (sukuk). Un síntoma del atraso es que desde 2018 Marruecos solo ha emitido un sukuk soberano. No obstante, el anuncio reciente del gobernador del Banco Central, Abdellatif Jouahri, sobre una próxima emisión ofrece señales de reactivación.

Reformas legales y voluntad política: el tándem necesario

El avance de la banca islámica ha sido posible gracias a reformas legales que abarcan desde la actualización de leyes fiscales hasta modificaciones en decretos del Banco Central. Pero los expertos advierten que el impulso normativo debe ir acompañado de una decidida voluntad política. La falta de un mercado monetario paralelo basado en sukuk, por ejemplo, impide una gestión de liquidez eficaz y limita la autonomía del sistema participativo.

Riesgos por falta de ahorro

Uno de los puntos más sensibles es la escasa movilización del ahorro nacional. Aunque los préstamos otorgados por los bancos participativos ascienden a 35.000 millones de dirhams, el volumen de ahorros depositados apenas supera los 12.000 millones. Esta brecha amenaza con convertirse en un riesgo estructural, especialmente si no se diseñan incentivos reales para canalizar el ahorro popular hacia estos instrumentos.

El rol clave del sukuk en la arquitectura financiera islámica

El sukuk no es solo un “bono halal”; representa una vía legítima y estructural para fortalecer la liquidez del sistema. Su emisión permite que los bancos participativos accedan a recursos de forma coherente con los principios islámicos, sin recurrir a instrumentos convencionales que violan sus reglas doctrinales. La posibilidad de lanzar un nuevo sukuk este año puede marcar un punto de inflexión, no solo en términos de liquidez, sino también en la consolidación de un ecosistema financiero alternativo en el país.

Datos que revelan el potencial y la fragilidad de la banca islámica

Hoy, los bancos participativos representan apenas el 2% de los activos totales del sistema bancario marroquí, cuya dimensión completa ronda los 1,9 billones de dirhams. Aun así, el interés por la financiación islámica en sectores como el inmobiliario va en aumento, con un crecimiento interanual del 15,4%. Este dato demuestra que hay una demanda latente, aunque todavía lejos de alcanzar una masa crítica.

Mirando hacia 2030: banca islámica e infraestructura nacional

Marruecos se prepara para acoger la Copa Mundial de Fútbol de 2030 y eso exige inversiones millonarias en infraestructuras. Aquí, la banca islámica puede jugar un papel relevante si se modernizan los instrumentos financieros y se acelera la integración de nuevos productos como el alquiler financiero y la participación empresarial. Estos mecanismos, ya previstos por la sharía, podrían canalizar recursos hacia la construcción de carreteras, aeropuertos y otros proyectos estratégicos.

El sistema financiero islámico marroquí no puede permitirse el lujo de ignorar la transformación digital. La captación de jóvenes inversores y clientes pasa por incorporar tecnologías modernas, servicios bancarios móviles y plataformas digitales adaptadas a una nueva generación con expectativas distintas. La inclusión financiera y la innovación son, en este sentido, desafíos compartidos con la banca convencional, pero con una complejidad añadida: deben ser compatibles con los principios religiosos.