Un nuevo informe alarmante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha revelado que en 2023 el desperdicio de alimentos fue el 19% de todos los producidos en todo el mundo, lo que equivale a 1.050 millones de toneladas métricas. Esta cifra asombrosa resalta la necesidad urgente de abordar este problema que tiene graves consecuencias económicas, sociales y ambientales.
Un despilfarro inaceptable en medio de la inseguridad alimentaria
Lo más indignante es que este desperdicio de alimentos masivo ocurre mientras 783 millones de personas en el mundo padecen hambre crónica y un tercio de la humanidad enfrenta inseguridad alimentaria. Es simplemente inaceptable que se desperdicie tanta comida cuando tantas personas luchan por sobrevivir.
El informe, titulado «Índice de Desperdicio de Alimentos», fue producido conjuntamente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización caritativa Waste and Resources Action Programme (WRAP). Su objetivo es medir el progreso de los países hacia la meta de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para 2030.
Los hogares, principales responsables del desperdicio de alimentos
De acuerdo con el informe, los hogares son los principales responsables del desperdicio de alimentos, representando el 60% del total. Esto significa que, en promedio, cada persona desperdició 79 kilos (174 libras) de comida al año, equivalente a 1.000 comidas por día. Esta cifra es verdaderamente alarmante y refleja la necesidad de sensibilizar a las personas sobre la importancia de reducir el desperdicio de alimentos en el hogar.
Además del impacto social y económico, el desperdicio de alimentos tiene un impacto ambiental devastador. La producción de alimentos requiere recursos como tierra y agua, y genera emisiones de gases de efecto invernadero, particularmente el metano, un potente gas al que se le atribuye el 30% del calentamiento global desde la era preindustrial.
De hecho, la pérdida y el desperdicio de alimentos comprenden entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero después de China y Estados Unidos.
Colaboración y acción sistémica, la clave para el cambio
Abordar este problema no será fácil, pero es crucial para garantizar la seguridad alimentaria y proteger el medio ambiente. Como señaló Clementine O’Connor, una de las autoras del informe, «es un problema complicado, pero mediante la colaboración y la acción sistémica, es un problema que puede ser encarado».
Se necesitarán esfuerzos coordinados por parte de los gobiernos, las empresas, las organizaciones no gubernamentales y los consumidores para implementar soluciones efectivas. Estas soluciones pueden incluir campañas de concientización, mejoras en la gestión de la cadena de suministro de alimentos, donaciones de excedentes alimentarios y la promoción de hábitos de consumo más sostenibles.