A pesar de que España ha superado varios obstáculos económicos y ha dejado de ser vista como la «oveja negra» de Europa, el país aún enfrenta retos significativos en 2025. Un crecimiento sólido, niveles récord de empleo y una baja presión inflacionaria son motivos de optimismo. Sin embargo, desafíos estructurales y coyunturales podrían frenar el avance de la economía española.

1. La crisis de la vivienda: un freno al empleo y la movilidad laboral

El acceso a la vivienda es uno de los principales problemas que afecta tanto a la sociedad como a la economía española. La falta de oferta suficiente y los precios desorbitados dificultan la movilidad laboral y la incorporación de nuevos trabajadores, esenciales para sostener el crecimiento económico.

El déficit de viviendas públicas en España asciende a unas 600,000 unidades, según estimaciones del Banco de España. A pesar de los esfuerzos del Gobierno, que planea construir o poner a disposición 180,000 casas, la brecha es enorme. Esto genera tensiones sociales y económicas que dificultan atraer talento a las zonas con mayores oportunidades laborales. Además, la falta de inversión en este sector clave se traduce en un desempleo estructural que duplica la media europea.

2. Inestabilidad política y parálisis en las reformas estructurales

El panorama político español se encuentra en una situación de bloqueo que dificulta la implementación de reformas esenciales. Mientras otros países europeos avanzan en legislación clave para garantizar su competitividad, España enfrenta divisiones internas y presupuestos prorrogados.

Reformas necesarias, como la financiación autonómica y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pymes), se retrasan debido a esta falta de consenso político. Según expertos, esta parálisis institucional no solo afecta la convivencia social, sino que también limita la inversión y la productividad.

En un entorno de crecimiento económico favorable, desaprovechar la oportunidad para abordar estos problemas estructurales podría ser un error costoso.

3. La baja productividad y la falta de inversión tecnológica en la economía española

La productividad sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes de la economía española. A pesar de un repunte en la última década, el país sigue rezagado en comparación con la media europea. Entre 2013 y 2022, la productividad laboral en España creció un 0.4% anual, frente al 0.8% del promedio de la Unión Europea.

Este estancamiento se debe, en parte, a la baja inversión en tecnología y sectores intensivos en conocimiento. Mientras otros países priorizan la transformación digital y las tecnologías de la información, España muestra una menor presencia de estas actividades. Además, la incertidumbre regulatoria, como el debate sobre la reducción de la jornada laboral, afecta la toma de decisiones empresariales.

El resultado es un círculo vicioso donde la falta de claridad normativa frena la inversión, y la falta de inversión limita la productividad.

4. La presión fiscal y los compromisos con Bruselas

El marco fiscal español es otro punto crítico. Aunque el Gobierno ha logrado que Bruselas permita mayor flexibilidad en el gasto para 2025, los compromisos de consolidación fiscal siguen siendo una preocupación.

En este escenario, los esfuerzos actuales para contener el déficit y la deuda pública son insuficientes. A partir de 2026, se requerirán ajustes más drásticos, lo que podría impactar en la economía y la sociedad.

5. La integración de la economía española en una Europa en crisis

Aunque España ha demostrado ser más resiliente que algunos de sus vecinos europeos, su economía está inevitablemente ligada a la de la Unión Europea. La debilidad económica de Alemania, la inestabilidad fiscal de Francia y el deterioro generalizado de la productividad en el continente son riesgos que no pueden ser ignorados.

A nivel global, la amenaza de una guerra comercial liderada por Estados Unidos bajo un gobierno de Donald Trump podría generar turbulencias adicionales. En este contexto, España tiene la oportunidad de fortalecer su posición apostando por las energías renovables y la atracción de industria extranjera. Sin embargo, esto requiere reformas estructurales e inversiones estratégicas que aún no están plenamente consolidadas.

Economía española, una ventana de oportunidad

A pesar de estos desafíos, España se encuentra en una posición única para aprovechar su actual crecimiento económico y fortalecer su resiliencia frente a crisis externas. Las altas tasas de ahorro familiar, el bajo endeudamiento empresarial y el repunte del turismo son factores que brindan margen de maniobra.

Sin embargo, los expertos coinciden en que es crucial actuar ahora. Resolver problemas estructurales como el acceso a la vivienda, la productividad y la estabilidad política no solo mejoraría la competitividad del país, sino que también garantizaría un crecimiento más inclusivo y sostenible en los próximos años.

El 2025 es un año de retos, pero también de oportunidades. España debe decidir si los aprovecha o si, por el contrario, permite que los obstáculos actuales lastren su prometedor futuro económico.