En apenas cuatro años, Brasil ha pasado de ser un laboratorio digital a convertirse en un referente mundial en sistemas de pago. El responsable de esta transformación se llama PIX, un mecanismo de transferencias instantáneas, gratuito y universal creado por el Banco Central de Brasil. Y sí, lo que en un inicio parecía una innovación más en el ecosistema fintech, hoy es motivo de tensión geopolítica.

PIX no solo está cambiando cómo se paga en las calles de São Paulo o Recife. Está cuestionando todo el andamiaje sobre el que se construyó el sistema financiero global. Tanto así, que incluso el Premio Nobel de Economía Paul Krugman se preguntó si Brasil había inventado, literalmente, “el futuro del dinero”.

Del éxito local de PIX al conflicto global

Lanzado en 2020, PIX permite realizar transferencias en segundos usando solo un número de identidad o un código QR. Su adopción ha sido meteórica: el 76 % de la población brasileña ya lo utiliza, más que cualquier otra forma de pago. El efectivo cayó al 68 %, frente al 83 % que representaba apenas en 2021. Las tarjetas de crédito, con sus comisiones de entre 2 % y 4 %, simplemente no pueden competir.

Pero este éxito doméstico ha despertado incomodidades en Washington.

Trump amenaza con represalias: ¿defensa o proteccionismo?

La administración de Donald Trump ha lanzado recientemente una investigación comercial contra el sistema PIX, alegando que podría estar afectando la competitividad de empresas estadounidenses. Aunque no se ha mencionado directamente, las sospechas recaen sobre gigantes como Visa y Mastercard, que dominan el mercado de pagos con tarjeta y han empezado a perder terreno en Brasil.

Este movimiento ha sido interpretado en Brasil como una agresión directa. El rechazo del gobierno brasileño ha sido inmediato, y también popular: miles de usuarios y medios de comunicación han salido en defensa del sistema nacional. No es para menos. Para muchos brasileños, PIX no es solo una herramienta útil, sino una forma de inclusión financiera que ha permitido a millones de personas operar sin depender de la banca tradicional.

PIX, un modelo abierto que incomoda

A diferencia de los sistemas tradicionales de pago que buscan rentabilidad por transacción, PIX fue diseñado por el Estado para ser un sistema abierto, gratuito y controlado por el Banco Central. La Federación Brasileña de Bancos lo ha defendido públicamente como una plataforma que “favorece la competencia” y que “no es un producto comercial”.

La comparación con Zelle, su par estadounidense, es inevitable, aunque injusta. Zelle está limitado por bancos privados, no es universal, y depende de estructuras costosas. PIX, en cambio, ha sido abrazado por todos los actores del ecosistema brasileño: desde fintechs hasta bancos tradicionales, pasando por mercados informales y vendedores callejeros.

“El correo electrónico del dinero”

Para Ralf Germer, CEO de la fintech PagBrasil, lo que ocurre es simple: innovación vs. estancamiento. Germer critica abiertamente la postura de EE.UU. y compara la situación con otra revolución tecnológica: “Decir que PIX es competencia desleal es como decir que el correo electrónico lo fue para el correo físico”.

Su empresa incluso ha dado un paso audaz: permitirá a turistas brasileños usar PIX en ciertos comercios en EE.UU., una iniciativa que demuestra la capacidad de este sistema para expandirse fuera de sus fronteras.

Lo que está en juego: el poder de definir las reglas

El conflicto no es técnico. Es estratégico. Si un país emergente logra construir una plataforma de pagos eficiente, incluyente y masiva, sin depender de las grandes multinacionales, entonces el modelo tradicional se tambalea. Y con él, la hegemonía económica que por décadas han mantenido Estados Unidos y sus empresas.

PIX no es perfecto. Pero es una amenaza real para quienes han dominado las reglas del dinero digital. La reacción de Trump es un síntoma de algo más profundo: el miedo a perder el control sobre la infraestructura financiera global.

¿Qué sigue?

Brasil no parece dispuesto a retroceder. Ni sus instituciones ni su gente. La defensa del sistema ha unido a banqueros, tecnólogos y ciudadanos. Lo que comenzó como una política monetaria inteligente se ha convertido en una declaración de independencia digital.

PIX es más que una herramienta. Es un símbolo. Y quizá, como dijo Krugman, sí sea el primer borrador del futuro del dinero.