En los últimos años, el panorama de las criptomonedas en América Latina ha experimentado un cambio significativo. Mientras que Bitcoin solía dominar el mercado, un nuevo actor ha emergido como protagonista: las stablecoins, en particular el Tether (USDT). Este giro refleja las complejas realidades económicas de la región y marca una nueva era en la adopción de activos digitales.

USDT, la nueva estrella del mercado latinoamericano

El Tether (USDT) se ha convertido en la criptomoneda más utilizada en América Latina, superando incluso a Bitcoin. En 2024, más del 40% de todas las transacciones con criptomonedas en la región involucran a esta stablecoin. Este ascenso meteórico no es casualidad, sino el resultado de varios factores económicos y sociales que han llevado a los latinoamericanos a buscar alternativas a sus monedas locales.

La inflación como catalizador

La inflación persistente en varios países de la región ha sido un impulsor clave en la adopción de criptomonedas, especialmente de stablecoins. A diferencia de Bitcoin, cuyo valor puede ser volátil, las stablecoins ofrecen una estabilidad atractiva al estar ancladas al dólar estadounidense. Esto las convierte en una herramienta ideal para proteger los ahorros de la devaluación de las monedas locales.

Remesas y comercio transfronterizo

El uso de USDT también se ha visto impulsado por el mercado de remesas, particularmente en países como México y Colombia. Las stablecoins ofrecen una forma más rápida y económica de enviar dinero a través de las fronteras, evitando las altas comisiones y los largos tiempos de espera asociados con los métodos tradicionales.

El mapa cripto de América Latina

La adopción de criptomonedas en América Latina no es uniforme, y cada país presenta sus propias particularidades:

Brasil lidera la adopción de criptomonedas en la región, impulsado por su gran economía y una regulación favorable. El país ha sido pionero en la creación de un entorno regulatorio propicio para las criptomonedas, incluyendo experimentos con una versión digital del real brasileño.

Argentina, con su historial de inestabilidad económica, ha visto un aumento significativo en el uso de criptomonedas. La reciente aprobación del uso de Bitcoin para contratos oficiales bajo el gobierno de Javier Milei ha dado un nuevo impulso a la adopción cripto en el país.

México y Colombia han visto un crecimiento en el uso de criptomonedas, impulsado en gran parte por el mercado de remesas. La tecnología blockchain se está utilizando cada vez más para facilitar transferencias internacionales de forma más eficiente.

Mientras, en El Salvador, a pesar de ser el primer país en adoptar Bitcoin como moneda legal, El Salvador ha enfrentado desafíos en la implementación generalizada. La adopción ha sido menor de lo esperado, lo que subraya la complejidad de integrar las criptomonedas en la economía cotidiana.

Desafíos y oportunidades del USDT y otras criptomonedas en América Latina

A pesar del crecimiento, la adopción de criptomonedas en América Latina enfrenta varios obstáculos.

La falta de conocimiento sigue siendo una barrera significativa. Muchos latinoamericanos expresan sentirse «dejados atrás» por no entender las criptomonedas. Esto subraya la necesidad de iniciativas educativas más amplias.

La regulación de criptomonedas varía significativamente entre los países de la región. Mientras algunos han adoptado marcos regulatorios progresistas, otros mantienen una postura más cautelosa. La mayoría de los latinoamericanos encuestados desean más información y orientación de sus gobiernos sobre el uso de criptomonedas.

Las monedas digitales de banco central (CBDC) están ganando atención en la región. Muchos ven en ellas el potencial para combatir la corrupción y agilizar los pagos, aunque también existen preocupaciones sobre la privacidad y la vigilancia gubernamental.

La adopción de criptomonedas en la región refleja tanto las oportunidades como los desafíos económicos que enfrenta América Latina. A medida que la tecnología madura y la regulación se desarrolla, es probable que veamos una integración aún mayor de las criptomonedas en la vida económica de la región.