Mientras los titulares globales fluctúan entre crisis económicas, elecciones polarizadas, aumento de tarifas y avances tecnológicos, una realidad persistente late fuera del foco mediático: el mundo continúa en guerra. Desde los desiertos del Sahel hasta las montañas del Cáucaso, desde las ciudades bombardeadas de Gaza hasta las selvas olvidadas de Papúa, más de 30 conflictos armados siguen activos en 2025.

Algunos son guerras abiertas entre Estados; otros, insurgencias prolongadas o guerras civiles enquistadas en la historia. Muchos han sido silenciados por el paso del tiempo o eclipsados por crisis más visibles. Pero todos comparten algo: causan desplazamientos masivos, destrucción de comunidades, sufrimiento humano y afectan la estabilidad regional.

África

Conflicto en Sudán (2023–presente)

Se desató en abril de 2023 por tensiones entre el Ejército regular de Sudán y la poderosa fuerza paramilitar conocida como RSF (Fuerzas de Apoyo Rápido). Desde el derrocamiento de Omar al-Bashir en 2019, militares y civiles componían un frágil gobierno de transición; discrepancias sobre la integración de las fuerzas del RSF (controladas por el general Hemedti) llevaron a que las RSF se negaran a incorporarse al Ejército y fueran ordenadas a desarmarse.

El 15 de abril de 2023 estallaron los combates en Jartum y otras ciudades. Las dos facciones en lucha son el Ejército nacional (liderado por el jefe militar Abdel Fattah al-Burhan) y las RSF de Hemedti.

Las consecuencias humanitarias han sido catastróficas. Según la ONU, la guerra ha desplazado a unos 13 millones de personas (8,6 millones de desplazados internos y 3,8 millones de refugiados), superando cualquier crisis contemporánea. Miles de personas han muerto –fuentes consultadas estiman decenas de miles–, muchas en Darfur, donde en abril de este año las RSF lanzaron una ofensiva relámpago sobre el campamento de Zamzam. Este ataque dejó más de 400 civiles muertos y provocó la huida de unos 400.000 desplazados. Se reportan hambrunas generalizadas y violaciones masivas de derechos humanos.

El conflicto continúa estancado: el país está efectivamente dividido entre territorios bajo control del Ejército y de las RSF. No hay perspectivas reales de negociación. Cientos de miles huyen ante cada nueva ofensiva, y la comunidad internacional teme «los capítulos más oscuros» por venir.

Insurgencia yihadista en el Sahel y el Magreb

Esta amplia guerra irregular involucra a varios países del oeste africano. Los grupos principales son la filial del Estado Islámico en el Sahel y Jama’at Nusrat al Islam wal Muslimeen (JNIM, de Al Qaeda). Tras golpes de Estado recientes en Mali (2020), Burkina Faso (2022) y la retirada de tropas extranjeras, la región se ha convertido en el epicentro mundial del terrorismo: en 2024 concentró el 51% de las muertes terroristas mundiales.

Estos grupos han multiplicado sus miembros y buscan imponer la sharía en vastas zonas rurales. Boko Haram (Islamic State West Africa Province, ISIS-WAIP) lidera una insurgencia en Nigeria, Chad y Níger desde 2009, provocando ya unos 3,2 millones de desplazados en la cuenca del Lago Chad. La economía se ha colapsado por los ataques yihadistas, y la violencia alimenta hambruna.

Estas insurgencias siguen activas: los ejércitos nacionales (Nigeria, Malí, Níger, Camerún, Chad) luchan contra ellas, pero no las han erradicado. Por ejemplo, el territorio controlado por ISIS en Mali se duplicó tras el golpe de 2020, y las redes de insurgentes se expanden en el este de Burkina Faso. La comunidad internacional ya no mantiene grandes despliegues (Francia se fue en 2022) y los nuevos gobiernos militares locales enfrentan graves crisis de seguridad.

Conflictos civiles en Nigeria

Además de Boko Haram en el nordeste, Nigeria afronta múltiples conflictos internos. Destacan enfrentamientos religiosos y étnicos en el centro (bandas armadas y conflictos por tierras entre pastores fulani y agricultores), luchas separatistas en el sur (Delta del Níger) y violencia terrorista ocasional fuera del nordeste. Los actores incluyen milicias locales y la seguridad federal nigeriana.

Las muertes se cuentan por miles anualmente, y millones viven en pobreza extrema. La actual coyuntura (2025) muestra leves reducciones de violencia por operaciones militares más duras, pero persisten ataques esporádicos y enormes necesidades humanitarias. No hay resolución política clara.

Conflictos civiles en la República Democrática del Congo

En el este de Congo tienen lugar viejos conflictos étnicos y armados. Grupos como las FDLR (seres hutus de Ruanda), CODECO (luchadores lendu en Ituri) y diversos machetes de etnia mastitenense y banyamulenge combaten al gobierno de Kinshasa. Las causas van desde disputas de tierras hasta herencias del genocidio ruandés.

Entre 2023-2024 hubo brotes puntuales de violencia (p. ej. ataques de FDLR) dejando centenares de muertos, más desplazados, hambruna y abusos (violaciones, reclutamiento forzado).

En 2025 la región sigue inestable: la paz de los años anteriores está frágil, con presencia de fuerzas ONU (MONUSCO) y ofensivas esporádicas del ejército congoleño. Millones de congoleños requieren ayuda humanitaria básica, y el retorno seguro de refugiados en países vecinos aún no se concreta.

Crisis camerunesa (Anglófonos)

Desde 2017 milicias separatistas aborígenes anglófonas luchan contra el gobierno central francófono. Ha causado unos 6.000 muertos y cerca de un millón de desplazados. El conflicto sigue vigente con enfrentamientos aislados en la región noroeste; persisten negociaciones de paz sin lograr cesar la violencia.

Guerra en Cabo Delgado (Mozambique)

Un grupo insurgente vinculado al Estado Islámico lucha contra el gobierno desde 2017. Ha atacado asentamientos y sitios de gas natural, provocando miles de muertos y 1,5 millones de desplazados internos. En 2023 llegó apoyo militar internacional (tropas ruandesas) que logró recuperar ciudades clave. Hoy la situación es menos explosiva, pero el norte de Mozambique sigue militarizado y arrasado, con población desplazada y destrucción de cosechas.

Segunda guerra civil centroafricana

Este conflicto multibando (quemíes, seleka, antaiba, etc.) dejó decenas de miles de muertos. En 2022 se firmó un acuerdo de paz, pero grupos armados menores siguen causando violencia local. En 2025 el país sigue con bajas constantes (clanes en conflictos), aunque con presencia de tropas internacionales (MINUSCA) y reducida intensidad general.

Conflicto del Sahara Occidental

Marroquíes vs. Frente Polisario. Tras un alto el fuego (1991), la violencia es esporádica. En 2020, el Frente declaró suspendido el alto el fuego y hubo enfrentamientos fronterizos. En 2025 el statu quo persiste con negociaciones congeladas, reflejo de un conflicto «congelado» sin solución; mientras, la población saharaui vive en condiciones precarias en campamentos en Argelia.

Insurgencia islamista en Sinaí (Egipto)

Milicias como Wilayat Sinai (vinculadas a ISIS) atacan al ejército egipcio desde 2013. Han producido miles de muertos y desplazan centenares de miles en el norte de Sinaí. En 2025 la situación sigue siendo insegura: el gobierno egipcio ha lanzado operaciones de “Reconstrucción de la República”, pero los grupos mantienen capacidad de provocar atentados intermitentes.

Conflicto en Cabinda (Angola)

La guerrilla separatista busca la independencia de Cabinda (petrolera); pero el gobierno angoleño lo combate desde los años 70 del siglo pasado. La violencia es baja, pero el conflicto sigue latente, con esporádicos ataques, sin un alto al fuego formal.

Asia

Guerra civil en Birmania (Myanmar)

La guerra se reactivó tras el golpe de Estado militar de 2021, sumándose a las insurrecciones étnicas históricas. Además del poder central (Tatmadaw) contra la oposición democrática, subsisten guerras civiles en regiones étnicas (Kachin, Shan, Chin, Karen, etc.) y contra minorías (Rohingya).

En el estado de Rakhine, el ejército birmano lanzó en 2017 operaciones violentas contra los rohinyás, desatando un éxodo masivo: 1,006,000 refugiados rohinyá registrados en Bangladesh (abril 2025). En Myanmar, los civiles enfrentan bombardeos y combate urbano. Los actores son el gobierno militar y un mosaico de más de 20 grupos étnicos armados; algunos, como el Ejército Arakán (en Rakhine) o el Ejército de Independencia Kachin, controlan zonas rurales.

A día de hoy, la guerra sigue destruyendo pueblos y hospitales. El retorno de refugiados es casi imposible mientras el conflicto nacional continúa, agravando la crisis humanitaria y étnica.

Afganistán

Tras la retirada de EEUU (2021) y la caída del gobierno afgano, los talibanes tomaron el poder, pero quedan focos de insurgencia (ISIS-K, milicias étnicas). Históricamente, sucesivas invasiones y guerras (guerra soviético-afgana, guerra civil 1992-96, Talibán 1996-2001, intervención estadounidense 2001-2021) han debilitado el país.

Los actores clave ahora son los talibanes (gobierno de facto), el ISIS-K y otras células, con Pakistán e Irán observando. Las consecuencias humanitarias han sido extremas: la ONU calcula que 28 millones de afganos (casi dos tercios de la población) necesitan ayuda, de los cuales 14.7 millones están al borde de la inanición. En 2023 la cifra de hambrientos agudos alcanzó 4 millones (3,2 millones menores de 5 años). También se reportan frecuentes violaciones a los derechos humanos (ejecuciones extrajudiciales de exfuncionarios, prohibiciones a la mujer).

El Talibán gobierna sin oposición real internacional; la economía colapsó y siguen las restricciones a mujeres y periodistas. El conflicto armado ha disminuido en combates, pero el país permanece frágil y aislado, con una crisis humanitaria grave.

Cachemira (India–Pakistán)

El territorio disputado de Cachemira (dividido en parte india, parte pakistaní) vive tensiones constantes. Grupo insurgentes locales pro-autonomía (o integración con Pakistán) han atacado blancos militares en Cachemira india, reprimiendo el gobierno con toques de queda y detenciones masivas.

En 2019 India revocó la autonomía de Cachemira, intensificando el conflicto. Periódicamente se intercambian disparos a lo largo de la Línea de Control. Las consecuencias incluyen miles de muertes civiles (entre fuerzas de seguridad y civiles atrapados) y unos 500.000 indios desplazados internos. En 2025 la situación se ha calentado sobremanera y han ocurrido estallidos de violencia.

Insurgencia en Pakistán

Milicias como Tehrik-i-Taliban Pakistán (TTP) y grupos separatistas baluches en Balochistán combaten al gobierno desde 2000. La TTP, diezmada tras operaciones militares en 2014, resurgió tras 2020 con atentados terroristas, pero fue parcialmente neutralizada por treguas punitivas. El gobierno actúa con fuerza contra ellas.

En Balochistán, los rebeldes separatistas luchan por recursos petroleros con ataques contra infraestructura. El resultado ha sido decenas de miles de muertos en 20 años. En 2025 la insurgencia es mucho menor comparada con la década pasada, pero sigue existiendo violencia esporádica (atentados suicidas, emboscadas a soldados).

Insurgencias en India

En India existen varios frentes insurgentes locales. Los maoístas (Naxalitas) operan en las regiones empobrecidas de la India central desde los años 60, aunque han sido diezmados por fuerzas federales recientemente. En el noreste (estados como Assam, Manipur, Nagaland, Arunachal) existen insurgencias étnicas separatistas.

Estas revueltas son históricas (décadas de luchas, a veces relacionadas con fronteras coloniales) y han causado miles de muertos desde los 60. En 2025 estos conflictos han decaído en intensidad: el gobierno concedió cierta autonomía a Nagaland y logró acuerdos con grupos de Assam, reduciendo la violencia, aunque persisten algunos ataques aislados. En Manipur y Assam hay brotes ocasionales por tensiones étnicas, con desbordes de la violencia a veces.

Conflicto coreano

Corea del Norte y del Sur siguen técnicamente en guerra desde 1953. Aunque no hay combates abiertos, las tensiones aumentan con pruebas de misiles y ejercicios militares.

Separatismo uigur en Xinjiang (China)

Aunque el conflicto es altamente reprimido y censurado, hay reportes de campos de detención masiva, vigilancia extrema y represión violenta. Grupos uigures exiliados denuncian un genocidio cultural en curso.

Conflicto en Filipinas (Mindanao)

Grupos islamistas como Abu Sayyaf y disidentes del Frente Moro siguen operando en el sur del país. Aunque se han firmado acuerdos de autonomía, la violencia persiste con secuestros y atentados esporádicos.

Separatismo en Tíbet (China)

El conflicto tibetano es mayormente político y cultural. Sin embargo, sigue habiendo represión violenta a las protestas y movimientos pacíficos, con denuncias de desplazamiento forzado y encarcelamientos masivos.

Oriente Medio

Conflicto árabe-israelí

Tras décadas de lucha Israel-Palestina, estalló una nueva guerra tras el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 en Israel. Israel respondió con una ofensiva total en Gaza. Los actores principales son Israel (Ejército de Defensa de Israel), Hamás en Gaza, la Yihad Islámica Palestina, y en el frente norte Hezbollah en Líbano. Irán apoya a estas milicias.

En Gaza la destrucción ha sido sin precedentes: para fines de 2024 el Ministerio de Salud de Gaza registró más de 44.000 muertos palestinos (y 104.000 heridos) desde octubre 2023. Casi toda la población civil de Gaza –más de 2 millones de personas– fue desplazada por la fuerza; la ONU alertó de hambruna inminente en el bloqueado territorio. Israel también sufrió bajas militares y ataques de cohetes, pero en menor escala.

Este conflicto está vinculado a la ocupación de Cisjordania y a tensiones regionales (Israel-Irán). La situación continúa siendo de alto riesgo: se negoció un cese al fuego condicional al intercambio de rehenes (Hamás), pero persisten las acusaciones de crímenes de guerra por ambas partes (la CPI emitió órdenes contra Netanyahu, Gallant y líderes de Hamás). Mientras tanto, cisjordanos sufren represalias y asedio, y los asentamientos israelíes en Judea y Samaria crecen sin freno.

Guerra civil en Siria

Comenzó en 2011 como revuelta contra el régimen de Bashar al-Assad y degeneró en una compleja guerra civil. Se enfrentan el gobierno sirio (Apoyado por Rusia e Irán) contra rebeldes islámicos, fuerzas kurdas (SDF apoyadas por EEUU) y otras milicias. Hubo dos breves periodos de tregua, pero en general se combatió a lo largo y ancho del país.

Las consecuencias fueron devastadoras: se estima que murieron medio millón de personas y casi 12 millones fueron desplazadas (internos y refugiados) según la ONU. Casi la mitad de la población fue forzada al exilio (6,7 millones de refugiados) y otro tanto desplazada dentro.

A finales de 2024 se produjo un cambio de régimen, con el derrocamiento de al-Assad. La guerra se detuvo, pero Siria sigue arrasada: hay escasez crónica de alimentos, electricidad y servicios básicos. La reconstrucción es mínima y la represión persiste.

Conflicto en Irak

Tras la invasión de EEUU en 2003 y la posterior guerra civil, Irak ha enfrentado insurgencias. Aunque el Estado Islámico (ISIS) perdió su autoproclamado califato en 2017, en 2022-2024 resurgieron células de ISIS-K que atacaron a minorías (cristianos, yazidíes) y fuerzas de seguridad, dejando decenas de muertos cada año.

Los actores clave son el gobierno iraquí (respaldado por EEUU), milicias chiíes pro-Irán (Hashd al-Shaabi), y facciones sunníes radicales. A esto se suma la presencia sostenida de Estados Unidos y tensiones con Irán (ataques cruzados entre Irán e Israel en suelo iraquí).

La situación en 2025 es de ligera calma. El gobierno central controla la seguridad, pero la región de Kurdistán vive estabilidad relativa, mientras que en el centro-suroeste hay protestas antigubernamentales. Los desafíos humanitarios siguen: miles de civiles sufren pobreza extrema tras décadas de conflicto y sanciones.

Guerra civil en Yemen

El conflicto enfrentó al gobierno reconocido (respaldado por una coalición árabe liderada por Arabia Saudí y Emiratos) contra los rebeldes hutíes (Ansar Allah, apoyados por Irán), que en 2014 tomaron la capital Saná.

Esta guerra destruyó gran parte del país: Oxfam destaca que 21 millones de yemeníes (2/3 de la población) necesitan ayuda humanitaria y casi 4 millones se desplazaron. Hombres, mujeres y niños han muerto por bombardeos, hambre y epidemias. Hasta abril 2022, más de 12.000 civiles habían fallecido en combates directos. En 2025 el conflicto sigue sin solución: existe un alto al fuego frágil (acuerdo de 2022), pero los enfrentamientos en la provincia de Marib y el sur persisten.

En 2023-24 hubo además escaramuzas navales en el Mar Rojo (intervención multinacional) y guerra de desgaste. La economía está en ruinas y la mayor parte de la población vive al borde del colapso sanitario y alimentario.

Europa

Guerra ruso-ucraniana

Rusia invadió Ucrania en 2014 (anexión de Crimea y ocupación de Donbás) y lanzó una invasión a gran escala en febrero 2022. El conflicto ha causado una de las peores crisis humanas de Europa: se calcula que cientos de miles han muerto (Ucrania reporta decenas de miles solo en sus filas), y cerca de 8 millones de ucranianos huyeron como refugiados en Europa (cuatro millones en Polonia, dos en Alemania, otros en el resto de la UE).

Además, hay unos 5 millones de desplazados internos dentro de Ucrania. Ciudades enteras (Mariúpol, Járkov, etc.) fueron arrasadas, con miles de edificios destruidos. En la guerra sigue en curso; aunque con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se han reactivado las presiones para buscar una paz duradera. No obstante, la solución política no existe aún, y las perspectivas humanitarias siguen siendo críticas: falta energía, medicina y la sociedad ucraniana está profundamente traumatizada.

Conflicto en el Cáucaso (Nagorno-Karabaj)

En septiembre de 2023 Azerbaiyán lanzó una ofensiva relámpago contra Nagorno-Karabaj, la región de mayoría armenia dentro de Azerbaiyán. Las fuerzas armenias que administraban la autonomía de Karabaj fueron vencidas rápidamente.

Como resultado, para enero 2024 se disolvió la república autodeclarada de Artsaj. Más de 100.000 habitantes (casi toda la población armenia de Karabaj) huyeron a Armenia en apenas unos días. El conflicto, que data desde 1988, ha dejado en total decenas de miles de muertos en décadas de guerra intermitente (pero en 2023 la baja cifra de muertos fue sorprendentemente baja).

En marzo de este año ambos gobiernos anunciaron estar listos para firmar un tratado de paz que ponga fin al conflicto de casi 40 años. La región tiene futuro incierto: mientras Baku integra Karabaj con Azerbaiján y prepara reasentamientos de azeríes, miles de refugiados armenios esperan reubicación en Armenia. El cese de fuego está vigente, pero las tensiones étnicas persisten latentes en la zona.

Insurgencia en el Cáucaso Norte (Rusia)

A pesar de que las grandes guerras separatistas (Chechenia, Daguestán) terminaron, desde la década de 2010 han operado grupos afiliados al Estado Islámico en las montañas del Cáucaso ruso.

Atacan ocasionalmente puestos militares y convoys en Chechenia, Daguestán e Ingusetia. Esta insurgencia islamista ha causado decenas de muertos entre civiles y fuerzas de seguridad en incursiones limitadas. En 2025 el Kremlin mantiene una dura represión (toques de queda, repoblación de algunas zonas con rusos étnicos), lo que ha reducido la violencia a acciones puntuales. No obstante, la región sigue vigilada militarmente ante cualquier brote de extremismo.

América

Conflicto armado interno en Colombia

Este largo conflicto enfrentó al gobierno con guerrillas de izquierda (FARC, ELN), paramilitares de derecha y narcotraficantes. Aunque en 2016 se firmó la paz con las FARC (convertida en partido político) y muchos jefes guerrilleros se desmovilizaron, perduran grupos disidentes de las FARC, el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y bandas criminales que disputan rutas de narcotráfico.

Más de 200.000 colombianos murieron en décadas (la mayoría civiles), y unas 2 millones de personas han sido desplazadas a lo largo de la historia. En 2025 la violencia ha caído comparada con su pico, pero persiste en algunas zonas rurales de difícil acceso (Chocó, Cauca, Arauca). Hay asesinatos selectivos a excombatientes en los programas de reincorporación. Humanitariamente, comunidades rurales enfrentan pobreza, minas antipersonales y cultivos ilícitos.

Guerra contra el narcotráfico en México

Desde 2006 la “guerra” se ha cobrado oficialmente unas 300.000 vidas (gánsteres, policías y civiles). Los cárteles (Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, etc.) actúan casi como guerrillas urbanas, disputándose territorios con extrema violencia (decapitaciones, desapariciones).

Las fuerzas del gobierno (ejército, marinos, policías) responden con operativos que a veces agravan la inseguridad. En 2025 la situación es crónica. Ciudades como Culiacán, Tijuana o regiones como Michoacán siguen enfrentando enfrentamientos diarios. La población civil paga el precio con miles de muertes anuales (170,000 solo entre 2007-2024 en 11 estados) y 8 millones de desplazados internos o migrantes forzados desde 2006. Muchos municipios viven bajo un terror cotidiano. En lo político, tras elecciones de 2024 sigue la misma estrategia de “abrazos, no balazos” del gobierno, sin resultados apreciables en la reducción de homicidios.

Crisis de Haití

Más que guerra convencional, Haití vive una grave crisis de seguridad: bandas criminales armadas controlan barrios de Puerto Príncipe y otras ciudades, enfrentándose entre sí y con la policía. En 2024 estallaron combates por el control de la capital; miles de haitianos han huido internamente o a la frontera con República Dominicana. No hay cifras oficiales de muertos recientes, pero el nivel de violencia es equivalente a un conflicto armado.

Pandillas en El Salvador y Honduras

Maras como MS-13 y Barrio 18 fueron combatidas con políticas autoritarias. Aunque disminuyeron los homicidios, sobre todo en El Salvador, hay denuncias de detenciones masivas y violaciones de derechos humanos.

Insurgencia en Perú

Un remanente del grupo Sendero Luminoso sigue operativo en la selva peruana (VRAEM), unido a cultivos de coca. Desde 2023 se reportan enfrentamientos semanales entre Senderistas-GP (Grupo Proseguir) e uniformados. Es un conflicto relativamente pequeño (menos de cien muertos directos al año), por lo que figura en escaramuzas. En 2025 el gobierno mantiene una fuerte presencia militar en la zona.

Insurgencia en Paraguay

El grupo EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo) y bandas vinculadas generan violencia rural en Norte de Paraguay desde los 2000. En 2023 hubo ataques con fusiles de asalto y secuestros (aunque con pocos muertos comparado), provocando inseguridad en comunidades campesinas.

Narcoguerra en Ecuador

En 2022-2023 se registró un fuerte brote de violencia de bandas en Ecuador (guerrilla de Cártel del Norte del Valle vs. locales), que dejó centenares de muertos. El gobierno declaró estado de excepción con apoyo militar. En 2025 la situación ha vuelto a niveles endémicos de crimen organizado, y Ecuador sigue entre los países con mayor homicidio per cápita de América.

Oceanía

Insurgencia en Papúa Occidental (Indonesia)

Esta guerra olvidada enfrenta al Estado indonesio y grupos separatistas papúes. Los papúes indígenas piden autonomía o independencia, acusando discriminación y explotación de recursos. Los peróodos de insurgencia han sido constantes desde 1960. En 2023 se incrementaron los incidentes: la guerrilla papú secuestró un piloto el 7 de febrero y luego mató rehenes, lo que provocó represalias militares intensas. La respuesta fue violenta: aldeas enteras fueron ocupadas por fuerzas de elite indonesias, forzando a miles a huir hacia selvas vecinas. En 2025 la situación sigue volátil: el gobierno aplica programas de desarrollo y más tropas, pero no aborda las causas políticas. Las operaciones de contrainsurgencia han desplazado y dejado sin trabajo a muchos papúes. Este conflicto étnico-religioso permanece activo, con violaciones de derechos humanos denunciadas frecuentemente.

Violencia étnica en Papúa Nueva Guinea

Aunque menor en escala comparada, en las montañas de Papúa Nueva Guinea aún se registran enfrentamientos entre tribus por tierras y recursos. Esto incluye guerras de cultivos de alimentos donde decenas de personas mueren cada año. En 2025 permanece como conflicto de baja intensidad (menos de 100 muertos anuales), sin embargo causa desplazamientos internos de poblaciones indígenas cada temporada de cosecha y se considera un tema de seguridad local en Papua.