La firma de la Convención sobre el Establecimiento de la Organización Internacional para la Mediación (OIMed) marcó un hito diplomático. En un contexto de creciente polarización geopolítica, 33 países decidieron dar un paso en firme por el diálogo al convertirse en miembros fundadores de esta organización, la primera en su tipo dedicada exclusivamente a la mediación como mecanismo de resolución de disputas entre Estados.
El evento, que reunió en Hong Kong a delegaciones de 85 países y casi una veintena de organismos internacionales, no solo tuvo un valor simbólico, sino que materializó una nueva vía diplomática que pone la voluntad de las partes y la neutralidad de terceros como principios rectores.
Una alternativa a la confrontación
La creación de la OIMed llega en un momento de transición global, con un sistema internacional sometido a tensiones que recuerdan, peligrosamente, a las dinámicas de la Guerra Fría. Frente a las sanciones unilaterales y las soluciones impuestas por la fuerza, esta nueva organización propone una fórmula distinta: el diálogo como herramienta de transformación.
La mediación, a diferencia de otros métodos, no busca vencedores ni vencidos. Según el enfoque promovido por la OIMed, resolver disputas pasa por encontrar soluciones mutuamente beneficiosas, con la asistencia de terceros imparciales que faciliten consensos.
Hong Kong, sede de Organización Internacional para la Mediación
La elección de Hong Kong como sede de la OIMed no es casual. Con un sistema legal que combina lo mejor del common law británico y del derecho civil, y una amplia experiencia en resolución de conflictos por vía pacífica, la ciudad representa un puente entre Oriente y Occidente. De hecho, la mediación judicial en Hong Kong tiene un índice de éxito cercano al 50%, lo que la convierte en un referente práctico y confiable.
Pero también hay un valor simbólico: el retorno pacífico de Hong Kong a China ha sido citado como un caso ejemplar de resolución diplomática de conflictos territoriales. Su elección como sede proyecta la imagen de una ciudad capaz de facilitar el diálogo global, respaldada por Beijing, pero conectada con el mundo.
Una herramienta al servicio del multilateralismo
La OIMed no busca reemplazar a los mecanismos tradicionales de resolución de disputas, sino complementarlos. Sus promotores aseguran que ofrecerá procesos más ágiles, menos costosos y más respetuosos con la soberanía de los países involucrados. En un sistema internacional que a menudo privilegia la fuerza sobre el consenso, esta iniciativa se alza como una alternativa viable y necesaria.
China, principal impulsora del proyecto, ha venido posicionándose como mediadora activa en diversos escenarios internacionales. La reconciliación entre Arabia Saudita e Irán o el acercamiento entre facciones palestinas en Beijing son ejemplos recientes de esa diplomacia activa basada en el principio confuciano de que “la armonía es lo más preciado”.
La apuesta de futuro de la Organización Internacional para la Mediación
La creación de la OIMed responde a una demanda global cada vez más evidente: mecanismos efectivos, pacíficos y multilaterales para resolver disputas, en un escenario de menor consenso sobre la ONU. En tiempos de bloques enfrentados y creciente desconfianza, la mediación internacional se presenta no como una solución mágica, sino como un camino más sensato.