Una transformación estructural sacude los cimientos del sistema tradicional de las finanzas. Las fintech, inicialmente vistas como actores marginales, siguen ganando protagonismo a una velocidad vertiginosa. Sus ingresos crecen entre un 20% y un 30% anualmente, y en algunos casos extremos superan el 70%. En contraste, los bancos tradicionales apenas alcanzan un crecimiento del 4% anual, una señal clara del cambio de poder que se avecina en el sector financiero.

Eficiencia y escalabilidad: las armas de las fintech

La clave del éxito fintech reside en su estructura operativa. Estas compañías operan con costos hasta diez veces menores por cliente atendido en comparación con los bancos tradicionales. Esta eficiencia les permite escalar rápidamente y ofrecer soluciones personalizadas, ágiles y digitalmente integradas que se alinean con las nuevas expectativas de los usuarios.

La transformación es tan profunda que en segmentos como los pagos, tanto minoristas como mayoristas, las fintech ya dominan alrededor del 20% del mercado, desafiando el monopolio que antes ejercía la banca. Además, la base de clientes de los bancos digitales ya iguala —e incluso supera en algunos casos— a la de los bancos establecidos.

América Latina en jaque ¿una oportunidad perdida?

En América Latina, la situación de la banca tradicional es particularmente crítica. A pesar de mostrar niveles aceptables de rentabilidad sobre capital, los bancos enfrentan una caída constante en ingresos por comisiones. Colombia, Perú y Chile presentan retrocesos sostenidos, lo que revela una debilidad estructural difícil de revertir sin un cambio de rumbo decidido.

Por otro lado, los costos operativos siguen al alza en mercados como Colombia y México, desmintiendo la narrativa de una transformación digital efectiva. Las fintech, con su capacidad de generar valor en nichos como pagos, asesoría financiera y crédito al consumo, están capitalizando esas debilidades.

Nuevos jugadores y fintech, nuevas reglas

El entorno financiero también se ve reconfigurado por la irrupción de tecnologías como los activos tokenizados y las stablecoins, que en 2024 movieron más de 4 billones de dólares. Estos desarrollos obligan a repensar la infraestructura financiera global, tradicionalmente controlada por los bancos.

Frente a este panorama, los fondos de crédito privado y proveedores de liquidez no bancaria están capturando segmentos clave de la banca corporativa y de inversión. La competencia ya no es solo entre bancos: el juego ha cambiado y las reglas también.

¿Cómo pueden responder los bancos?

El informe de Boston Consulting Group advierte que la transformación no puede seguir siendo cosmética. Los bancos deben asumir decisiones estratégicas que incluyen rediseñar sus portafolios, simplificar productos y procesos, y apostar por una digitalización integral de extremo a extremo. Ya no se trata solo de incorporar tecnología, sino de construir modelos operativos adaptados a la nueva realidad.

Además, la implementación efectiva de inteligencia artificial se perfila como un diferenciador clave. Pero este avance aún enfrenta obstáculos en muchos bancos, más ligados a cuestiones culturales y de escala que a las capacidades tecnológicas en sí.

Aprender de los ganadores

Los bancos que han logrado sortear esta tormenta comparten varios rasgos: lideran sus mercados locales, generan mayores ingresos por comisiones, muestran niveles superiores de productividad y adoptan estrategias como fusiones, digitalización total y enfoque en el cliente. Estas lecciones no son recetas mágicas, pero sí marcan una hoja de ruta posible.

Hacia un nuevo contrato financiero

Finalmente, el informe propone algo más ambicioso: la creación de un nuevo contrato social entre bancos, reguladores y la sociedad. La idea es permitir más experimentación, integrar activos digitales y brindar a instituciones más pequeñas la posibilidad de escalar de forma ágil. Solo con una regulación flexible y una visión compartida será posible que el sistema financiero evolucione sin dejar a nadie atrás.