Contra todos los pronósticos y en medio de una guerra comercial global impulsada por los aranceles de Donald Trump, el Canal de Panamá logró cerrar el último año fiscal con cifras que confirman su peso en la economía mundial. Entre octubre de 2024 y septiembre de 2025 transitaron por la vía interoceánica 13.404 embarcaciones, un 19% más que en el ejercicio anterior. La carga movilizada también creció un 15,6%, hasta alcanzar los 489 millones de toneladas, según la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).

La expansión del tráfico marítimo fue interpretada por la ACP como una señal de resiliencia. En un escenario global marcado por tarifas aduaneras, tensiones logísticas y condiciones climáticas adversas, el canal panameño no solo mantuvo su operatividad, sino que mejoró sus ingresos, con 5.700 millones de dólares en peajes y servicios. El incremento, del 14,4%, situó los beneficios netos en alrededor de 4.000 millones de dólares, superando lo previsto en el presupuesto.

El motor del comercio global

Más de 1.900 puertos en 170 países están conectados por esta franja de 80 kilómetros que une el Atlántico y el Pacífico. Por ella circula entre el 3% y el 5% del comercio mundial, un flujo que convierte al istmo panameño en un termómetro del comercio internacional. Los principales usuarios siguen siendo Estados Unidos y China, con rutas que enlazan terminales asiáticas como Shanghái, Yokohama o Busan con los puertos del Atlántico estadounidense.

El impulso del año estuvo liderado por el transporte de contenedores y gas licuado de petróleo (LPG), mientras que el tránsito de gas natural licuado (LNG) no alcanzó las expectativas, debido al aumento global de los costos de flete. También contribuyeron factores extraordinarios, como el frontloading, una práctica mediante la cual las empresas estadounidenses adelantaron importaciones ante la posibilidad de nuevos aranceles.

Un desempeño sobresaliente del Canal de Panamá, pero frágil

El administrador de la ACP, Ricaurte Vásquez, reconoció que este buen desempeño podría ser transitorio. La institución proyecta una caída de ingresos de unos 400 millones de dólares para el próximo ejercicio fiscal, producto de la reducción de entre 1.100 y 1.200 tránsitos. Parte del crecimiento reciente respondió a operaciones adelantadas por los grandes consorcios marítimos, que prefirieron despachar sus mercancías antes de que se encarecieran las tasas aduaneras estadounidenses.

“Estamos en momentos de extrema volatilidad y de altos niveles de incertidumbre”, advirtió Vásquez, al señalar que la desaceleración global y la persistente guerra comercial podrían repercutir con más fuerza en 2026. Pese a ello, el canal sigue siendo un activo estratégico, tanto para Panamá como para la cadena logística mundial, que depende de su eficiencia para sostener los flujos entre Asia y América.

Más allá de los números

El repunte de 2025 deja al descubierto la capacidad del país centroamericano para administrar una infraestructura crítica con estándares de fiabilidad y eficiencia, incluso bajo presión internacional. Sin embargo, los retos son múltiples: desde la variabilidad climática que afecta el nivel de los lagos Gatún y Alhajuela —clave para el funcionamiento de las esclusas—, hasta la competencia de rutas alternativas como el Ártico o el futuro Corredor Interoceánico de México.

Mientras el mundo se adapta a un nuevo mapa comercial, el Canal de Panamá sigue cumpliendo su rol de puente entre océanos y economías. Su desafío ahora será sostener ese equilibrio entre la rentabilidad inmediata y la estabilidad a largo plazo. En un contexto de tensiones geopolíticas y mercados imprevisibles, la vía panameña demuestra que incluso los canales más estrechos pueden abrir paso a las grandes rutas del comercio global.