Fraude fiscal, blanqueo de capitales y ahora acoso son las acusaciones contra el Rey Emérito Juan Carlos I de España que está en el banquillo

 

El legado del Rey Emérito Juan Carlos I de España ha quedado totalmente manchado por las serias acusaciones en su contra por fraude fiscal y blanqueo de capitales. Cercado por la Justicia y con su credibilidad destruida, el Jefe de Estado por cuatro décadas decidió huir hacia los Emiratos Árabes Unidos y dejó muy mal parada a la monarquía española. Ahora está en el banquillo también en el Reino Unido.

Tribunal Superior de Inglaterra analizará demanda contra Juan Carlos I

Las desaventuras legales del Rey Emérito Luan Carlos I continúan. Corinna zu Sayn-Wittgenstein demandó a Juan Carlos I. En su acusación alega que el Rey Emérito la acosó desde 2012, a veces en persona; otras mediante sus agentes. De acuerdo con la mujer, estos hechos pusieron en peligro su seguridad y la de sus hijos.

En enero de este año, Corinna fue testigo en un juicio contra el excomisario José Villarejo. En sus declaraciones, ella aseveró que, durante mucho tiempo, recibió continuas amenazas del exjefe del Centro Nacional de Inteligencia, Félix Sanz. Estas amenazas provenían, en realidad, según Corinna, de Juan Carlos I.

«Por supuesto que me aterrorizó. Aterrorizarían a cualquiera. El hecho de que el jefe de seguridad viniese a visitarme a Londres ya era bastante escalofriante», dijo.

La demanda tendrá una vista preliminar en el Tribunal Superior de Inglaterra. En este caso, el juez analizará los argumentos de las dos partes involucradas. Luego identificará los puntos de conflicto y buscará delimitarlos antes de que comience el juicio.

Juan Carlos I, un ‘Señor de la Guerra’ en una España sumisa

Ante tanta voracidad delictiva en quien se esperaría servicio público, durante años existió un runrún alrededor de Juan Carlos. Rodeado de personas muy cercanas a su persona que estuvieron involucradas en casos de corrupción, entre las que destaca Manuel Prado y Colón de Carvajal.

El administrador privado del rey durante más de veinte años terminó entre rejas por tres condenas tras las que intuían la sombra de Juan Carlos. Dos años de condena por el caso Wardbase en 2004, un año por apropiación indebida en 2007 y tres meses por el Grand Tibidado en 2008. Muchos consideraron siempre que las condenas podrían haber sido mayores en número y tiempo y que el indulto concedido, por razones humanitarias, resultó más que cuestionable.

Sin embargo, quizás uno de los aspectos más sorprendentes de este escándalo es España, experta en la negación y curtida en la desvergüenza. Misma que ha sido capaz de callar ante una noticia de una gravedad extrema. Esto ya que han sido pocos los medios de comunicación, y en su mayoría menores, los que han replicado la noticia.

De esta forma, con el acostumbrado silencio mediático general, la mayoría de los españoles no se ha enterado de este último episodio. Lo que constituye el paradigma perfecto de la actual censura moderna. Una revelación que no solo debería hacer caer de una vez por todas a Juan Carlos I. Sino que debería haber provocado un seísmo de tales dimensiones que la continuidad de los Borbones se hubiera visto más que afectada.

La última cuenta pendiente del exmonarca Juan Carlos I

Una noticia que afirmaba que el fiscal suizo había descubierto una nueva cuenta bancaria en la entidad Credit Suisse con vinculación a Juan Carlos I. La cuenta estaría controlada por una ‘offshore’ panameña y habría recibido tres transferencias de la Fundación Zagatka, del rey Emérito español.

En los días anteriores, un periodista jubilado, había estado informando sobre cómo Juan Carlos I se enriqueció con la venta de armas y otras comisiones. También cómo los últimos gestores del Emérito, cada día más demérito, ocultaron en fundaciones sus fechorías.

Juan Carlos I se llevó 52 millones de comisión por la venta del Banco Zaragozano. Una cantidad que le permitió organizar las fundaciones clave para construir su magna obra delictiva. La mencionada Zagatka y Lucum, dijo Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

Además, los españoles tenían una denuncia de Corinna a Juan Carlos reclamando una orden de alejamiento del monarca. Misma para evitar que continúen las presiones, o se repitan. Aunque pretendían que devolviera los 100 millones de dólares que ella consideró un regalo. Entre las presiones se incluyen, las del entonces jefe de los servicios de inteligencia Félix Sanz Roldán. Un esbirro más, según esta versión, del monarca Emérito.

“Serán procesados el exministro del Interior, Fernández Díaz, y su cúpula policial, lo que ya en sí mismo es un escándalo de dimensiones colosales. Y eso que solo parece tratarse de la punta del iceberg, dijo Luis Gonzalo Segura.

También han sido exonerados Repsol, CaixaBank, Brufau y Fainé del caso Villarejo. Otro escándalo más que no parece encontrar límites, pero sí parece contar con una directriz judicial de minimizar daños. Misma impulsada por aquellos magistrados situados en puestos estratégicos de la judicatura española que en el pasado fueron situados por el Partido Popular.

¿Cómo los fiscales lograron poner contra las cuerdas al poderoso Rey Emérito?

La génesis del presunto delito de Juan Carlos I comenzó en Arabia Saudita, donde reinaba Abdullah, muy amigo del entonces monarca español. El gobierno árabe decidió construir una línea férrea, para unir, mediante un tren de alta velocidad (AVE), los 450 kilómetros que separan la ciudad santa de la Meca con Medina, una ruta clave para el mundo musulmán.

Como en toda licitación hubo varias propuestas, pero finalmente Abdullah decidió otorgar el contrato de 7500 millones de euros a un consorcio de empresas, en el que predominaban las españolas. Los investigadores están centrados en determinar el rol que desempeñó Juan Carlos I en esta decisión y el origen de un pago de 100 millones de dólares que llegaron, procedente de Arabia Saudita, a una cuenta secreta que manejaba el Rey Emérito.

¿Cómo comenzó el escándalo?

Las primeras señales llegaron en 2018, a partir de una grabación secreta realizada por la empresaria danesa  Corinna zu Sayn-Wittgenstein quien dijo haber sido amante del Rey Emérito. Ella aseveró que, gracias a esa relación, tuvo acceso a documentos vinculados con las finanzas de Juan Carlos I. En esa grabación se dice que el monarca utilizaba a su primo Álvaro de Orleans como testaferro para esconder dinero en una cuenta bancaria offshore y que había recibido una comisión de los sauditas por interceder en el contrato ferroviario.

Esto fue denegado rotundamente por el Rey Emérito; pero, en marzo de ese mismo año, el periódico suizo Tribune de Geneve publicó un reportaje donde aseveraba que Juan Carlos I tenía una cuenta bancaria suiza con 100 millones de dólares, recibidos desde una Fundación panameña controlada por el rey Abdallah.

Las autoridades suizas y españolas comenzaron una investigación para determinar si realmente el Rey Emérito recibió esta alta cifra y nunca la declaró a la Hacienda. Pero para que la investigación avanzara quedaba un tema espinoso pendiente: la inmunidad legal del rey de España. Juan Carlos I abdicó a favor de su hijo, Felipe VI, en junio de 2014.

Juan Carlos I perdió la inviolabilidad

Al ya no ser Jefe del Estado, perdió la inviolabilidad que otorga la Constitución española; pero los fiscales del Tribunal Supremo español solo podrán investigar las acciones de Juan Carlos I después de su abdicación, es decir, a partir de junio de 2014. Los supuestos pagos del rey saudita se produjeron antes de esa fecha.

El Rey actual, Felipe VI, trató de desmarcarse de su padre y por eso renunció a la parte de la herencia que le correspondía; además, le quitó a su progenitor los 220 000 dólares anuales que recibía el Rey Emérito del presupuesto de la Casa Real.

Al verse cercado, Juan Carlos I le escribió una carta a su hijo, en la que le comunicaba que abandonaría España, para evitarle males mayores. Su destino final fue un misterio hasta que se supo que había elegido a los Emiratos Árabes Unidos como su nuevo hogar. Hasta el momento, el Rey Emérito no ha sido imputado de ningún cargo; aunque sus abogados aseguran que, si la Justicia española lo citara, él retornaría.