La guerra ruso–ucraniana ha vuelto a sembrar dudas sobre la autodeterminación vs soberanía e integridad territorial

La autoproclamación de las repúblicas de Donbass, Donets y Lugansk ha generado polémicas sobre el tema de la autodeterminación vs soberanía e integridad territorial.  La comunidad internacional se ha dividido sobre las nuevas repúblicas, así como de los territorios de Zaporozhie y Jersón. Los ciudadanos de esos territorios votaron abrumadoramente por la anexión a Rusia.

Este resultado fue aceptado de inmediato por Moscú; sin embargo, Ucrania, la Unión Europea y Estados Unidos desconocieron la votación. Para ello se basaron en el “derecho a la integralidad de Ucrania”. Al revisar en la historia encontramos que, en diferentes momentos, se han producido escenarios similares y Occidente sí ha apoyado los intentos separatistas o unionistas.

Partimos de que los pueblos tienen derecho a la autodeterminación sobre su soberanía e integralidad territorial. Por tanto, la decisión de las personas que viven en Lugansk, Donets, Jersón y Zaporozhie debe ser respetada plenamente.

El derecho a la autodeterminación fue entendido, durante siglos, como el derecho de una sociedad a seleccionar a sus gobernantes. Pero, para el final de la Primera Guerra Mundial, en 1918, comenzó a aplicarse este derecho sobre países que estaban controlados por grandes potencias. Los imperios derrotados de la conflagración bélica vieron disolverse su dominio sobre territorios en diferentes partes del mundo.

Los imperios alemán, austrohúngaro y otomano perdieron la mayoría de sus colonias. Sin embargo, el lado ganador no aplicó ese mismo derecho a la autodeterminación sobre las colonias que mantenían naciones europeas en África y Asia, ni sobre las que controlaba Estados Unidos, en Filipinas y Puerto Rico.

Algo similar ocurrió tras concluir la Segunda Guerra Mundial. Los europeos prometieron a los africanos la autonomía; sin embargo, Francia no reconoció la indendepencia de Argelia. Ante esto, los argelinos debieron luchar durante ocho años. Portugal tampoco reconoció el derecho a la autodeterminación de Mozambique, Angola, Cabo Verde y Guinea Bissau.

Luego, con el surgimiento de la ONU, se aprobaron varios documentos relacionados con la autodeterminación de los pueblos. Uno fue la resolución sobre relaciones amistosas, de 1970, donde se abogó por poner fin al colonialismo; pero no se “autorizaba o fomentaba una actividad encaminada a quebrantar la integridad territorial”.

Amparados en ese documento, Occidente rechazó los intentos de secesión de los tamiles en Sri Lanka; de Biafra en Nigeria y de los somalíes del Ogaden en Etiopía. En todos esos casos, prevaleció el “derecho a la integridad territorial”.

Décadas después, los mismos países de Occidente que vetaron esos intentos, aprobaron abiertamente el desmembramiento de Yugoslavia, por intereses geopolíticos. El Estado federado, conformado por seis repúblicas, terminó, con la anuencia y el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea, dividido en siete pequeños países.

Incluso, Washington reconoció la independencia de Kosovo de Serbia; sin embargo, la Casa Blanca y la Unión Europea mantienen su intransigencia sobre las posturas del País Vasco o de Cataluña, en España. Al mismo tiempo, aceptan la independencia de Taiwán de China, que sigue considerando ese territorio como parte de su país.

Los ejemplos de posiciones contradictorias de las grandes potencias sobre la autodeterminación de los pueblos no terminan allí. Estados Unidos está a favor del secesionismo del pueblo Ugur en China. Pero apoya la ocupación de Marruecos en el Sahara Occidental y de Israel en Palestina.

En este contexto, los referendum celebrados en territorios que pertenecieron a Ucrania vuelven a estar marcados por los intereses geopolíticos, de ambos lados. Las potencias enfrentadas piden que se respete el derecho a la autodeterminación e integridad territorial; pero ¿de quién?

Según la Organización de las Naciones Unidas no Representadas, no existe duda alguna sobre el hecho que la autodeterminación vs soberanía e integridad territorial, debe siempre dar la prioridad a la autodeterminación de los pueblos.