La Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó el informe titulado El estado del clima en América Latina y el Caribe
En el informe sobre el estado del clima en América Latina se alerta sobre los fenómenos meteorológicos extremos que afectan la región y los impactos del cambio climático.
Los expertos describen en el estudio las profundas repercusiones que tiene el calentamiento global y las anomalías naturales en la biodiversidad. También en el suministro de alimentos y agua potable, el bienestar corporal y mental de las personas y los esfuerzos por combatir la pobreza.
«Los riesgos hidrometeorológicos (los ciclones tropicales y las crecidas) han causado la pérdida de cientos de vidas. Han ocasionado graves daños en la producción agrícola y las infraestructuras y han provocado desplazamientos de población». Así declaró el secretario general de la OMM, profesor Petteri Taalas en una conferencia técnica organizada por el organismo en Cartagena (Colombia).
Entre los años 2020 y 2022, la región vivió 175 desastres. De ellos el 88% se produjeron por razones meteorológicas, climatológicas o hidrológicas. Causando así el 40 % de las muertes registradas por catástrofes y el 71 % de las pérdidas económicas.
Las olas de calor más fuertes, las sequías críticas, el deshielo de los glaciares, así como las precipitaciones extremas y la deforestación seguirán agravándose. Lo que azotará al continente americano «desde la Amazonia hasta los Andes. También desde las aguas de los océanos Pacífico y Atlántico hasta las zonas más recónditas de la Patagonia», alerta la ONU.
En 2021, «la tendencia al calentamiento en América Latina y el Caribe» continuó, señala el informe. Los ecólogos detallaron que los glaciares andinos han perdido más del 30 % de su superficie desde la década de 1980. Esto mientras que la «megasequía» que castiga a la zona central de Chile es la más duradera del último milenio.
A todo ello se suma que el nivel del mar en la región está subiendo más rápidamente que el promedio a escala mundial. Esto amenazando a un porcentaje muy alto de la población.
Asimismo, el documento indica que las tasas de deforestación en el año pasado fueron las más elevadas desde 2009. En 2021, se perdió un 22 % más de superficie forestal que en 2020, cuando las precipitaciones extremas provocaron numerosas crecidas y deslizamientos de tierra. Lo que dejó víctimas fatales entre la población y conllevando enormes daños materiales.