En medio de un panorama económico global sacudido por la incertidumbre, la banca en Panamá ha logrado consolidarse como un punto de estabilidad regional. El Centro Bancario Internacional (CBI) alcanzó en junio de este año un volumen de depósitos de $113,163.7 millones, impulsado por un crecimiento interanual del 6.74%. No es una cifra menor. Refleja confianza y posicionamiento.

El peso del capital externo

El motor principal de ese crecimiento no provino del ahorro local, sino del exterior. Los depósitos externos subieron un notable 13.5%, totalizando 45,569.1 millones de dólares. Estos flujos de capital consolidan a Panamá como una plataforma regional para el resguardo de fondos y la canalización de inversiones.

Mientras tanto, los depósitos internos crecieron más lentamente, un 2.6% en el mismo período, con un saldo de 67,594.6 millones. Esta diferencia entre capital interno y externo revela no solo una apertura estructural del sistema bancario panameño, sino también una creciente dependencia —y atractivo— frente a inversionistas internacionales que buscan seguridad y rendimiento.

Crédito externo: la joya de la corona de la banca en Panamá

Más allá de los depósitos, el verdadero corazón del sistema late con fuerza en su cartera crediticia. Con un crecimiento del 8.72%, esta alcanzó los $99,712.8 millones. ¿La razón principal? Un impresionante repunte del crédito externo, que aumentó casi un 20%. En contraste, la cartera interna mostró un crecimiento más conservador del 3.32%.

La conclusión es clara: Panamá sigue proyectando su influencia más allá de sus fronteras, prestando a actores internacionales que confían en su estructura bancaria como plataforma segura y eficaz.

Activos sólidos, gestión cautelosa

Los activos totales del CBI ascendieron a $158,606.9 millones, tras un crecimiento del 6.7%. Este no es un simple aumento cuantitativo. Se trata de un crecimiento respaldado por una estrategia deliberada: fortalecer los activos productivos, optimizar el uso del balance y mantener altos estándares de liquidez y solvencia.

Con un índice de liquidez legal de 54.49% y un Índice de Adecuación de Capital (IAC) de 15.71%, la banca en Panamá no solo cumple, sino que supera con comodidad los requisitos regulatorios. En otras palabras, no está improvisando.

Un entorno exigente que obliga a innovar a la banca en Panamá

No todo es color de rosa. A pesar del crecimiento, los márgenes de rentabilidad se han estrechado en comparación con 2024. En parte, por la creciente competencia regional por liquidez y por un entorno financiero global más restrictivo. Pero también por la necesidad de transformar sus modelos operativos.

La Superintendencia de Bancos de Panamá lo tiene claro: hay que anticipar vulnerabilidades, optimizar costos y diversificar fuentes de ingreso. De lo contrario, la resiliencia mostrada podría tornarse frágil.

Más allá de las cifras de la banca en Panamá

La banca panameña, compuesta por 62 instituciones, no solo se mantiene a flote. Avanza. Pero lo hace con una combinación compleja de factores: una imagen de confianza internacional, una regulación exigente y una administración estratégica del riesgo. Es un modelo que no se construye de la noche a la mañana.

Panamá ha entendido algo que otros mercados aún no: en tiempos de turbulencia, no gana quien más promete, sino quien mejor resiste. Y hasta ahora, la banca en Panamá ha demostrado ser, más que resistente, sorprendentemente adaptable.