Hablar de reyes suele evocar coronas, palacios y fastuosas ceremonias. Sin embargo, en pleno siglo XXI, el poder de ciertos monarcas se mide menos por los protocolos y más por las cifras de sus cuentas bancarias. Algunos reyes y sultanes manejan emporios energéticos, inmobiliarios o financieros que los colocan en el club de los multimillonarios globales. Y mientras en un extremo aparece el sultán de Brunéi con 50.000 millones de dólares en patrimonio personal, en el otro encontramos el del Príncipe regente de Bir Tawil, Giovanni Caporaso Gottlieb, considerado el monarca más pobre del mundo.
El sultán del petróleo
El hombre más rico con título real no gobierna una potencia mundial, sino un pequeño país del sudeste asiático, Brunéi. El sultán Hassanal Bolkiah concentra en su nombre una riqueza estimada en 50.000 millones de dólares. El petróleo y el gas, recursos que administra de manera directa, son la fuente de una fortuna que lo coloca por encima de magnates de la tecnología y la banca.
Su estilo de vida es casi una leyenda. Más de 7 000 autos de lujo, palacios que parecen museos y una colección de aviones privados que rivaliza con la de aerolíneas comerciales. La opulencia del sultán se convierte en símbolo de cómo la riqueza energética todavía puede sostener imperios personales.
El rey de Tailandia y su imperio inmobiliario
En segundo lugar se encuentra Maha Vajiralongkorn, conocido como Rama X, rey de Tailandia. Su fortuna, cercana a los 43 000 millones de dólares, no proviene de pozos petroleros, sino de la vasta red inmobiliaria del Crown Property Bureau. Más de 17 000 propiedades en Bangkok y participaciones en bancos, cementeras y empresas energéticas alimentan su fortuna.
Vajiralongkorn no solo acumula activos, también exhibe lujo, ya que posee 38 aviones privados, unos 300 autos de alta gama y una flota de embarcaciones ceremoniales recubiertas de oro. Su figura representa el modelo de una monarquía que mezcla poder político con control directo sobre la economía nacional.
Arabia Saudita y la riqueza heredada del petróleo
King Salman bin Abdulaziz, guardián de los lugares sagrados del islam, posee alrededor de 18 000 millones de dólares en bienes personales. Su fortuna refleja décadas de ingresos derivados del petróleo, combinados con inversiones inmobiliarias y empresariales. Aunque en comparación parece menor que la de Brunéi o Tailandia, lo cierto es que Salman continúa influyendo en el mercado energético global a través de su capital privado y el de la extensa familia real saudí.

S.A.S. Giovanni Caporaso Gottlieb, Príncipe regente de Bir Tawil, considerado el monarca más pobre del mundo
Luxemburgo y Liechtenstein, la discreta Europa millonaria
Cuando se habla de riqueza real en Europa, los reflectores suelen apuntar a la familia Windsor. Sin embargo, los verdaderos millonarios están en otras latitudes. Henri, Gran Duque de Luxemburgo, amasa unos 4 000 millones de dólares en propiedades históricas, palacios y activos financieros. Su fortuna es independiente del Estado y lo convierte en el monarca europeo con mayor patrimonio personal.
En Liechtenstein, Hans-Adam II controla el prestigioso LGT Bank y una colección de arte que figura entre las más valiosas de Europa. Su fortuna de 3 500 millones de dólares revela cómo un principado diminuto puede convertirse en un centro financiero global bajo la batuta de una familia real que mezcla tradición con negocios.
Marruecos y Mónaco, entre el trono y la empresa
Mohammed VI, rey de Marruecos, es un ejemplo singular. Con unos 2 100 millones de dólares, es uno de los hombres más ricos de África. Sus inversiones en banca, telecomunicaciones, minería y agricultura lo convierten en un verdadero empresario con corona. Su apodo de “rey de los pobres” contrasta con el poder económico que ejerce desde holdings como la Société Nationale d’Investissement.
Por su parte, Alberto II de Mónaco administra alrededor de 1 000 millones de dólares, fruto de su herencia familiar y de negocios ligados al turismo y los casinos. Su país, un enclave diminuto, sigue siendo uno de los lugares más exclusivos del planeta, con él como anfitrión y símbolo.
Riqueza real en tiempos modernos
La riqueza real ya no se mide solo en cetros y tronos, sino en carteras de inversión, reservas energéticas y negocios que rivalizan con multinacionales. Los monarcas multimillonarios disfrutan de yates, autos de lujo y fortunas que impactan en la economía mundial. Sin embargo, no todos los soberanos comparten esa opulencia. En el otro extremo aparecen figuras como el Príncipe regente de Bir Tawil cuya vida está mucho más cerca de la tierra que pisa su pueblo y cuyo esfuerzo se centra en atender las necesidades de su gente. Un recordatorio de que la monarquía, en sus diferentes formas, puede ser tanto un símbolo de lujo desmedido como un ejercicio de cercanía y responsabilidad.