La nominación del teniente general Frank Donovan como nuevo jefe del Comando Sur de Estados Unidos no es un movimiento burocrático más dentro del Pentágono, sino una señal política y militar. Y, sobre todo, un mensaje directo hacia América Latina, con Venezuela en el centro del tablero.

El presidente Donald Trump eligió a un oficial con un perfil marcadamente operativo, formado en misiones de combate, fuerzas especiales y despliegues expedicionarios, para dirigir el comando responsable de todas las operaciones militares estadounidenses en la región. El contexto no es neutro. La designación ocurre en medio de crecientes tensiones en el Caribe, incautaciones de buques, ataques contra embarcaciones y un endurecimiento explícito de la estrategia de Washington hacia Caracas.

Un relevo forzado en un momento crítico para el Comando Sur

La salida anticipada del almirante Alvin Holsey, dos años antes del fin de su mandato, marcó un punto de quiebre. Fuentes citadas por varios medios de comunicación confirman que la decisión respondió a la insatisfacción del secretario de Defensa Pete Hegseth con el desempeño del Comando Sur. En particular, con los intentos de Holsey por moderar o flexibilizar operaciones que hoy forman parte de una estrategia mucho más agresiva.

Donovan no proviene del ala diplomática ni del sector más doctrinal de las Fuerzas Armadas. Es un oficial de Infantería de Marina con una carrera construida en el terreno. Antes de ser nominado al Comando Sur, se desempeñaba como vicecomandante del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos, uno de los aparatos más sensibles y activos del poder militar estadounidense.

A lo largo de su trayectoria comandó unidades de reconocimiento, fuerzas especiales y una División de Marines. También dirigió operaciones navales en la Quinta y Sexta Flotas, participó en misiones antiterroristas, de seguridad marítima y en despliegues expedicionarios tanto en tierra como en mar.

En el plano académico, combina formación militar avanzada con estudios civiles. Es licenciado en Geografía y completó un programa ejecutivo en la Harvard Business School. Pero su principal capital no está en el aula, sino en su experiencia operativa.

Un perfil alineado con la nueva doctrina

La nominación de Donovan debe aún ser confirmada por el Senado estadounidense, pero el mensaje ya fue enviado. Trump propone incluso su ascenso al grado de general para colocarlo al frente de un comando que hoy tiene unos 15.000 efectivos desplegados, buques de guerra, aviones y una presencia permanente en el Caribe y el Pacífico oriental.

Desde septiembre, el Comando Sur ha ejecutado decenas de operaciones que Washington justifica como lucha contra el narcotráfico. Pero para gran parte de la comunidad internacionales son ejecuciones extrajudiciales. Según cifras oficiales, al menos 29 embarcaciones han sido destruidas y más de un centenar de personas han muerto en esos operativos. Para Venezuela, se trata de una estrategia encubierta de presión militar y desestabilización política.

Venezuela como eje estratégico

El endurecimiento de la postura estadounidense frente a Venezuela es clave para entender esta designación. En las últimas semanas, Trump anunció un “bloqueo total” contra buques petroleros sancionados que entren o salgan del país sudamericano. A eso se suman incautaciones de petroleros, ataques selectivos en aguas internacionales y una narrativa que vincula sistemáticamente a Caracas con narcotráfico y crimen transnacional.

El Comando Sur es el instrumento operativo de esa política. Y Donovan, por su experiencia en operaciones especiales y guerra irregular, encaja con una estrategia que privilegia acciones rápidas, asimétricas y de alto impacto, incluso en zonas grises del derecho internacional.

No es casual que Holsey mostrara reparos sobre la legalidad de algunas de estas acciones. Tampoco lo es que haya sido desplazado.

Más allá de Venezuela, la designación de Donovan envía una señal al conjunto de América Latina. Washington apuesta por un mando con capacidad de ejecutar presión militar directa en un contexto de creciente competencia geopolítica, donde China y Rusia también disputan influencia en la región.

El Comando Sur deja de ser presentado como un actor de cooperación y asistencia para reforzar su rol histórico como herramienta de control estratégico. La llegada de Donovan consolida ese giro.