El fallecimiento del pontífice Francisco ha activado uno de los procesos más enigmáticos del catolicismo: la elección del nuevo papa. Mientras Roma aún guarda luto y la Capilla Sixtina se prepara para recibir a los 133 cardenales electores, el resto del planeta —incluidas casas de apuestas, analistas y creyentes— intenta adivinar quién ocupará el trono de San Pedro. La elección del nuevo papa no es solo un evento espiritual, sino también político, simbólico y, en estos tiempos, sorprendentemente especulativo.

Parolin y Tagle, los grandes favoritos para nuevo papa

A juzgar por las casas de apuestas europeas y plataformas de predicción, dos nombres dominan la escena: el italiano Pietro Parolin y el filipino Luis Antonio Tagle. Ambos representan continuidades, aunque con matices, del legado de Francisco. Parolin, actual Secretario de Estado del Vaticano, es considerado un diplomático experimentado con gran respaldo interno. Tagle, por su parte, encarna un enfoque más pastoral y misionero, con un fuerte carisma internacional.

Según las cifras más recientes, Parolin lidera con un 37% de probabilidad, mientras que Tagle lo sigue con un 26%. Casas como William Hill, Betfair o Sportium reflejan esta tendencia, aunque las cuotas varían. Paddy Power incluso coloca a Tagle como el principal candidato.

¿Qué otros nombres suenan en el cónclave?

Aparte de Parolin y Tagle, el italiano Matteo Zuppi, conocido por su activismo social y cercanía al pueblo, figura como contendiente. También aparece el ghanés Peter Turkson, que sumaría una histórica representación africana en el trono papal. Todos ellos compiten en un contexto singular: más del 80% de los cardenales electores fueron creados por Francisco, lo que implica un Colegio Cardenalicio menos europeo y más diverso que nunca.

La elección, sin embargo, es impredecible. En 2013, Jorge Mario Bergoglio no figuraba entre los favoritos. La historia papal está llena de sorpresas, y los cardenales que deliberan en la clausura de la Capilla Sixtina lo hacen sin comunicación externa, en un ambiente de oración, reflexión y diplomacia silenciosa.

Una elección del nuevo papa entre lo divino… y lo terrenal

Mientras las reuniones preliminares —llamadas “congregaciones generales”— abordan temas sensibles como los abusos sexuales, la evangelización o el rol de la Iglesia en la paz mundial, en las afueras del Vaticano se vive una especie de “show espiritual”. Decenas de periodistas esperan declaraciones, mientras las casas de apuestas siguen moviendo cifras.

El fenómeno no es nuevo: en el siglo XVI ya se apostaba en Roma sobre quién sería el nuevo papa, práctica que fue prohibida por Gregorio XIV en 1591… y derogada siglos después. Hoy, ninguna norma canónica prohíbe este tipo de actividades.

¿Y el nombre papal?

Otra dimensión de la especulación es el nombre que elegirá el pontífice. Juan ha sido históricamente el más común, seguido de Gregorio, Benedicto, Clemente y León. Algunas casas permiten apostar a esta elección: Francisco II, Benedicto XVI o Juan Pablo III figuran entre las opciones más populares.

El cambio de nombre no es una formalidad menor. Representa la identidad espiritual y pastoral que desea asumir el nuevo líder. Puede inspirarse en un papa anterior, un santo o una figura bíblica, enviando un mensaje al mundo sobre su visión del papado.

Un ritual antiguo en un mundo moderno

En esta elección del nuevo papa, convergen tradición, misterio y tecnología. Mientras dentro del Vaticano se busca con oración al sucesor de Pedro, fuera de sus muros, la cultura digital convierte la sucesión papal en un espectáculo globalizado.

Pero una cosa está clara: ni las cuotas, ni los algoritmos, ni los periodistas pueden prever lo que ocurrirá tras las puertas de la Capilla Sixtina. Cuando el humo blanco se eleve al cielo, el mundo conocerá a su nuevo pastor. Hasta entonces, la incertidumbre reina… y las apuestas también.