Vuelven los piratas del Caribe, esta vez por el petroleo y atacan a barcos y plataformas petroleras.
Actualizdo al 14 de septiembre de 2021
La piratería ha existido por siglos; pero ni siquiera hoy está penalizada de manera unánime por una ley internacional. Vuelven los piratas del Caribe y EE.UU. piratea buques de petroleo en aguas internacionales.
La piratería en el siglo XXI, todavía sin un marco legal internacional que la condene. Por piratería se entiende todo acto no autorizado de violencia cometido por un buque contra otro en alta mar con ánimo de depredación.
La Convención de Ginebra sobre el Alta Mar, de 1958, recoge en tres acápites una definición muy similar a la anterior sobre qué entender por piratería; pero en ningún momento la considera un delito. La Convención deja el espacio legal para que los países establezcan, en sus códigos penales, cómo tipificar y sancionar los actos ilícitos cometidos en el mar.
Los juristas asumen la piratería como un delito sui géneris, que se comete en alta mar, un espacio marítimo internacional regulado por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, de diciembre de 1982. Por tanto, según este concepto, la piratería se comete en aguas internacionales, es decir, en un espacio marítimo sobre el cual un Estado no ejerce jurisdicción.
Durante mucho tiempo se consideró que solo los buques privados podían cometer actos piratas; sin embargo, en el siglo XXI estamos viviendo una nueva etapa, en la que los piratas son los propios gobiernos.
Cuando los gobiernos se vuelven piratas
La incautación de 1,16 millones de barriles de petróleo que iban en cuatro buques supuestamente iraníes, por parte del Gobierno de Estados Unidos, demuestra una vez más que Washington actúa como un pirata en pleno siglo XXI. El interés principal de EE.UU. es controlar el llamado “oro negro”.
Este petróleo confiscado supuestamente era para Venezuela, un país que ha sufrido diferentes sanciones por la Casa Blanca. La Administración Trump no reconoce a Nicolás Maduro como legítimo presidente, sino al opositor Juan Guaidó como “mandatario encargado”.
Venezuela es un país petrolero, pero su producción ha descendido hasta aproximadamente un cuarto de lo que lograba procesar en 2008. La economía de la patria de Bolivar atraviesa una recesión que se ha extendido por seis años. En este contexto, Maduro solicitó el apoyo de un aliado de Caracas, Irán, para tratar de paliar la escasez de combustible en el país.
En mayo, Irán logró colocar en Venezuela un cargamento de 1,5 millones de barriles de gasolina; pero el siguiente envío fue confiscado por Washington, con la colaboración de “socios extranjeros”, reconoció el Departamento de Justicia. Según el Gobierno estadounidense el cargamento violaba las sanciones impuestas unilateralmente por Washington tanto a Venezuela como Irán.
Piratería en el siglo XXI: vuelven los piratas del Caribe
No existe ninguna ley internacional que impida el negocio entre dos países soberanos y que permita abordar, en aguas internacionales, a un barco y tomarlo como rehén. Irán alegó que todo era una mentira. Además el país Persa declaró que nada tenía que ver con los barcos, de acuerdo con las declaraciones de Hojat Soltani, el embajador iraní en Venezuela.
Los cuatro barcos incautados, Bella, Bering, Pandi y Luna, son de propiedad privada y el petróleo que transportaban fue a parar a Houston. Tres compañías reclamaron ser las propietarias de ese petróleo. Mientras, la misión de Teherán ante Naciones Unidas protestó porque consideró la incautación como un acto de piratería.
«Cualquier intento en alta mar para evitar que Irán se involucre en un comercio legal con cualquier país que elija será un acto de piratería, pura y simplemente», resaltó Alireza Miryousefi, portavoz de la oficina de Irán en la ONU.
Mobin International, de Emiratos Árabes Unidos, reclamó ante el Tribunal del Distrito de Columbia porque se considera propietaria del petróleo que iba en los barcos Bella y Bering. La empresa Oman Fuel, del Reino Unido, reclamó el cargamento del Pandi y una parte del Luna. Además, Sohar Fuel, de Omán, dijo que era el titular de la otra parte del petróleo del Luna.
Las compañías demandantes exigen el retorno de su petróleo que estaba, en realidad, destinado a Trinidad y Tobago, para luego venderlo en Colombia y Perú.
Washington ha practicado en otras ocasiones la piratería del petróleo venezolano, aunque no en aguas internacionales.. El ejemplo más fuerte fue la confiscación de Citgo, que había pertenecido a PDVSA desde los años ochenta. La cadena de gasolineras venezolana contaba con tres refinerías en Texas, Luisiana e Illinois, así como una red de oleoductos que llegaban a 23 estados, con 10 mil gasolineras.
Su valor oscilaba entre 8 mil y 13 mil millones de dólares. Un juez del Tribunal de Distrito, en Delaware, ordenó la venta de Citgo, que pasó a ser controlada por una Junta designada por el “presidente interino”, Guaidó.
Si siglos atrás los piratas asaltaban a mano armada los barcos, en plena mar, para tomar el oro y la plata que transportaban, ahora vuelven los piratas del Caribe. Como en la antigüedad los gobiernos, han encontrado maneras diferentes para tomar lo que no les pertenece, ahora lo que necesitan es el petróleo.
Vuelven los piratas del Caribe
Los piratas del siglo XXI tienen nuevos objetivos. Ahora los piratas volvieron en el Caribe, por el petroleo y atacan los barcos para robar petróleo y secuestran a las personas, para luego pedir enormes rescates. Las costas de Somalia y de México han sido las más golpeadas por esta plaga.
El gobierno de Estados Unidos, esta vez, lanzó una alerta especial sobre los ataques piratas, especialmente en la zona marítima de México conocida como Bahía de Campeche. En esta región existe una alta concentración de plataformas petroleras. EE.UU. en vez de combatir la piratería se dedica al mismo negocio secuestrando 4 naves petroleras en aguas internacionales.
En las aguas mexicanas se han producido, en el primer semestre de este año, al menos 19 ataques. El modus operandi es similar en la mayoría de los casos, ya que los piratas se desplazan en botes pequeños, muchos de los cuales lucen como barcos pesqueros; pero, en realidad, están dotados de motores fuera de borda que les permiten escapar de las autoridades.
Los piratas utilizan en los asaltos todo tipo de armamentos y se llevan todo lo que pueden.
El listado de objetos robados es amplísimo e incluye desde pertenencias personales de los marineros y trabajadores de las plataformas petroleras (teléfonos, computadoras), hasta equipos de navegación y comunicación, tanques de oxígeno, motores, luces de aterrizaje para helicópteros y obviamente el petróleo. Todo esto va a parar al mercado negro donde se comercializa de inmediato.
Las plataformas petroleras en alta mar también ha sido centro de los ataques. Esto ha despertado la preocupación de las autoridades mexicanas y estadounidenses, ya que sus intereses económicos han sido dañados por estos ataques. Ademas de las pérdidas directas con el robo del petróleo, la piratería eleva el miedo de potenciales inversores en estos negocios.
Los piratas buscan petroleo, igual que el Gobierno de EE.UU.
Los ataques de piratas en aguas mexicanas comenzaron a intensificarse a partir de 2017. Ese año se produjeron 19 asaltos a busques de suministro, plataformas petroleras y botes pesqueros. Luego, en 2018, hubo 16 ataques solo en la Bahía de Campeche; en 2019 la cifra creció a 20 y en los seis primeros meses de este año se reportaron 19 asaltos.
No obstante, los expertos aseguran que la cifra es superior, porque no todos los ataques son reportados, por diversas razones, entre ellas el interés por no recibir una investigación de las autoridades.
De acuerdo con la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte, que representa a los marineros, en 2019 hubo 180 robos y asaltos en la bahía de Campeche. Este notable aumento del crimen llega en un contexto en el que la violencia se ha multiplicado en el país, ante la incapacidad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador de frenar a las bandas criminales.
Bahía de Campeche es el foco de la piratería
La Bahía de Campeche reúne a más de 200 plataformas petroleras, ya que esa región es de donde más se extrae petróleo en México. Cada día cientos de embarcaciones navegan por esa bahía, transportando petróleo y suministro para los trabajadores. Los piratas vigilan esos movimientos y esperan el momento oportuno para lanzar sus ataques. Las autoridades han realizado muy pocos arrestos de estos piratas.
La Marina de México ha aumentado la vigilancia, con más patrullajes en la bahía, pero todo ha sido insuficiente. Según Andrés Rodríguez, representante del sindicato de marinos mercantes de México, estos ladrones cuentan con impunidad. Los criminales, dijo, “saben que pueden continuar cometiendo crímenes”.