En un año marcado por récords, giras multitudinarias y una omnipresencia digital pocas veces vista, Shakira decidió cerrar 2025 con un gesto que no se mide en aplausos ni en streams. Mientras millones la buscaban en Internet y coreaban sus canciones alrededor del mundo, la artista colombiana eligió mirar hacia otro escenario. Uno sin luces ni pantallas gigantes, pero cargado de sentido. El mejor regalo de Navidad de Shakira no fue material, ni simbólico. Fue real y tuvo nombres, rostros y futuros concretos.
415 graduaciones como punto de llegada
La cantante celebró la graduación de 415 estudiantes de los colegios impulsados por su Fundación Pies Descalzos, una organización que lleva casi tres décadas trabajando en silencio, lejos del ruido del espectáculo.
Los jóvenes provienen de regiones históricamente golpeadas por la desigualdad y la violencia en Colombia como La Guajira, Barranquilla, Quibdó y Cartagena. Para muchos de ellos, culminar la secundaria no era un destino garantizado, sino una posibilidad remota. La fundación convirtió esa posibilidad en una meta alcanzable y, finalmente, en una realidad.
Shakira lo resumió con una frase que condensó el espíritu del momento. Dijo que ese era su mejor regalo navideño. No como una consigna emocional, sino como una convicción profunda que viene sosteniendo desde hace años.
Más allá del pop, una apuesta de largo aliento
Resulta tentador separar a la superestrella global de la filántropa, pero en el caso de Shakira ambas dimensiones conviven y se retroalimentan. En 2025 fue la colombiana más buscada en Google, superando a figuras del entretenimiento y el deporte. Su gira mundial y su vigencia artística explican parte de ese fenómeno, pero no todo.
Lo que distingue este momento es la manera en que la artista ha utilizado ese foco mediático para amplificar una causa. Mientras las búsquedas se multiplicaban, ella hablaba de educación, de maestros, de procesos largos. De jóvenes que crecieron dentro de un sistema educativo diseñado para sostenerlos, no para expulsarlos.
La Fundación Pies Descalzos no se limita a entregar diplomas. Su modelo apuesta por infraestructura de calidad, acompañamiento docente y programas integrales que incluyen alimentación, arte, deporte y formación para la vida. En 2024 y 2025, la organización inauguró y consolidó nuevos centros educativos, como el colegio Villas de Aranjuez en Cartagena y un megacolegio en Tibú, Norte de Santander.
Estos espacios no solo educan. Funcionan como núcleos comunitarios en zonas donde el Estado ha llegado tarde o de manera fragmentada. La inversión acumulada de la fundación la convierte en uno de los actores privados más relevantes del sector educativo colombiano.
El impacto que no suele verse
Entre los 415 graduados hay futuros ingenieros, músicos, artistas, economistas y emprendedores. Cerca del 75 % continuará estudios superiores, una cifra que habla de continuidad y no solo de cierre de ciclo. Desde su creación, la fundación ha acompañado directa o indirectamente a cientos de miles de niñas, niños y adolescentes, y a decenas de miles de familias.
Ese impacto rara vez ocupa titulares internacionales. No genera tendencias efímeras, pero cambia trayectorias vitales. En un país donde el origen social suele determinar el destino, la educación se convierte en una forma concreta de justicia.
El regalo de Navidad de Shakira con sentido propio
En tiempos donde las celebridades suelen asociar la filantropía a campañas puntuales, Shakira insiste en una lógica distinta. La suya es una apuesta sostenida, incómoda por momentos, y profundamente política en el mejor sentido de la palabra. Apostar por la educación es intervenir en el futuro.
Por eso, cuando habló de su regalo de Navidad, no lo hizo desde la nostalgia ni desde el marketing emocional. Lo hizo desde la certeza de haber contribuido a que cientos de historias cambien de rumbo.
