El año 2023 marcó un hito preocupante en la historia de la libertad digital en América Latina y el Caribe. Un nuevo informe revela que la región experimentó el mayor número de cortes de Internet en un solo año, con cuatro países implementando estas medidas drásticas. Este fenómeno, lejos de ser aislado, forma parte de una tendencia global alarmante que amenaza los derechos humanos y socava los principios democráticos.
El panorama regional: un retroceso digital
En el corazón de América Latina, países como Brasil, Cuba, Venezuela y, por primera vez, Surinam, recurrieron a los cortes de Internet como herramienta de control social y político. Estas acciones no solo privaron a millones de ciudadanos de un servicio esencial, sino que también pusieron de manifiesto la fragilidad de las libertades civiles en la era digital.
Cuba, donde la censura se vuelve rutina
Por cuarto año consecutivo, Cuba implementó cortes de Internet, consolidando una preocupante tendencia. En mayo de 2023, coincidiendo con manifestaciones masivas en Guantánamo, cientos de cubanos reportaron interrupciones en el servicio. Esta táctica, que forma parte de una estrategia más amplia de represión, busca silenciar el disenso y limitar la capacidad de organización de los ciudadanos.
Venezuela, la democracia en la oscuridad
En Venezuela, los cortes de Internet resurgieron como una sombra sobre el proceso democrático. Durante las elecciones primarias de la oposición en octubre, se reportaron interrupciones generalizadas en Caracas. Aunque el gobierno atribuyó estos cortes a fallas eléctricas, el patrón coincide con estrategias previas de socavar procesos electorales. Tras los comicios presidenciales, Nicolás Maduro vetó el uso de X (antes Twitter), en el país, por considerar que se trataba de un “arma del enemigo”.
Brasil, la batalla legal por la comunicación
Brasil, por su parte, volvió a los titulares al bloquear Telegram por segundo año consecutivo. En abril, un juez federal ordenó el bloqueo nacional de la plataforma, en un intento por obtener información sobre grupos extremistas. Aunque el bloqueo se levantó tras tres días, el episodio reavivó el debate sobre los límites del control estatal en las comunicaciones digitales.
Surinam, un nuevo actor en la censura digital
La incorporación de Surinam a la lista de países que implementan cortes de Internet es particularmente alarmante. En febrero, ante protestas masivas en la capital, las autoridades respondieron con un toque de queda y la interrupción del acceso a redes sociales. Este caso ilustra cómo, incluso en países sin historial previo, los gobiernos pueden recurrir rápidamente a estas medidas en momentos de crisis.
Cortes de Internet, un fenómeno global con raíces profundas
Los cortes de Internet en América Latina no son un fenómeno aislado. A nivel mundial, 39 países interrumpieron deliberadamente el acceso a la red al menos 283 veces durante 2023. Países como Irán e India se destacan por el uso frecuente de esta táctica para suprimir manifestaciones y controlar regiones conflictivas.
Las consecuencias de los cortes de Internet, más allá de la desconexión
Los cortes de Internet no son simples inconvenientes técnicos; representan ataques directos a los derechos humanos fundamentales. Estas interrupciones no solo limitan la libertad de expresión y el acceso a la información, sino que también pueden exacerbar situaciones de violencia, ocultar crímenes de guerra y facilitar la represión estatal.
En contextos de protesta o elecciones, como se vio en América Latina, los cortes de Internet socavan la capacidad de los ciudadanos para organizarse, expresar su descontento y participar plenamente en procesos democráticos. Además, estas medidas pueden tener graves consecuencias económicas, afectando especialmente a comunidades ya vulnerables.
A medida que avanzamos, la lucha por mantener un Internet libre y abierto se vuelve cada vez más crucial. Es un desafío que requiere la atención y el compromiso de todos: desde activistas y tecnólogos hasta legisladores y ciudadanos comunes. Solo a través de esfuerzos concertados podremos asegurar que el Internet del futuro sea un espacio de libertad, innovación y progreso democrático, no una herramienta de opresión y control.