En un giro inesperado de los acontecimientos, el presidente Joe Biden ha anunciado su decisión de no buscar la reelección en noviembre de 2024. Así puso fin a meses de especulación y debate dentro del Partido Demócrata. Esta noticia llega en un momento en que la economía estadounidense muestra signos de fortaleza y plantea una paradoja. ¿Cómo evaluar la gestión económica de un presidente que no buscará un segundo mandato?
El legado económico de Biden, luces y sombras
La administración Biden puede jactarse de haber logrado un crecimiento económico sólido en medio de desafíos globales sin precedentes. El Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos creció un 2.5% en 2023, superando las expectativas de muchos analistas y mejorando el desempeño del año anterior. Este logro es particularmente notable considerando el contexto post-pandémico y las tensiones geopolíticas que han sacudido los mercados mundiales.
Biden no ha dudado en comparar su gestión con la de su predecesor y potencial rival, Donald Trump, afirmando que «el crecimiento económico es más fuerte que el que tuvimos bajo la administración Trump». Esta declaración, respaldada por cifras oficiales, ha sido un pilar central de la narrativa económica de la Casa Blanca.
La batalla contra la inflación, una victoria parcial
Uno de los mayores desafíos que enfrentó la administración Biden fue el repunte de la inflación, que alcanzó un máximo de 9.1% en el verano de 2022, el nivel más alto en cuatro décadas. Sin embargo, las medidas adoptadas por el gobierno y la Reserva Federal lograron estabilizar la tasa de inflación en un 3.3%. Aunque este nivel sigue siendo superior al objetivo del 2% de la Fed, representa una mejora significativa. Biden lo ha presentado como un éxito de su gestión económica.
El «Bidenomics», una visión para el futuro
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha sido una defensora clave de las políticas económicas de Biden, conocidas coloquialmente como «Bidenomics». Estas políticas se centran en inversiones en infraestructuras e industrias verdes, con el objetivo de crear «un nuevo futuro (…) impulsado por las industrias del siglo XXI, y en cuyo centro se encuentra la clase media». Esta visión a largo plazo ha sido presentada como una alternativa a las políticas económicas de administraciones anteriores, con Yellen enfatizando que «no podemos volver atrás».
A pesar de los logros económicos, la amenaza de una recesión sigue siendo una preocupación real. Algunos economistas estiman una probabilidad del 35% de que la economía estadounidense entre en recesión. Esta incertidumbre ha sido una fuente constante de presión para la administración Biden y podría haber influido en su decisión de no buscar la reelección.
El debate sobre la capacidad de Biden
Las dudas sobre la capacidad mental y física de Biden para liderar el país durante cuatro años más han sido un tema recurrente en el debate público. Un incidente particularmente dañino fue el informe del fiscal especial Robert Hur, que describió a Biden como «un anciano con mala memoria». Estos cuestionamientos, junto con un desempeño considerado como desastroso en un debate televisado, aumentaron la presión dentro del Partido Demócrata para que Biden reconsiderara su candidatura.
La sucesión de Biden: ¿Kamala Harris al frente?
Con la renuncia de Biden a la reelección, el foco de atención se ha desplazado hacia la vicepresidenta Kamala Harris. Biden ha expresado su apoyo a Harris como su sucesora en la campaña, pero no está claro si el partido respaldará unánimemente esta decisión. La posibilidad de celebrar «miniprimarias» para elegir al candidato demócrata ha sido planteada por figuras influyentes como Nancy Pelosi.
La decisión de Biden ha sumido al Partido Demócrata en un periodo de incertidumbre. Con la Convención Nacional Demócrata programada para agosto en Chicago, el partido se enfrenta a la tarea urgente de unificar sus filas y presentar un candidato viable para enfrentar a Donald Trump en noviembre.
En última instancia, la eficacia de la gestión económica de Biden será juzgada no solo por los indicadores actuales, sino también por la capacidad de sus políticas para generar un crecimiento sostenible y equitativo a largo plazo. Mientras tanto, el Partido Demócrata se enfrenta a la tarea desafiante de capitalizar los logros económicos de Biden mientras navega por las incertidumbres de una transición de liderazgo inesperada.