La carrera presidencial en Estados Unidos entre Kamala Harris y Donald Trump ha captado atención no solo en suelo estadounidense, sino también en América Latina. Aunque la región no figura entre las prioridades de ambos candidatos, sus políticas podrían impactar profundamente en temas como migración, comercio, y las relaciones diplomáticas con los países latinoamericanos.
La migración y la frontera sur: el punto de discordia
Donald Trump ha vuelto a poner la migración en el centro de su campaña. Alineado con su discurso de 2016, promete una postura de “tolerancia cero” en la frontera, donde una deportación masiva y el cierre de la frontera serían algunas de las primeras acciones en su agenda. Según sus asesores, el plan no solo busca frenar la migración, sino crear un ambiente de intimidación hacia los inmigrantes indocumentados para que reconsideren su estadía en EE.UU.
Trump también ha vinculado el flujo migratorio con problemas internos en el país, como el aumento del crimen, el precio de la vivienda y el tráfico de drogas. Además, sugiere que la administración demócrata ha facilitado la entrada de migrantes, una acusación que los republicanos consideran un punto clave en su crítica hacia la administración de Biden y Harris.
Harris y su apuesta por un enfoque de raíz
Kamala Harris, en contraste, apuesta por un enfoque que ataque las causas de la migración en los países de origen. A través de un plan de inversiones en Centroamérica, Harris ha impulsado el desarrollo económico y social para que las personas no se vean obligadas a emigrar. Con un fondo de $5 mil millones en compromisos, busca abordar los problemas estructurales que originan la migración, como la violencia y la falta de oportunidades.
Sin embargo, Harris ha sido firme en que una frontera segura es su objetivo, rechazando la opción de deportaciones masivas y enfocándose en políticas de control efectivo. Mientras que Trump considera que el programa “Permanecer en México” es una solución viable, Harris sostiene que es posible combinar una política de frontera firme sin recurrir a medidas extremas.
Crisis en Venezuela: un tema latente en la agenda
Durante su mandato, Trump tomó medidas severas hacia Venezuela, con sanciones y amenazas de intervención militar. Su postura de reconocer a Juan Guaidó como presidente legítimo sigue siendo una estrategia visible para los republicanos. Sin embargo, la situación de Venezuela no ha sido un tema central en la actual campaña de Trump, aunque la retórica de una posible intervención aún resuena.
Si bien Trump ha acusado al régimen de Maduro de liberar a criminales que terminan en suelo estadounidense, su enfoque hacia Venezuela parece depender de la política interna de Caracas y sus vínculos con potencias rivales como China y Rusia.
Harris y la presión diplomática sin intervención militar
Kamala Harris, por su parte, ha descartado una intervención militar en Venezuela, aunque ha enfatizado la importancia de mantener sanciones para presionar al gobierno de Maduro. Según Harris, Estados Unidos debe “respetar la voluntad del pueblo” y evitar compromisos que favorezcan al régimen actual. Su política hacia Venezuela se centra en una presión diplomática sostenida, buscando posibles acuerdos a través de aliados regionales.
La influencia de China en América Latina
Ambos candidatos, a pesar de sus diferencias, coinciden en un punto crítico: la creciente influencia de China en América Latina representa una amenaza para los intereses estadounidenses en la región. En las últimas décadas, China ha desplazado a EE.UU. como principal socio comercial en varios países latinoamericanos, lo que genera inquietudes en Washington.
Durante su mandato, Trump impuso aranceles a productos chinos y limitó la inversión de empresas tecnológicas chinas en EE.UU. Esta política tuvo consecuencias positivas para México, que se benefició de lo que se conoce como nearshoring, una estrategia en la que empresas trasladan sus operaciones a países cercanos para optimizar sus cadenas de suministro. Trump plantea mantener esta política agresiva, lo que indirectamente podría consolidar a México como un destino clave para las inversiones estadounidenses en la región.
Harris y la continuidad de la política hacia China
Kamala también reconoce la amenaza económica que representa China, pero su enfoque es más diplomático. Mientras que Trump apuesta por una guerra comercial abierta, Harris considera que EE.UU. debe fortalecer sus relaciones comerciales con América Latina para contrarrestar la influencia de Beijing. Harris ha expresado que busca una cooperación más estrecha con los países de la región para atraer inversiones estadounidenses y limitar el impacto de China en sectores estratégicos como el comercio y la tecnología.
El papel de México en la política exterior de Estados Unidos
La relación entre EE.UU. y México será determinante en la política exterior de ambos candidatos. Trump ha mostrado afinidad hacia una colaboración pragmática con los líderes mexicanos, proponiendo incluso acciones militares para combatir a los cárteles de drogas en territorio mexicano, un enfoque polémico que podría tensar las relaciones entre ambos países.
Además, Trump ha señalado que pretende renegociar el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), un tema delicado que podría impactar a sectores industriales en EE.UU. y México.
Harris, quien ha trabajado previamente con líderes mexicanos en California, favorece una colaboración de respeto mutuo en temas de seguridad. Ha propuesto una frontera más segura sin recurrir a intervenciones militares, y busca cooperar con el gobierno de Claudia Sheinbaum, sucesora de Andrés Manuel López Obrador. Además, Harris también muestra interés en renegociar aspectos del T-MEC, pero con una aproximación que respete los compromisos comerciales y beneficie a ambas partes.
Derechos humanos y democracia en América Latina
Otro punto de discordia en las propuestas de los candidatos es el enfoque hacia los derechos humanos y la democracia en la región. El Partido Demócrata, representado por Kamala, ha apoyado iniciativas que fortalecen el estado de derecho y los derechos humanos en América Latina, mientras que los republicanos, bajo la influencia de Trump, suelen priorizar una agenda de seguridad por encima de estos temas.
Para Harris, el compromiso de EE.UU. debe incluir programas que fortalezcan la democracia y los derechos humanos en países como Colombia, así como una respuesta coordinada ante las crisis migratorias y climáticas en la región. El objetivo de Harris es que EE.UU. no solo sea un socio económico, sino también un aliado en el desarrollo social y el respeto a los derechos humanos.
Trump y su afinidad con “hombres fuertes”
Trump ha demostrado afinidad con líderes autoritarios de la región, como el salvadoreño Nayib Bukele y el argentino Javier Milei. Su política exterior tiende a respaldar a líderes que implementan estrategias de “mano dura” para el control del crimen, lo cual es popular entre sus votantes. Sin embargo, este enfoque ha generado críticas de organismos internacionales que cuestionan la situación de los derechos humanos en estos países.
Kamala o Trump ¿Cuál es la mejor opción para América Latina?
La elección entre Kamala y Trump no solo se reduce a quién puede implementar una política más estricta en la frontera, sino que refleja dos visiones distintas para América Latina. Mientras Trump aboga por medidas extremas en seguridad y un nacionalismo económico, Harris apuesta por el desarrollo y la diplomacia como herramientas para fortalecer la relación con la región.
Ambos candidatos tienen sus fortalezas y debilidades, y la mejor opción para América Latina dependerá de las prioridades de cada país. Para quienes buscan una relación basada en el respeto a los derechos humanos y la democracia, Harris podría ser una opción más favorable. Sin embargo, para aquellos que prefieren una relación pragmática, centrada en la seguridad y el comercio, Trump podría resultar una elección más adecuada.