El surgimiento de los países agrupados bajo el acrónimo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, por ahora, pues el bloque se expandirá) ha sacudido los cimientos del orden económico global establecido durante décadas. Esta alianza de naciones emergentes, ricas en recursos naturales y con un enorme potencial de crecimiento, desafía la hegemonía occidental y redefine el equilibrio de poder en el escenario internacional.
El desafío a la supremacía occidental
Durante los últimos 70 años, Estados Unidos ha ostentado el liderazgo como superpotencia económica global. Sin embargo, el ascenso de los BRICS está poniendo en tela de juicio esta supremacía. Con una población combinada que representa el 40% de la población mundial (3.623 millones de habitantes) y un PIB conjunto de 25,8 billones de dólares en 2023, estos países pueden llegar a ser dominantes en áreas clave como el comercio, la inversión y la tecnología.
Un continuo crecimiento económico de los BRICS
El crecimiento económico de los BRICS ha sido imparable en la última década, superando con creces a las economías occidentales. Mientras que la Unión Europea experimenta un crecimiento más lento, los BRICS han logrado tasas de expansión económica mucho más altas, impulsadas principalmente por la locomotora china.
China, la economía más grande del bloque, ha sido la principal impulsora de este auge. Con un PIB de 17,7 billones de dólares en 2023 y una tasa de crecimiento anual promedio del 6,5% en la última década, China ha consolidado su posición como potencia económica global.
Uno de los factores clave que impulsan el auge económico de los BRICS es su capacidad para producir bienes y servicios a costos más bajos que los países occidentales. Al no estar sujetos a las restricciones de la Agenda 2030, estas naciones pueden mantener una mano de obra más barata y evitar los costos asociados con la implementación de medidas ambientales y sociales.
Inversión en infraestructura y desarrollo tecnológico
Los BRICS han priorizado la inversión en infraestructura y desarrollo tecnológico como motores de su crecimiento económico. China lidera esta estrategia, con el impulso de megaproyectos de construcción de carreteras, ferrocarriles y puertos en todo el bloque. Además, la inversión en investigación y desarrollo ha sido una prioridad, con el objetivo de reducir la brecha tecnológica con Occidente.
A pesar de su rápido crecimiento, los BRICS han logrado mantener niveles de deuda relativamente bajos en comparación con su PIB. En 2023, la deuda combinada de estos países ascendió a 18,8 billones de dólares, una cifra significativamente menor que la deuda de Estados Unidos, que superó los 32 billones de dólares. Esta situación les otorga a los BRICS una mayor flexibilidad fiscal para impulsar su desarrollo económico y evitar crisis de deuda.
El futuro de los BRICS
Aunque los BRICS aún enfrentan desafíos significativos, como la brecha en la renta per cápita en comparación con los países desarrollados, su trayectoria ascendente es innegable. Con una población joven y una creciente clase media, estos países representan un enorme mercado potencial para el consumo y la inversión.
En un movimiento que refuerza su influencia global, los BRICS han ampliado su bloque para incluir a cinco nuevos miembros: Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía (Argentina, con Milei como presidente, declinó unirse). Esta expansión no solo aumenta el peso económico del bloque, sino que también fortalece sus lazos geopolíticos y su capacidad de negociación en el escenario internacional.
¿Cómo responderán Occidente y la Unión Europea?
Ante el desafío planteado por los BRICS, surge la pregunta de cómo responderán Occidente y la Unión Europea. ¿Se unirán en una alianza estratégica con Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y el Reino Unido para contrarrestar el poder económico de los BRICS? ¿O buscarán formas de cooperar y aprovechar las oportunidades que ofrece este bloque emergente?
Los próximos años serán cruciales en la reconfiguración del equilibrio de poder económico global. Los BRICS han demostrado su determinación y capacidad para desafiar el statu quo, y su ascenso continuará marcando la agenda económica internacional en las próximas décadas.