La decisión de la Administración Biden de entregar bombas de racimo a Ucrania, para enfrentar a Rusia, ha despertado grandes polémicas. Desde Washington aseguran que la nueva ayuda militar, valorada en 800 millones de dólares, es necesaria. Esa “contribución” llega en un momento en que las tropas de Kiev han disminuido su arsenal de municiones. Mientras, algunos miembros de la OTAN, entre ellos España, han mostrado su preocupación por la entrega de este tipo de armamento.
La guerra en Ucrania, un gran negocio para la Administración Biden
La invasión de Rusia ha sido un gran negocio para Washington. La Administración Biden ha entregado miles de millones de dólares en armamentos. Al igual que sucedió en la II Guerra Mundial, Estados Unidos luego cobrará esas armas, con intereses, como parte de la política de préstamos y arriendos. De acuerdo con el Secretario de Estado, Anthony Blinken, las bombas de racimo entregadas son “altamente efectivas y seguras”.
¿Qué son las bombas de racimo?
Estos son dispositivos explosivos que están diseñados para desplegar múltiples submuniciones o bombas más pequeñas al ser lanzadas desde el aire. Estas submuniciones se dispersan en el aire y se esparcen sobre una amplia área, cubriendo así una gran superficie. Cada submunición individual contiene su propia carga explosiva y está destinada a detonar al impactar contra el suelo o cualquier objeto en su trayectoria. Esto crea un efecto devastador y altamente letal en el área objetivo.
Problemas asociados con las bombas de racimo
Uno de los principales problemas de las bombas de racimo es su incapacidad para distinguir entre objetivos militares y civiles. Debido a su amplio rango de dispersión, estas armas representan una amenaza significativa para la población civil que vive en zonas afectadas por los conflictos. Incluso después de que termina un conflicto, las submuniciones no detonadas pueden permanecer ocultas en el suelo y explotar en cualquier momento, representando un peligro continuo para la población local.
Además, las bombas de racimo también causan un daño significativo al medio ambiente. Cuando estas armas son lanzadas, contaminan grandes áreas con fragmentos explosivos y productos químicos tóxicos. Esto puede afectar negativamente los ecosistemas locales, la agricultura y la disponibilidad de recursos naturales, creando problemas a largo plazo para las comunidades que dependen de ellos.
Prohibición internacional sobre las bombas de racimo
La conciencia sobre los peligros y los impactos humanitarios de las bombas de racimo llevó a la adopción de la Convención sobre Municiones en Racimo (CMR) en 2008. Esta convención prohíbe el uso, la producción, la transferencia y el almacenamiento de bombas de racimo, y establece medidas para la limpieza y asistencia a las víctimas. Actualmente, 110 países han firmado o ratificado el tratado, lo que refleja un fuerte consenso internacional en torno a la necesidad de erradicar estas armas.
La prohibición de las bombas de racimo se basa en la preocupación por la protección de los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y la preservación del medio ambiente. La comunidad internacional reconoce que las consecuencias indiscriminadas de estas armas son inaceptables y que se debe poner fin a su uso.
A pesar de esta prohibición, la OTAN decidió “lavarse las manos”. Según el Secretario General de esta organización, Jens Stoltenberg, es opción de cada Estado miembro de la Alianza decidir si entrega bombas de racimo a Ucrania.