BlackRock es una empresa de inversión que ha acumulado un poder sin precedentes en la economía global. Junto con su principal accionista, Vanguard, controla una parte significativa de las acciones de la mayoría de las grandes empresas en prácticamente todas las industrias importantes. Desde gigantes tecnológicos como Apple y Microsoft hasta compañías de alimentos como Nestlé y PepsiCo, esta corporación tiene una participación sustancial en sus principales accionistas.
¿Cuándo se fundó BlackRock?
Fundada en 1988 por Larry Fink y Robert Kapito, BlackRock comenzó como una modesta empresa de gestión de inversiones en Estados Unidos. Sin embargo, su ambición y visión no tenían límites. En las décadas siguientes, se expandió a nivel internacional y abrió oficinas en ciudades clave de todo el mundo, desde Londres hasta Hong Kong, pasando por Sídney, Frankfurt y Dubái.
El monopolio encubierto
A pesar de la aparente competencia entre marcas, la realidad es que la mayoría de ellas son propiedad de un puñado de empresas matrices, que a su vez están controladas por BlackRock, Vanguard y algunas otras grandes empresas de inversión. Esta estructura de «muñeca rusa» crea un monopolio encubierto, donde la verdadera toma de decisiones se concentra en manos de unos pocos inversores institucionales.
Estas empresas de inversión no solo son accionistas mayoritarios de las principales compañías, sino que también poseen participaciones en los demás inversores institucionales. Esta compleja red les otorga un control casi total sobre la economía global, formando una estructura piramidal con BlackRock y Vanguard en la cúspide.
¿Quién es el dueño de BlackRock?
Aunque Larry Fink es el fundador y CEO de BlackRock, no es el único que toma las decisiones. La empresa también está en manos de sus accionistas, y aquí es donde radica uno de los misterios más intrigantes. El mayor accionista de BlackRock es Vanguard, una empresa con una estructura opaca cuyos propietarios reales son algunas de las familias más ricas del mundo, como los Rothschild, DuPont, Rockefeller, Bush y Morgan.
El ascenso de BlackRock al poder no tiene precedentes. Después de la crisis financiera de 2008, la empresa se hizo cargo de la gestión de una gran cantidad de activos tóxicos, convirtiéndose en un actor clave en la recuperación económica. Desde entonces, su influencia ha crecido exponencialmente, y se espera que para 2028, BlackRock y Vanguard gestionen colectivamente 20 billones de dólares en inversiones. De esta manera serían dueños de una parte significativa de la economía mundial.
Algunas cifras ilustran su alcance:
- Posee el 88% de las acciones de las 500 mayores empresas estadounidenses.
- Es el mayor accionista de gigantes tecnológicos como Microsoft, Amazon, Apple y X.
- Controla importantes participaciones en los principales medios de comunicación de EE.UU. y España.
- Es la mayor inversora en plantas de carbón y energías no renovables, gestionando 3000 millones de barriles de petróleo.
Pero el poder de BlackRock no se limita al ámbito empresarial. La compañía mantiene estrechos vínculos con los bancos centrales y las élites financieras mundiales. De hecho, algunos analistas la han denominado como la «cuarta rama del gobierno» en Estados Unidos, debido a su influencia en la Reserva Federal y su participación en la toma de decisiones económicas clave.
Un imperio discreto
A pesar de la inmensa influencia de BlackRock, su fundador, Larry Fink, ha mantenido un perfil relativamente bajo. Con una fortuna personal modesta en comparación con otros magnates de las inversiones, Fink evita las actividades sociales y el protagonismo público. Prefiere mantenerse discreto.
Proveniente de una familia de clase media, Fink comenzó a invertir desde muy joven, influenciado por sus padres. Hoy, a pesar de dirigir el mayor fondo de inversión del mundo, su fortuna personal se estima en alrededor de 1.000 millones de dólares. Esta es una cifra relativamente modesta en comparación con otros multimillonarios.
Críticas desde todos los frentes a BlackRock
La influencia de BlackRock en la economía mundial no ha pasado desapercibida, y la empresa ha sido objeto de críticas desde diferentes frentes políticos. Tanto la derecha como la izquierda han cuestionado sus inversiones y su impacto en la economía.
Fink ha defendido que su único interés es proporcionar retornos a los inversores de BlackRock, sin importar las críticas políticas. Esta postura ha llevado a la empresa a tomar decisiones aparentemente contradictorias, como defender la transición energética mientras mantiene inversiones en empresas petroleras tradicionales.
El futuro incierto
A medida que BlackRock continúa expandiendo su influencia, surgen preguntas sobre el impacto a largo plazo de su dominio en la economía global. ¿Es sostenible este nivel de concentración de poder? ¿Qué consecuencias tendrá para la competencia y la innovación?
Mientras tanto, Larry Fink sigue siendo una figura en gran medida desconocida para la mayoría de la gente, a pesar de su creciente presencia pública en los últimos años. El hombre detrás de la cortina de uno de los imperios económicos más poderosos del mundo sigue siendo un enigma.