En el mundo de las remesas y servicios financieros para Cuba, Remesita.com se perfilaba como una solución innovadora. La empresa permitía a los cubanos tener una tarjeta Visa, física y virtual, recargable, a través de diferentes métodos, desde PayPal hasta criptomonedas como Bitcoin y USDT. Durante casi dos años, miles de cubanos encontraron en este servicio una forma de pagar por productos y servicios digitales en las tiendas más conocidas del mundo. Sin embargo, recientes acontecimientos han puesto en tela de juicio la legitimidad de Remesita y han dejado a miles de clientes en una situación de incertidumbre financiera.
¿Qué es Remesita.com?
Remesita.com se presentaba como una plataforma que ofrecía a los cubanos la posibilidad de realizar compras y envíos a Cuba con total normalidad. La empresa subcontrató a AlquimiaPay (AQPAY) para proporcionar tarjetas VISA a sus clientes, actuando como un intermediario entre los usuarios y los servicios bancarios tradicionales.
El atractivo inicial
El servicio ganó popularidad rápidamente entre la comunidad cubana. Los usuarios compartían experiencias positivas en grupos de Telegram, celebrando la facilidad con la que podían comprar en tiendas como Shein, Amazon, Temu y enviar productos a Cuba, así como pagaban servicios digitales como VPN y de streaming, entre ellos Netflix. Esta aparente eficacia y confiabilidad atrajo a numerosos clientes.
El principio del fin de Remesita.com
Los problemas comenzaron a principios de agosto de 2024, cuando Remesita informó de «inestabilidad con el proveedor AlquimiaPay». Durante un mes, la empresa ofreció explicaciones vagas y aplazamientos. En este tiempo, la tarjeta Visa reflejaba el saldo; pero este no podía utilizarse. Remesita fijó el 1 de septiembre como fecha límite para resolver los problemas técnicos.
La verdad sale a la luz
Cuando llegó la fecha prometida, en lugar de una solución, los clientes recibieron más excusas. Finalmente, Remesita admitió que Pay enfrentaba problemas de liquidez, por un supuesto hackeo, lo que resultó en el congelamiento de los fondos de los usuarios.
¿Por qué se asemeja a un esquema Ponzi?
A pesar de admitir que los fondos estaban congelados, Remesita continuó animando a sus clientes a realizar nuevos depósitos, asegurando que el servicio seguía operativo. Además, mantuvo la regla de que los que no recarguen la billetera de Remesita, en un plazo máximo de 90 días, perderán el acceso a su tarjeta. Esta táctica recuerda peligrosamente a un esquema Ponzi, donde se utilizan nuevos ingresos para pagar a los inversores anteriores.
Falta de transparencia de Remesita
Remesita ocultó información crucial a sus clientes. AlquimiaPay había informado de un ataque de phishing el 16 de agosto, que supuestamente provocó una retirada masiva de fondos. Sin embargo, Remesita no comunicó esta información vital a sus usuarios hasta mucho después.
La empresa afirma que los fondos se «descongelarán» gradualmente, sin ofrecer un cronograma claro o explicaciones detalladas. Esta falta de claridad y la continua solicitud de nuevos depósitos aumentan las sospechas de un posible fraude.
Las consecuencias para los usuarios de Remesita
Los clientes de Remesita se encuentran ahora en una situación precaria. Sus fondos han sido «congelados». Los saldos de sus tarjetas están en cero. La incertidumbre sobre cuándo y si alguna vez recuperarán su dinero es angustiante para muchos. Algunos usuarios han asegurado que tenían miles de dólares en sus tarjetas. Otros, más cautos, solo colocaban los fondos que iban a utilizar en compras cercanas en el tiempo, pero también han perdido dinero.
Aunque Remesita.com no ha sido oficialmente acusada de fraude, las similitudes con un esquema Ponzi son preocupantes. La falta de transparencia, las promesas poco realistas y la continua solicitud de nuevos fondos a pesar de los problemas evidentes son señales de alarma que no se pueden ignorar.
La comunidad cubana, que a menudo depende de estos servicios para apoyar a sus familias, merece soluciones financieras seguras y transparentes. El caso de Remesita.com sirve como un recordatorio sombrío de los riesgos asociados con las promesas financieras que parecen demasiado buenas para ser verdad.