Chile acaba de dar un paso que redefine su papel en el tablero mundial del litio. La creación de NovaAndino Litio, una empresa conjunta entre la estatal Codelco y la privada SQM es una señal política, económica y estratégica que apunta directamente al corazón de la transición energética global.
La nueva sociedad, con mayoría estatal, operará hasta 2060 en el Salar de Atacama, el yacimiento de litio más relevante de Chile y uno de los más productivos del planeta. Su alcance va mucho más allá de la extracción: exploración, producción y comercialización quedan integradas en una estructura pensada para jugar en las grandes ligas del mercado internacional.
Una alianza que cambia el modelo chileno
Durante décadas, Chile permitió que el litio fuera explotado casi exclusivamente por actores privados bajo contratos con el Estado. NovaAndino Litio introduce un giro. El Estado no solo regula. Ahora participa directamente en el negocio, en la toma de decisiones y en la captura de valor.
Codelco, conocida mundialmente por el cobre, entra de lleno en un sector que será clave para baterías, electromovilidad y almacenamiento energético. SQM, por su parte, aporta experiencia operativa, redes comerciales y conocimiento técnico acumulado durante años de operación en el salar.
El directorio paritario refleja ese equilibrio delicado. Tres representantes por cada lado. Gobernanza compartida. Ningún actor domina por completo, pero el control final queda en manos del Estado.
Los números explican por qué esta alianza genera ruido dentro y fuera de Chile. El plan proyecta una producción adicional de hasta 300.000 toneladas de carbonato de litio equivalente entre 2025 y 2030. A partir de 2031, el objetivo es sostener entre 280.000 y 300.000 toneladas anuales.
En un mercado donde la oferta futura es objeto de disputa y especulación, asegurar volúmenes de esa magnitud es una ventaja estratégica. Chile busca consolidarse como proveedor confiable en un contexto de creciente demanda asiática, europea y norteamericana.
La Estrategia Nacional del Litio en acción
NovaAndino Litio es, en los hechos, la primera gran materialización de la Estrategia Nacional del Litio impulsada por el gobierno saliente de Gabriel Boric. El mensaje es que el litio no será solo una renta extractiva, sino una palanca de desarrollo con mayor control público.
Eso incluye, al menos en el discurso oficial, estándares más exigentes de sostenibilidad, diálogo con comunidades y una visión de largo plazo que supere el ciclo político.
No es casual que el acuerdo haya pasado por la revisión de más de 20 organismos nacionales e internacionales, ni que se haya realizado una consulta indígena asociada a los contratos vigentes en el salar.
La operación no está exenta de polémica. Desde sectores de izquierda se cuestiona la asociación con una empresa privada históricamente vinculada a figuras del pasado político chileno. Desde la derecha, las críticas apuntan a la transparencia del proceso y al rol creciente del Estado en una industria altamente rentable.
Estas tensiones acompañarán a NovaAndino Litio durante años. El desafío será demostrar que la fórmula público-privada puede generar valor económico sin reproducir viejas prácticas ni nuevos conflictos.
Un mensaje al mercado global del litio
Más allá del debate interno, la señal externa es contundente. Chile quiere ser protagonista, no espectador, en la economía del litio. Y está dispuesto a hacerlo combinando músculo estatal con eficiencia privada.
En un escenario donde países como Australia, Argentina y China compiten por atraer inversiones y asegurar suministro, NovaAndino Litio posiciona a Chile como un actor que busca estabilidad, escala y control estratégico.
