En Estados Unidos creen que en los próximos 50 años mantener relaciones con robots sexuales será algo normal. Los llamados “sexbots” tienen muchos seguidores y también detractores en las sociedades contemporáneas ¿Qué te parece probar?
Hace poco publicamos en Yo Reportero un artículo sobre los robots y su rol en la sociedad contemporánea. En ese reportaje, solo colocamos un párrafo sobre los robots sexuales y en las redes sociales han comenzado a llover comentarios de todo tipo. Así que hemos decidido analizar el tema y constatamos que divide a la sociedad y a los juristas.
Una encuesta realizada recientemente en Estados Unidos sugería que casi la mitad de los estadounidenses pensaba que mantener relaciones sexuales con robots se convertiría en una práctica común, en los próximos 50 años. ¿Usted qué piensa?
¿Qué es un robot sexual?
Un primer elemento que debe quedarte claro es que los sexbots, como se les denomina a los robots sexuales, no tienen nada que ver con las muñecas sexuales. Estas son un objeto de plástico, inamovible. Mientras, los sexbots cuentan con un microship y emplean algoritmos de aprendizaje automático que les permite interactuar con las emociones de la pareja.
La empresa estadounidense Harmony produce estos sexbots, de tamaño real. El robot puede pestañear, mover el cuello y los ojos. Además, también habla. Su precio oscila entre 8000 y 10 000 dólares. Este robot, dotado de inteligencia artificial, llega a “aprender” las preferencias de su dueño.
La nueva generación de sexbots puede hablar y hacer algunos movimientos
La fábrica estadounidense de sexbot Real Dolls ha creado una generación de muñecas sexuales que pueden hablar. ¨ Por ahora el programa de habla es limitado. ¨- explican los fabricantes a Yo Reportero – ¨ Próximamente el usuario podrá insertar más temas de conversación. Los sexbots se conectan con internet y tienen la posibilidad de acceder a servidores en la nube. ¨
Todavía estamos bien lejos de poder tener una muñeca sexual real, pero la segunda o tercera generación serán replicas casi humanas. De mientras, quien sabe, cambiará la mentalidad de la sociedad y los sexbots serán más aceptados. En todos casos la curiosidad es grande.
¿Son legales los robots sexuales?
Con los robots sexuales sucede igual que con las muñecas: son legales en la mayoría de los sitios; pero están rodeados de mucha polémica, sobre todo por aquellos construidos con rostros infantiles.
En Japón, por ejemplo, uno de los desarrolladores de robots sexuales infantiles es un pedófilo reconocido. Según este hombre, sus robots son una medida profiláctica. Según otros, son terapéuticos y las personas que los utilizan aprenden a no lastimar nuevamente a un niño. ¿Será verdad?
De acuerdo con la profesora Kathleen Richardson, especializada en robots e inteligencia artificial, en la Universidad De Montfort, en Leicester, Reino Unido, los robots sexuales deberían ser prohibidos. La experta pidió la creación de grupos que vigilen la proliferación de los sexbots. Su argumento se centra en que las relaciones de pareja incluyen apego, reciprocidad e intimidad y los robots no pueden replicar esto.
No obstante, otros consideran que las prohibiciones violan derechos constitucionales. Para ellos, los sexbots siguen siendo robots, no personas. Por tanto, comprar uno y tenerlo en casa no constituye un delito.
Riesgos al utilizar un robot sexual
Los robots sexuales son productos que, gracias a la inteligencia artificial, pueden “entender” a la persona. Esto representa una ventaja y, al mismo tiempo, puede suponer un peligro, advirtieron investigadores estadounidenses.
En su algoritmo, los sexbots graban todo tiempo de información íntima de su dueño. ¿Qué sucedería si alguien hackeara al robot y lograra así acceso a datos privados? Esa duda no tiene respuesta todavía.
En varias partes del mundo han surgido iniciativas con robots sexuales que han recibido el apoyo de muchos y la crítica de no pocos. En Houston unos emprendedores trataron de abrir el primer prostíbulo con robots sexuales. El anuncio tuvo una gran connotación; pero el Ayuntamiento de la ciudad lo prohibió de inmediato. Entre las “causas” para el veto estuvieron que existen evidencias de que el uso de robots sexuales afecte a las personas ni a la economía de las sociedades.