La transición hacia una economía baja en carbono y la rápida adopción de tecnologías como la inteligencia artificial (IA) están ejerciendo una presión sin precedentes sobre las redes eléctricas de muchos países. A medida que la demanda de energía se dispara, las infraestructuras envejecidas se enfrentan a una crisis que amenaza con interrumpir el suministro y frenar el avance hacia un futuro más sostenible.

El impacto de la IA y los centros de datos en las redes eléctricas

Uno de los principales impulsores de este aumento en la demanda de electricidad es la rápida expansión de la IA y los centros de datos asociados. Estos centros de procesamiento de datos, que requieren enormes cantidades de energía para funcionar, están surgiendo a un ritmo vertiginoso. Según el CEO de NextEra Energy, John Ketchum, se prevé un aumento del 81% en la demanda de electricidad en los próximos cinco años, impulsado en gran parte por la IA, la electrificación, la capacidad en la nube y las fábricas de chips.

La amenaza del cambio climático

Además de la IA, el cambio climático está ejerciendo una presión adicional sobre las redes eléctricas. Las condiciones climáticas extremas, como olas de calor, sequías e inundaciones, están aumentando la demanda de electricidad para refrigeración y bombeo de agua, al tiempo que dañan la infraestructura crítica.

Un informe reciente de la Corporación de Confiabilidad Eléctrica de América del Norte estima que más de 300 millones de personas en Estados Unidos y Canadá podrían enfrentar cortes de energía entre 2024 y 2028 debido a la combinación de una demanda creciente y eventos climáticos extremos.

La crisis de las redes eléctricas en Países Bajos

Países Bajos, una de las naciones más comprometidas con la transición hacia los vehículos eléctricos, se ha convertido en un ejemplo alarmante de los desafíos que enfrentan las redes eléctricas. En ciudades como Utrecht, Rotterdam, Ámsterdam y La Haya, los continuos apagones y la congestión de la red han llevado a las autoridades a considerar medidas drásticas.

Entre las soluciones propuestas se encuentran la prohibición de la carga de vehículos eléctricos en horas pico o el aumento significativo de los precios durante esos períodos para disuadir su uso. Incluso se ha sugerido prohibir el acceso de vehículos eléctricos al centro de las ciudades, una medida que va en contra de los esfuerzos por promover una movilidad más limpia.

Un problema que se extiende

La crisis energética en Holanda no es un caso aislado. Alemania también está experimentando problemas similares con su red eléctrica debido a la carga de vehículos eléctricos. Estos ejemplos ilustran la necesidad urgente de modernizar y fortalecer las infraestructuras eléctricas para poder satisfacer la creciente demanda de energía.

A medida que avanzamos hacia un futuro más sostenible y tecnológicamente avanzado, es fundamental abordar los desafíos que enfrentan las redes eléctricas. Se necesitan inversiones masivas en infraestructura, así como una planificación a largo plazo para garantizar que las redes puedan soportar la carga adicional sin comprometer la confiabilidad del suministro.

Además, es crucial abordar los impactos del cambio climático y adoptar medidas para fortalecer la resiliencia de las redes eléctricas frente a eventos climáticos extremos. Solo mediante una combinación de inversión, innovación y planificación estratégica podremos garantizar un suministro de energía confiable y sostenible para respaldar nuestras ambiciones de descarbonización y avance tecnológico.