La Unión Europea actualizó su polémica lista negra de paraísos fiscales. Ahora incorporó a pequeños países como Antigua y Barbuda, Belice y Seychelles, al tiempo que eliminó a jurisdicciones como las Islas Vírgenes Británicas, Costa Rica y las Islas Marshall.
La farsa de la lista negra de paraísos fiscales
De acuerdo la ONG Oxfam, esta lista es poco más que una farsa. Esto se debe a que no incluyó a algunos de los mayores paraísos fiscales del mundo, tanto fuera como dentro de las fronteras europeas. Entre las críticas de Oxfam resaltan que en la lista no aparecen potencias económicas como Estados Unidos y Reino Unido, donde La City de Londres se ha posicionado como uno de los principales lavaderos de dinero del mundo. Tampoco están países miembros de la UE que operan como paraísos fiscales, como son Luxemburgo, Irlanda, Chipre y Malta.
Chiara Putaturo, experta en justicia fiscal de Oxfam, señaló que la lista de la UE no es confiable. Entre los argumentos esgrimidos para sustentar la afirmación anterior aparecen que la UE utiliza criterios débiles que permiten que corporaciones multinacionales y grandes fortunas continúen evadiendo impuestos a través de países que facilitan erosión de bases imponibles y elusión de obligaciones fiscales. Esto ocurre ya sea por sus muy bajas tasas impositivas nominales o por su alto grado de secretismo financiero.
Más presión para la UE
Oxfam demanda que la UE cumpla de una vez con su promesa de reformar a fondo los criterios de elaboración de esta lista negra fiscal. Esto implica extender su limitado alcance geográfico para examinar importantes economías desarrolladas e incorporar criterios estrictos y automáticos para listar a países con tasas efectivas nulas de impuestos a sociedades. También exige listar a aquellos países que permiten ocultar la identidad real de los dueños de grandes corporaciones y fortunas offshores.
La permisividad de la UE con los paraísos fiscales socava los esfuerzos globales para construir un sistema tributario más justo frente a quienes más tienen y más se benefician de las infraestructuras y servicios públicos. Además, contribuye a exacerbar la desigualdad de ingresos y riqueza. Tan solo el 1% más rico del mundo se embolsó el 54% de toda la nueva riqueza generada en la última década. Y las mega corporaciones obtuvieron ganancias extraordinarias de 1 billón de dólares en 2021 y 2022, mientras los trabajadores sufrían recortes salariales masivos.
La UE debería asumir realmente el liderazgo e impulsar de una vez los cambios necesarios para fortalecer de raíz los débiles criterios actuales de elaboración de la lista negra de paraísos fiscales. De lo contrario, seguirá siendo poco más que un ejercicio de relaciones públicas. No habrá efectos concretos sobre los niveles de evasión fiscal corporativa. La UE debe transformar su falsa cruzada en acciones decisivas contra los verdaderos oasis de opacidad financiera global.