El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha generado una nueva controversia al entregar 180.000 hectáreas de tierras agrícolas al Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. La decisión forma parte del proyecto agroproductivo «Patria Grande del Sur». Esta es una iniciativa que busca potenciar la producción agroecológica y reforzar la seguridad alimentaria en la región.

Ubicadas en el estado Bolívar, las tierras cedidas fueron expropiadas en 2008 durante el gobierno de Hugo Chávez. Este gesto de cooperación internacional, según Maduro, representa «uno de los rescates más importantes» en la historia agraria del país y servirá para producir alimentos orgánicos a gran escala para Venezuela, Brasil y otros mercados internacionales.

¿Qué es el Movimiento Sin Tierra?

El Movimiento Sin Tierra, creado en 1984, es una organización campesina brasileña que lucha por la reforma agraria y la distribución equitativa de tierras. Históricamente, ha sido respaldado por el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, liderado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Aunque el movimiento ha sido aclamado por su enfoque en la producción sostenible, también ha sido objeto de polémicas debido a sus métodos de ocupación de tierras.

La entrega de tierras venezolanas a esta organización ha reavivado debates sobre la soberanía nacional y la viabilidad de modelos agrícolas alternativos en un país que ha enfrentado una grave crisis de abastecimiento en los últimos años.

El plan agroecológico: cultivos y producción ganadera

El proyecto «Patria Grande del Sur» tiene previsto el cultivo de una variedad de productos, incluyendo maíz, yuca, plátano, sorgo, caraotas y hortalizas. Además, se impulsará la cría de gallinas ponedoras, ganado porcino y vacuno. Esta diversificación agrícola pretende establecer un modelo de producción sostenible basado en prácticas agroecológicas.

Según el mandatario venezolano, la iniciativa también contempla la creación de un banco de semillas criollas. Además, un vivero para la reforestación de la zona. «Este será un modelo de producción sostenible para el mundo», afirmó Maduro en un discurso televisado.

Una apuesta por la soberanía alimentaria

Maduro insistió en que la entrega de tierras responde a la necesidad de reforzar la producción de alimentos en el país. «Sigan sembrando la tierra, construyendo el socialismo agrario y la soberanía alimentaria», instó el líder venezolano.

La representante del Movimiento Sin Tierra, Roxana Fernández, también destacó el compromiso del movimiento con este modelo productivo. «Creemos en el poder popular y en la construcción de soberanía alimentaria», afirmó, subrayando que la experiencia acumulada por el MST en Brasil será clave para el éxito del proyecto.

Críticas y preocupaciones sobre la entrega de tierras

Si bien el gobierno ha presentado la adjudicación como una estrategia para fortalecer la producción agrícola, la decisión no ha estado exenta de críticas. Expertos en economía y analistas políticos advierten que, en el pasado, las expropiaciones y la centralización del control agrícola han tenido efectos negativos en el abastecimiento de alimentos en Venezuela.

Durante los años más críticos de la crisis económica, el país experimentó una severa escasez de productos básicos, una situación que algunos atribuyen a los férreos controles estatales sobre la producción y distribución de alimentos. Aunque en la actualidad algunas de estas restricciones han sido flexibilizadas, persiste la incertidumbre sobre la capacidad real del gobierno para garantizar el éxito de este nuevo proyecto.

Asimismo, sectores de la oposición han cuestionado por qué se ha entregado esta gran extensión de tierras a una organización extranjera en lugar de priorizar a los productores nacionales. «Este es otro capítulo del desmontaje del aparato productivo venezolano», señaló un líder opositor en redes sociales.

¿Qué sigue para el proyecto agroecológico?

Maduro ha expresado su intención de convertir estas tierras en un «gran centro de formación» para promover nuevos paradigmas de producción sostenible. Según el gobierno, la iniciativa generará empleo y fortalecerá el papel del campesinado en la economía nacional.

En una primera etapa, se trabajarán 30.000 hectáreas destinadas exclusivamente al cultivo de caraotas. Este es un alimento fundamental en la dieta venezolana. Paralelamente, se implementarán programas de formación para campesinos locales con el fin de replicar el modelo agroecológico en otras regiones del país.

Una apuesta arriesgada por el Movimiento Sin Tierra con un alto impacto político

La entrega de tierras al MST representa una de las decisiones más audaces de Maduro en materia agrícola. Sus defensores la ven como una oportunidad para impulsar la producción y la cooperación suramericana. Mientras, sus detractores temen que pueda agravar los problemas estructurales del sector agrícola venezolano.

En un país marcado por crisis económicas y profundas divisiones políticas, el éxito o el fracaso del proyecto «Patria Grande del Sur» podría tener implicaciones significativas para el futuro del modelo productivo promovido por el gobierno de Maduro. Solo el tiempo dirá si esta alianza con el Movimiento Sin Tierra logrará los objetivos propuestos o si terminará sumándose a la lista de iniciativas fallidas en la lucha por la soberanía alimentaria de Venezuela.