Las autoridades panameñas han dado un golpe contundente contra el crimen financiero con la incautación de 32 propiedades adquiridas con dinero procedente de un esquema fraudulento de criptomonedas, vinculadas con OneCoin. En un operativo conjunto, la Fiscalía Especializada contra la Delincuencia Organizada y la Policía Nacional realizaron allanamientos simultáneos en los sectores de San Francisco, Cerro Azul y Villa Lucre.

El resultado de la intervención fue la confiscación de múltiples apartamentos, fincas, vehículos de alta gama y una cuenta bancaria. Además, se emitieron órdenes de captura internacional contra dos sospechosos clave. Uno es un ciudadano italiano y otro un estadounidense. Ambos ya tenían antecedentes por delitos financieros en otras jurisdicciones.

Este decomiso marca un nuevo capítulo en la lucha contra el lavado de dinero en Panamá. Este es un país que ha sido señalado en varias ocasiones por ser un punto estratégico para la movilidad de fondos ilícitos.

El origen del dinero: OneCoin, un fraude de alcance global

La investigación en Panamá se originó tras detectar que grandes sumas de dinero, provenientes de un esquema de estafa con criptomonedas, estaban siendo utilizadas para la compra de bienes de lujo en el país. Las autoridades identificaron que los fondos tenían conexión con la criptomoneda fraudulenta OneCoin. Este fue un esquema piramidal que llegó a defraudar a inversionistas de todo el mundo.

OneCoin, que operaba bajo la promesa de revolucionar el sistema financiero digital, resultó ser una de las mayores estafas de la última década. La empresa fue fundada en 2014 por la empresaria búlgara Ruja Ignatova y el ciudadano sueco Karl Sebastian Greenwood. Su estrategia de ventas basada en el marketing multinivel logró atraer a millones de inversores, quienes creyeron en la promesa de que OneCoin superaría a Bitcoin.

OneCoin, de la promesa a la ruina

A pesar de presentarse como una criptomoneda legítima, OneCoin no tenía una blockchain verificable ni un sistema de minería real. Su valor no se establecía en función del mercado, sino que era manipulado internamente para generar la ilusión de rentabilidad. En poco tiempo, el esquema atrajo más de 4,000 millones de dólares de inversionistas de todo el mundo.

Las primeras señales de alerta surgieron en 2017. En ese momento, diversas agencias gubernamentales, incluyendo el FBI y la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, iniciaron investigaciones sobre la empresa. En ese mismo año, Ignatova desapareció sin dejar rastro, convirtiéndose en una de las fugitivas más buscadas del mundo. Su socio, Karl Sebastian Greenwood, fue arrestado en 2018 en Tailandia, extraditado a Estados Unidos y sentenciado a 20 años de prisión en 2023.

Desde entonces, varios colaboradores clave han sido capturados y condenados, incluidos abogados y ejecutivos que facilitaron el blanqueo de dinero. Sin embargo, la red de corrupción tejida por OneCoin siguió dejando rastros en distintos países, incluido Panamá.

Panamá, un eslabón clave en la red de lavado

El caso de los recientes decomisos en Panamá es un ejemplo de cómo los activos de OneCoin continuaron moviéndose después del colapso de la estafa. Investigaciones revelaron que una parte del dinero obtenido fraudulentamente fue utilizado para adquirir propiedades en zonas estratégicas del país, desde lujosos apartamentos en la capital hasta fincas en áreas exclusivas.

El Ministerio Público panameño no solo confiscó estos bienes, sino que también emitió órdenes de aprehensión y alertas de Interpol contra los principales responsables de manejar estos fondos ilícitos en el país. Según fuentes cercanas a la investigación, los sospechosos utilizaban una red de testaferros y empresas de papel para ocultar la verdadera procedencia del dinero.

Consecuencias y el mensaje a los inversores

Las autoridades han advertido que continuarán rastreando activos vinculados a OneCoin y otras operaciones similares, con el objetivo de recuperar fondos y evitar que nuevas víctimas caigan en trampas financieras disfrazadas de inversiones revolucionarias.

Para los inversionistas, este caso es una lección sobre los peligros de las promesas financieras demasiado buenas para ser verdad. A pesar de las regulaciones cada vez más estrictas en el mundo de las criptomonedas, las estafas siguen evolucionando, utilizando nuevas estrategias para captar capital de manera ilegal.