Mientras Gaza es reducida a escombros y miles de vidas se pierden bajo el fuego cruzado, en los silenciosos pasillos del sistema financiero global se libra otra batalla: la del dinero que alimenta la maquinaria de guerra. Detrás de cada misil, cada dron y cada tanque desplegado por Israel, hay bonos de guerra adquiridos por bancos y fondos de inversión que, a cambio de intereses futuros, financian en tiempo real una ofensiva militar sin precedentes.

Israel no está solo en esta guerra. Lo acompañan algunos de los nombres más poderosos de las finanzas internacionales, que han apostado casi 20.000 millones de dólares en bonos de guerra emitidos desde octubre de 2023.

Qué son los bonos de guerra y cómo operan

Los bonos de guerra son títulos de deuda soberana emitidos por un Estado para financiar sus campañas militares. A diferencia de otros bonos públicos, su propósito es explícito: cubrir el costo de operaciones armadas, adquisición de armamento y mantenimiento de tropas. Israel, a través del organismo Israel Bonds, ha promovido activamente su venta con campañas que apelan al patriotismo y la solidaridad, enmascarando su uso real: financiar la devastación en Gaza.

Costo económico de la guerra

El conflicto con Gaza no es solo una tragedia humanitaria, sino también una operación de alto costo financiero. El gasto diario del ejército israelí en esta guerra ronda los 750 millones de dólares, según cálculos de asesores del Estado Mayor del ejército israelí. Para sostener esa carga, Israel ha incrementado su endeudamiento a tasas de interés más elevadas. Esto refleja el riesgo financiero que representa para un país una guerra prolongada.

Bancos y fondos de inversión: arquitectos del financiamiento

Una investigación de las organizaciones PAX y BankTrack reveló que el respaldo financiero a estos bonos proviene de gigantes de la banca internacional. Muchos de ellos con sede en Estados Unidos y Europa. Goldman Sachs lidera la lista, con más de 7.000 millones de dólares suscritos. Le siguen Bank of America, Citigroup, Deutsche Bank, BNP Paribas, Barclays y JPMorgan Chase.

Estas entidades no solo suscriben los bonos de guerra, sino que también los comercializan, expandiendo su alcance a otros actores del sistema financiero global.

Quién compra los bonos de guerra

Los mayores compradores de esta deuda han sido fondos de inversión y aseguradoras, entre los que destacan PIMCO, filial de la multinacional alemana Allianz, que adquirió casi 1.000 millones de dólares en bonos. Le siguen Vanguard, Wellington Management, BlackRock y Fidelity Investment. En conjunto, los 20 principales inversores han inyectado más de 2.700 millones de dólares en el conflicto a través de estos instrumentos.

Aunque muchos de estos fondos actúan en nombre de sus clientes, es común que los inversores particulares desconozcan que su dinero termina financiando una guerra.

España y la ruta indirecta del armamento

Aunque los bancos españoles no figuran entre los compradores directos de bonos de guerra israelíes, sí han financiado a empresas armamentísticas que suministran armas usadas en Gaza. Banco Santander, BBVA y CaixaBank han destinado miles de millones de dólares a corporaciones como Boeing, General Dynamics y Rheinmetall, responsables de la fabricación de armamento empleado en el conflicto.

Este financiamiento indirecto amplía la red de complicidad global en la maquinaria bélica israelí, cuestionando la ética de las inversiones bancarias en tiempos de guerra.

Complicidad financiera y violaciones del derecho internacional

Diversas organizaciones de derechos humanos han exigido a bancos e inversores que rompan sus vínculos financieros con la ofensiva militar israelí. Thomas Van Gool, de la organización PAX, instó a reparar los daños ocasionados por esta complicidad. Por su parte, Max Hammer, de BankTrack, demandó “medidas urgentes para terminar con estas contribuciones a violaciones masivas del derecho internacional humanitario”.

Aunque un alto el fuego está en vigor, el financiamiento de la guerra ya ha dejado su huella: una estructura económica global que facilita, directa o indirectamente, el sostenimiento de conflictos. Los bonos de guerra emitidos por Israel son solo la manifestación visible de un sistema financiero donde los principios éticos a menudo quedan subordinados al rendimiento económico.