Albert Einstein puede considerarse uno de los científicos más importantes y conocidos de la historia y muchos se preguntan de que murió.
La creación de la teoría de la relatividad de Albert Einstein transformó la manera en que entendemos el mundo. En abril de 1955, 76 años atrás, todos quedaron conmocionados al conocer el deceso de Einstein ¿De qué murió este genio alemán?
Si se hubiera muerto ahora hubieran dicho de coronavirus, pero no fue así. De acuerdo con Erich Carlos Velasco Ortega de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México, Einstein falleció de una hemorragia interna, producida por la ruptura de un aneurisma aórtico abdominal.
¿Qué es un aneurisma aórtico abdominal?
El aneurisma ocurre cuando se debilitan las paredes de los vasos sanguíneos. Entonces, el flujo de la sangre los hace más anchos. La aorta suele medir entre 1.8 y 2 centímetros de diámetro, pero en los aneurismas crece a más de 3 centímetros. Cuando este aneurisma está a la altura de los riñones se le llama “aneurisma de aorta abdominal”.
Albert Einstein sabía que el aneurisma podría reventarse, ya que las paredes de sus vasos habían alcanzado un diámetro de cinco centímetros. No obstante, el genial científico se negó a pasar por el salón de operaciones.
En el caso de los aneurismas aórticos, como le sucedió a Einstein, no hay dolor, ni síntomas. La persona no se entera. El hecho solo se detecta cuando el médico ordena un ultrasonido, tomografía o ultrasonido.
Einstein era contrario a la persistencia medica
“Quiero irme cuando quiero. Es de mal gusto prolongar artificialmente la vida. He hecho mi parte, es hora de irse. Yo lo haré con elegancia”, dijo Albert Einstein. Dos días después falleció, precisamente al reventarse el aneurisma
El genial alemán prefirió ser incinerado. No quiso que su tumba se convirtiera en un lugar para que fueran a venerarlo. Solo una parte de su cuerpo no ardió: su cerebro. El patólogo Thomas Stoltz Harvey, quien tuvo a su cargo la autopsia, extrajo el cerebro y lo mantuvo oculto por mucho tiempo. Solo lo devolvió a los laboratorios de Princeton décadas después.
Los estudios posteriores al cerebro de Albert Einstein mostraron que ciertas partes de su hemisferio izquierdo, vinculadas con las matemáticas, tenían un tamaño superior al de otros seres humanos.