Brasil ya lidera mundialmente la innovación en pagos digitales gracias a su revolucionario sistema Pix, usado por millones de personas. Ahora, su Banco Central va más allá al desarrollar Drex, su propia criptomoneda, respaldada por las reservas nacionales.

Drex, una criptomoneda centralizada

Drex se está construyendo sobre la avanzada tecnología de registro distribuido (DLT) que también utiliza Pix. Permitirá tokenizar digitalmente al real brasileño manteniendo su valor, pero volviéndolo programable para aumentar la eficiencia del sistema monetario.

A diferencia de las criptomonedas descentralizadas, Drex seguirá una política monetaria centralizada bajo el control del Banco Central.

Integración de Drex con el ecosistema Pix

Según anunció el propio Banco Central, se espera que Drex se integre con el ecosistema Pix en 2024. Esta fusión combinaría lo mejor de dos mundos: pagos instantáneos, por un lado, y tokenización de activos, así como contratos inteligentes por otro.

Inversión millonaria en pruebas del sistema Drex

Tras meses de pruebas, el ente emisor ya realizó con éxito las primeras transferencias Drex entre bancos comerciales utilizando billeteras personales de los participantes. Incluso se tokenizaron y transmitieron bonos de deuda pública totalmente registrados en esta nueva plataforma.

El lanzamiento oficial de Drex está previsto entre finales del próximo año e inicios del 2025 tras completar exhaustivas pruebas.

Entidades internacionales como el FMI ya han mostrado gran interés en esta iniciativa que situaría a Brasil como líder indiscutible en la carrera global por el desarrollo de monedas digitales de banca central (CBDC), las cuales reformarán el sistema financiero tal y como lo conocemos.

CBDC, una apuesta arriesgada

Más de 30 bancos centrales en el mundo están desarrollando activamente sus CBDC (Central Bank Digital Currencies), es decir, monedas digitales respaldadas por los bancos centrales de cada país. Se prevé que en esta década la adopción de CBDC será masiva.

Ventajas de los CBDC

Entre las principales ventajas del uso de CBDC destacan la mayor eficiencia y flexibilidad de las transacciones financieras. Al estar en formato digital, las CBDC permiten una programabilidad mucho mayor, desde recibir nuestros salarios en fechas variables dependiendo de fórmulas personalizadas, hasta el cobro de precios dinámicos desde cualquier terminal punto de venta. Incluso podrían facilitar la automatización de pagos.

Otro punto fuerte de las CBDC es que, al estar respaldadas por bancos centrales, generan confianza entre los usuarios sobre su valor y convertibilidad. Además, pueden aumentar la inclusión financiera al facilitar el acceso al sistema monetario a millones de personas sin cuenta bancaria.

El rostro oscuro de los CBDC

Sin embargo, la cara oscura de las CBDC es su potencial para acabar con cualquier atisbo de privacidad en las transacciones financieras. Sitios especializados como Cryptocurrency10 advirtieron que los bancos centrales podrían requerir vincular identidades verificadas a las carteras digitales. Eso permitiría un rastreo total de todos los pagos que una persona realiza, rompiendo con el anonimato que históricamente ha permitido el uso de efectivo.

A nivel macroeconómico, también existen riesgos derivados de la facilidad para que los usuarios puedan cambiar masivamente sus depósitos bancarios por CBDC, generando corralitos digitales. Y es que el diseño de estas controvertidas monedas debe sopesar cuidadosamente entre sus ventajas potenciales y toda una cascada de efectos secundarios negativos.