La muerte de la reina Isabel II y el ascenso al trono del rey Carlos III ha colocado sobre la mesa el tema de las monarquías en el siglo XXI
¿Qué sentido tiene mantener monarquías en siglo XXI? Si tenemos en cuenta los escándalos en los que han estado inmersas casi todas las casas reales existentes y el escaso liderazgo de la mayoría de los reyes y reinas, la pregunta tiene una fácil respuesta: es un absurdo.
En el mundo existen 28 monarquías. La mayoría de ellas están en Europa. Estas familias reales fueron criadas con valores clasistas. Reciben millones de dólares de dinero público para mantener sus ostentosos niveles de vida. Su línea sucesoria establece quién vendrá después. Nada de democracia, ni siquiera a lo interno de las familias.
Tres de las monarquías sobrevivientes en Europa están en países que fueron colonizadores. En España está Felipe VI; en Países Bajos ,Guillermo Alejandro; mientras, Carlos III es el rey en el Reino Unido. Otras naciones con reyes y reinas son Suecia, Bélgica, Noruega, Dinamarca (con la reina Margarita II), Mónaco, Liechtenstein, Luxemburgo y Andorra.
En el llamado Oriente próximo existen siete “petromonarquías”. Amparados en sus enormes reservas petroleras, estas monarquías realmente controlan la situación económica y política de sus países, a diferencia de lo que ocurre en Europa. Los reyes y sultanes están en Catar, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Kuwait, Omán, Arabia Saudita y Baréin.
En otras partes del mundo, exactamente en 10 países, también quedan monarquías: Japón, Marruecos, Tailandia, Suazilandia, Tonga, Brunéi, Bután, Camboya, Lesoto y Malasia.
Escándalos reales
Las familias reales en Europa han estado en el centro de varios escándalos. En España, por ejemplo, Juan Carlos I tuvo que exiliarse, ante el peligro inminente de ser detenido por la justicia. El listado de cargos contra el “Rey Emérito” es extenso e incluye desde tráfico de influencias hasta malversación de fondos. Para no hablar de sus continuas infidelidades a la estoica Reina Sofía.
En el caso de la casa de los Windsor, las señales de autoritarismo han sido visibles durante décadas. Lady Di trató de escapar de ese círculo y terminó…muerta en un lamentable accidente que todavía hoy despierta suspicacias. Mientras, más recientemente, Meghan Markle, la esposa del príncipe Harry, denunció el comportamiento racista de la familia real británica.
Entonces, si los reyes y reinas, en Europa, no tienen verdadero poder político, si son un lastre económico para las sociedades, si no son un ejemplo de democracia ni de valores humanos, ¿para qué sirven las monarquías en el siglo XXI? Son un absurdo remanente.