Venezuela puede volver a ser uno de los mayores países productores y exportadores de crudo relanzando la industria petrolera venezolana

Para lograr dar un empuje a la industria petrolera venezolana, el país debe transitar un camino tortuoso, en el que son determinantes las sanciones de EE.UU. Mismas que repercuten en el juego geopolítico influenciado por el acercamiento de la región con China y Rusia. A lo interno, la coyuntura también exige enfoque, paciencia, voluntad política y planificación orientada en la factibilidad económica.

El profesor de Economía Petrolera, Carlos Mendozá Pottellá, señala que la situación de la industria petrolera venezolana, también es resultado de un proceso de desgaste de décadas. Mismo que incluye la vejez de los yacimientos que comenzaron a explorarse a partir de 1920, así como un cúmulo de circunstancias sobrevenidas. Estas se reflejan en el deterioro de las refinerías.

«Es un proceso largo y tendido de deterioro que se ha agudizado», indica Pottellá. Además, agrega que parte del daño viene de las presiones e intereses internacionales, que llevaron a que la industria asumiera un camino que no le convenía.

Así como fue apostar todo a los recursos de crudo extrapesado que están en la Faja del Orinoco. Esto antes de continuar con el desarrollo completo de los yacimientos convencionales que siempre trabajó Pdvsa.

La era de la dependencia petrolera terminó

Pottellá considera que el país debe asumir que la era de la dependencia petrolera terminó. Y, sobre esa base, generar una nueva perspectiva de desarrollo que se sustente en una economía diversificada. «Tenemos que comenzar a asumir que dejaremos de ser petroleros y que tenemos un país con capacidad para alimentar a 6 países como el nuestro».

Además, resalta que los venezolanos cuentan «con todos los recursos posibles fuera del petróleo». Esto para consolidar un país «soberano, íntegro y capaz» de exportar diversidad de productos en distintas áreas: alimentos, turismo, textiles, minería y otros.

La industria requiere «una inversión gigantesca» que, con base en análisis foráneos, pudiera ser superior a los 200.000 millones de dólares. Una cantidad que Venezuela no posee y que la obligaría a buscar la inversión del capital privado.

En ese escenario, dice Potellá, los inversionistas se arriesgarían a inyectar dinero y a enfrentar las sanciones de EE.UU. Pero solo si Venezuela da garantías e incentivos sumamente favorables que les permitan recuperar sus fondos rápidamente y obtener ganancias por al menos cinco años seguidos.