La segunda presidencia de Donald Trump ha comenzado con una serie de medidas que han estremecido las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Desde el regreso de Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo hasta la militarización de la frontera sur y una controversia arancelaria con Colombia, la región enfrenta un panorama de tensión y desafíos económicos. ¿Qué implica esta guerra de Trump política y económica para los países latinoamericanos?

Cuba de regreso en la lista de países terroristas

Uno de los movimientos más controversiales de Trump ha sido reincorporar a Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo. Esta decisión, anunciada en sus primeras horas de mandato, revierte la medida adoptada por Joe Biden solo una semana antes. Según la Casa Blanca, el objetivo es castigar a La Habana por su presunto apoyo a grupos como el ELN de Colombia y su negativa a extraditar a líderes implicados en actos violentos.

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel no tardó en reaccionar, calificando la medida como “una burla” y un intento más de “asfixiar a la economía cubana”. Las sanciones derivadas de esta designación no solo complican el acceso a financiamiento internacional, sino que también afectan el ya debilitado turismo. Analistas coinciden en que esta estrategia aumenta las tensiones diplomáticas y profundiza la crisis humanitaria en la isla.

Cambio de nombre del Golfo de México

En un gesto que parece simbólico pero que está cargado de tensión política, Trump firmó un decreto para renombrar al Golfo de México como “Golfo de América”. La medida, justificada como parte de una política de “Estados Unidos Primero”, provocó una rápida respuesta de la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, quien afirmó que “para el resto del mundo seguirá siendo el Golfo de México”.

Aunque el cambio de nombre no tiene implicaciones legales inmediatas, simboliza una postura de confrontación hacia sus vecinos del sur. Este tipo de gestos refuerzan la percepción de un gobierno estadounidense dispuesto a imponer su narrativa, incluso en cuestiones simbólicas, lo que podría tener consecuencias en las relaciones bilaterales.

La guerra de Trump lleva al ejército en la frontera y deportaciones masivas

La militarización de la frontera entre Estados Unidos y México ha alcanzado niveles sin precedentes con el despliegue de 1,500 soldados y la reinstauración del programa “Quédate en México”. Esta política obliga a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano mientras se resuelven sus casos, una medida criticada por su impacto humanitario.

Además, Trump ha comenzado las deportaciones masivas que buscan expulsar a millones de indocumentados. Los costos sociales y económicos de esta medida son inmensos. Se estima que deportar a la población indocumentada podría costar al presupuesto estadounidense unos 88,000 millones de dólares anuales, al tiempo que contraería la economía y elevaría la inflación.

La situación también afecta gravemente a los países de origen de los migrantes, que recibirán un flujo masivo de retornados en condiciones de vulnerabilidad. Esto podría desestabilizar economías y generar una nueva ola migratoria hacia Estados Unidos, agravando el problema que se busca resolver.

Controversia con Colombia

En su primera semana en el cargo, Trump anunció sanciones arancelarias del 25% sobre todos los productos colombianos, como represalia por la negativa del presidente Gustavo Petro a aceptar vuelos con deportados. La respuesta de Petro no se hizo esperar: su gobierno aplicó aranceles recíprocos a las exportaciones estadounidenses.

Esta disputa no solo afecta la diplomacia entre ambos países, sino también el comercio bilateral. Productos clave como el café y el petróleo están en el centro de esta guerra comercial. Estados Unidos importa el 27% de su café desde Colombia, y los nuevos aranceles podrían encarecer estos productos para los consumidores estadounidenses, al tiempo que reducen ingresos vitales para los productores colombianos.

Por su parte, Petro ha exigido que las deportaciones se realicen con “dignidad” y ha reiterado su rechazo a vuelos militares. Esta postura, aunque bien recibida por ciertos sectores, podría tener consecuencias económicas severas para Colombia, cuya economía depende en gran medida de las exportaciones a Estados Unidos.

Datos económicos de la guerra de Trump contra América Latina

Las políticas de Trump han puesto en jaque a las economías de varios países latinoamericanos. A continuación, algunos datos clave:

  • Turismo en Cuba: La inclusión de la isla en la lista de países patrocinadores del terrorismo impacta el turismo europeo, ya que los viajeros que visiten Cuba tendrán más restricciones para entrar a Estados Unidos.
  • Aranceles a Colombia: Las exportaciones colombianas, lideradas por el café, flores y petróleo, podrían perder hasta 2,000 millones de dólares anuales debido a los nuevos aranceles.
  • Costo de deportaciones: El presupuesto estadounidense enfrenta una presión de 88,000 millones de dólares anuales para implementar una campaña de deportaciones masivas.
  • Retirada del Acuerdo de París: La salida de Estados Unidos de este acuerdo complica el acceso de América Latina a financiamiento internacional para enfrentar el cambio climático.

La guerra de Trump desde la Casa Blanca ha inaugurado una etapa de confrontación con América Latina. Las medidas adoptadas en sus primeros días de mandato tienen un impacto directo en la economía, la diplomacia y los derechos humanos en la región.

Si bien algunos gobiernos buscan el diálogo, otros responden con medidas recíprocas que podrían escalar las tensiones. En este contexto, los países latinoamericanos enfrentan el desafío de equilibrar sus intereses nacionales con una postura firme ante las políticas unilaterales de la administración Trump.