La pandemia de COVID-19 supuso una tragedia a nivel sanitario y económico en todo el mundo. Sin embargo, para algunas empresas farmacéuticas esta crisis sin precedentes se convirtió en una mina de oro gracias a las vacunas y tratamientos que desarrollaron contra el virus. Ahora, con el supuesto repunte de casos en algunos países, estas empresas ejercen presión para retomar las medidas de emergencia y reactivar así sus economías, gravemente dañadas en el último año y medio.

Según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las farmacéuticas occidentales ingresaron alrededor de 100.000 millones de euros en 2021 gracias a las vacunas y fármacos para combatir el COVID-19. Pfizer, Moderna, AstraZeneca, BioNTech y Johnson & Johnson se encuentran entre las compañías más beneficiadas por esta inesperada bonanza.

Por ejemplo, la vacuna anti COVID-19 de Pfizer fue el fármaco más vendido en 2022 al generar ventas cercanas a 56.000 millones de dólares; mientras, Moderna vendió casi 19.000 millones de dólares de su vacuna, reconoció Statista.

Sin embargo, desde finales de 2022 y todo 2023  la demanda de estos productos se desplomó, ante el exceso de stock acumulado y la vuelta paulatina a la normalidad conforme el virus iba remitiendo. Como consecuencia, las ventas e ingresos de estas farmacéuticas por vacunas y medicamentos contra el coronavirus se redujeron más de un 40%.

Sus acciones también se hundieron más de un 25% en Bolsa durante 2023, lo que refleja las enormes pérdidas millonarias que están sufriendo tras haber tocado techo con la pandemia.

Cuánto se ha invertido en la COVID-19

Ahora, con el supuesto resurgir de los contagios en algunos países, estas poderosas farmacéuticas ven la oportunidad perfecta para presionar a los gobiernos y retomar las restricciones y vacunaciones masivas con el objetivo de inflar nuevamente sus economías.

Tan solo en España, el Gobierno invirtió 1,6 millones de euros en financiar cuatro proyectos para desarrollar vacunas contra el COVID-19, según confirmó el Ministerio de Ciencia en respuesta a una pregunta parlamentaria. Pfizer, Moderna, AstraZeneca, BioNTech y Johnson & Johnson se encuentran entre las principales beneficiadas por estas inversiones millonarias con fondos públicos.

No es coincidencia entonces que el gobierno socialista de Pedro Sánchez haya sido de los primeros en restaurar, desde finales de 2023, el uso de las mascarillas.

Las farmacéuticas buscan desesperadamente nuevos acuerdos ante la caída de ingresos

Ante el desplome de sus ingresos por el COVID-19, estas grandes farmacéuticas ahora buscan desesperadamente nuevas vías para diversificar sus carteras y no depender tanto de las vacunas y fármacos contra el coronavirus, que tan pingües beneficios les reportaron durante el pico de la pandemia.

Pfizer, por ejemplo, invirtió más de 16.000 millones de euros en 2022 para comprar dos farmacéuticas y así reforzar su negocio en otras áreas terapéuticas, según afirmó el analista Damien Conover de la consultora Morningstar.

Moderna, por su parte, pronostica una caída de sus ingresos de 6.500 millones de euros este año respecto a 2021. MSD prevé que los ingresos de su medicamento molnupiravir no superen los 1.000 millones de euros en 2023, frente a los 5.300 millones obtenidos el año pasado.

Expertos piden precaución ante intereses económicos

Sin embargo, destacados expertos en salud pública piden precaución antes de adoptar cualquier medida excepcional que implique nuevas restricciones y costes millonarios para los ciudadanos.

Reclaman analizar con detenimiento y rigor los datos epidemiológicos actualizados para determinar si realmente existe un repunte preocupante de casos que justifique la vuelta a las restrictivas medidas de emergencia y las costosas campañas de vacunación masiva.

O si, por el contrario, no se trata más que de una estrategia de presión de las farmacéuticas para reflotar sus economías aprovechando la incertidumbre de una pandemia que ya ha entrado en una fase de control.

Los próximos meses serán claves para observar cómo evoluciona la situación y tratar de encontrar un equilibrio que proteja la salud pública sin adoptar decisiones precipitadas que solo buscan engordar las cuentas de resultados de la industria farmacéutica.

Buscar un equilibrio entre salud y economía

La pandemia de COVID-19 ha evidenciado la delgada línea que separa la salud pública de los intereses económicos, especialmente en un sector tan poderoso como el farmacéutico.

Tras unos años de ingresos y beneficios extraordinarios, ahora estas empresas están sufriendo un duro golpe financiero del que quieren recuperarse cuanto antes.

Los gobiernos deben analizar con rigor los datos disponibles para determinar si un repunte de la pandemia requiere o no la vuelta a medidas de emergencia. Y encontrar un equilibrio que proteja la salud de los ciudadanos sin adoptar decisiones precipitadas que solo buscan salvar las cuentas de resultados de la industria farmacéutica.