En noviembre se conmemoró el quinto aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de Colombia
Colombia, a los 5 años de los acuerdos de paz de La Habana, busca sosiego. Desmontar esta maquinaria de guerra (por la aniquilación militar y la inevitable negociación) era una de las tareas que había que afrontar, tarde o temprano.
Los resultados de este proceso no han sido satisfactorios. El presidente ha mantenido una postura ambivalente. Aunque puede presentar algunos logros, su apoyo a los acuerdos ha sido más bien tibio. Y en muchos aspectos no ha dudado en buscar la manera de desmontarlos y descarrilarlos.
Nadie creía que con el proceso de paz se iba a acabar el conflicto armado en Colombia. Pero la precaria implementación de los Acuerdos ha favorecido la recomposición de grupos armados en cerca de 300 municipios y el recrudecimiento de la violencia.
Las noticias de Colombia reportan que se asesina un líder social cada dos días y hay una masacre cada tres. 2020 se cerró con 61 masacres y 88 masacres en el 2021, con 313 víctimas en lo que va del año. Crecen las disidencias asociadas al narcotráfico y la minería ilegal. Además de las amenazas y los desplazamientos forzados; los grupos paramilitares se expanden hacia zonas que antes controlaba las Farc.
Hay un gran rechazo por la guerra y ‘el uso de las armas en la política’. Además, se han incrementado las movilizaciones democráticas que buscan transformaciones estructurales.
Los opositores de los Acuerdos han buscado siempre una ‘impunidad selectiva’ que solo comprometa a los grupos guerrilleros. Pero es un hecho que lo sucedido compromete también a sectores paramilitares, civiles y agentes del Estado. No obstante, a pesar de todos los intentos por sabotearlo, el proceso de paz sigue su rumbo inexorable.