Las protestas en Panamá han convertido a la capital y otras ciudades en campos de batalla. Miles de ciudadanos han salido a protestar contra la controvertida ley que autoriza la operación de la mina de cobre más grande de Centroamérica por parte de la empresa canadiense First Quantum Mineral.
Origen de las protestas en Panamá
Lo que comenzó el pasado viernes como una manifestación pacífica, rápidamente derivó en violentos disturbios con barricadas, neumáticos incendiados y duros enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas antimotines desplegadas por el gobierno.
El presidente Laurentino Cortizo defendió la decisión de renovar el contrato minero que data de los años 90. El mandatario aseguró que, tras arduas negociaciones, se lograron mejores condiciones para el país, incluyendo el pago anual de regalías.
Sin embargo, sindicatos, ambientalistas, grupos indígenas, estudiantes y otros sectores sociales consideran que la megaminería a cielo abierto tendrá graves consecuencias ambientales y no representa los intereses de la nación. Reclaman la derogación del contrato recientemente aprobado por el Congreso.
Caos en Panamá
Las protestas en Panamá han dejado decenas de heridos y detenidos. El caos también provocó la suspensión de las clases y del transporte público en varias ciudades. La Cámara de Comercio estima pérdidas millonarias por la paralización de actividades.
Pese a la creciente presión popular, Cortizo advirtió que no tolerará los actos vandálicos y que se judicializará a quienes alteren el orden público. Hizo un llamado a la cordura, pero las manifestaciones y bloqueos continúan en diversos puntos del país.
Expertos señalan que la crisis política no da señales de solución debido a la fuerte polarización entre quienes priorizan la reactivación económica y la generación de empleo que traería la megaminería, versus quienes temen por el impacto ambiental y exigen la protección de los recursos hídricos.
Mientras tanto, la empresa Minera Panamá inició operaciones amparada en la reciente concesión de 20 años. Si bien promete generar miles de empleos y aportar al PIB, los críticos denuncian que se beneficiará enormemente mientras deja pasivos ambientales al país.
Con el gobierno apostando por la mano dura y los opositores decididos a resistir, Panamá vive un clima de incertidumbre y creciente inestabilidad política. Muchos temen que las protestas en Panamá generen más violencia y el caos se siga extendiendo en los próximos días si las partes no logran un consenso.