El presidente de Perú, Pedro Castillo se convertirá en el segundo jefe de Estado peruano sometido a un juicio político
El presidente de Perú será sometido a juicio político corriendo el riesgo de ser destituido en medio de una crisis que amenaza la estabilidad social y económica del país.
Cuando el izquierdista Castillo asumió la presidencia el 28 de julio de 2021 sabía que tenía medio país en contra sentado en el Congreso. En las bancadas de las agrupaciones derechistas Fuerza Popular, Renovación Popular, Acción Popular, Podemos y Avanza País. Estos no le perdonarían haber alcanzado el Ejecutivo por muy estrecho margen sobre Keiko Fujimori.
Varios de estos grupos anunciaron públicamente que su estrategia sería destituir a Castillo a la primera oportunidad. Y así lo intentaron al poco tiempo de su llegada a la Presidencia, aunque en ese momento no contaron con los votos para debatir la propuesta.
Los analistas coincidieron en que era cuestión de tiempo para que la oposición encuentre el momento y los argumentos para destituir a Castillo de la Presidencia. Tal como ocurrió con Martín Vizcarra en noviembre de 2020 por una presunta «incapacidad moral».
Por otro lado, el jefe de Estado ha tenido muchas complicaciones para nombrar un gabinete desde el inicio de su gestión. Donde incluyó a representantes de otros grupos de izquierda progresista, y luego ha preferido a líderes sindicales y personajes con antecedentes judiciales. Esto ya que son motivo de mayores críticas, en los cuatro gabinetes de ministros formados hasta la fecha.
Castillo ha intentado dirigir sus acciones hacia las regiones, pero los actores de mayor peso político están en Lima porque Perú es «un país centralista. Pero aún no entiende esto», subrayó la investigadora.
Si bien, el último Consejo de ministros, encabezado por el jurista Aníbal Torres, recibió el voto de investidura. El Legislativo programó de inmediato la interpelación de dos de sus ministros más cuestionados. El de Salud y el de Justicia y ahora la misma destitución de Castillo para el día 28 de marzo.
Esta actitud revela que el Parlamento sigue un libreto similar al de sus antecesores: mantener sus puestos a toda costa. Aun dando el voto de confianza a un Ejecutivo que bombardean continuamente.