Hostinger, uno de los líderes mundiales en servicios de alojamiento web, dominios y almacenamiento en la nube, cesó sus operaciones en Cuba y otros seis países sujetos a sanciones internacionales. Esta decisión generó una ola de preocupación y críticas por parte de usuarios, expertos en derechos digitales y defensores de la libertad de expresión en internet.

El alcance del veto de Hostinger

Además de Cuba, los países afectados por el veto de Hostinger incluyen Venezuela, Irán, Corea del Norte, Rusia, Siria y Bielorrusia, así como los territorios ocupados por Rusia en Ucrania. Esta amplia lista de naciones sugiere que la empresa lituana se ha plegado por completo a una narrativa impuesta desde Estados Unidos de “sanciones internacionales”. Pero, ¿contra quién? ¿los gobiernos? Ninguno de los ministerios de Díaz-Canel, Maduro o Putin utilizan Hostinger. Por tanto, esa absurda medida limita la libertad de expresión de los ciudadanos de esos países.

En realidad, la postura de Hostinger favorece a esos gobiernos, porque así los ciudadanos tienen menos opciones de crear sitios web. La pérdida de acceso a servicios de alojamiento web puede tener consecuencias significativas para la economía digital de estos países, limitando las oportunidades de crecimiento y desarrollo en línea de los emprendedores privados.

Impacto inmediato y consecuencias a largo plazo

Los clientes con domicilio en los países afectados por el bloqueo de Hostinger se han enfrentado a una realidad digital incierta. No podrán renovar ni actualizar sus servicios existentes, ni adquirir nuevos. Esta medida afecta a una amplia gama de usuarios, desde blogueros individuales hasta empresas. ¿Qué pasará con el dinero de las personas que habían comprado planes multi anuales? Hostinger les está robando ese dinero, porque no lo devuelve. Sencillamente, forzó a que esas personas sacaran sus contenidos de su plataforma, hacia otra. Pero sin devolución de dinero.

Ahí no termina el problema. Incluso si una persona, con residencia en cualquier otro país, accede a su cuenta de Hostinger desde alguna de las naciones sancionadas, perderá al momento su cuenta. Esto podría provocar una enorme ola de reclamaciones hacia Hostinger. Por ejemplo, si un español se encuentra de visita en Isla Margarita o Varadero y entra a su hosting, para verificar cualquier tema, al momento perderá su cuenta. Existe la opción del VPN; pero, ¿y si este falla en algún momento? Los sistemas de Hostinger detectan entonces la IP “sancionada” y adiós cuenta.

¿Ética empresarial o censura digital de Hostinger?

La empresa ha justificado su decisión alegando un compromiso con «los más altos estándares éticos y legales en sus operaciones comerciales». Sin embargo, esta explicación ha sido recibida con escepticismo por muchos observadores.

La medida adoptada por Hostinger plantea serias preocupaciones sobre la libertad de expresión y el acceso a la información en los países afectados. Al retirar sus servicios, Hostinger no solo está cumpliendo con regulaciones internacionales, sino que también está limitando las posibilidades de comunicación y expresión de miles de usuarios.

El bloqueo de Hostinger, un patrón preocupante

La decisión de Hostinger no es un caso aislado. En los últimos años, hemos visto cómo otras empresas tecnológicas han tomado medidas similares en respuesta a sanciones internacionales. Este patrón plantea preguntas sobre el papel de las corporaciones en la aplicación de políticas internacionales y su impacto en los derechos digitales.

El arbitrario veto de Hostinger generó una ola de críticas en las redes sociales. Miles de usuarios expresaron su frustración y preocupación por el futuro de sus sitios web y negocios en línea. Muchos cuestionan la ética de una decisión que parece castigar a ciudadanos comunes por políticas gubernamentales.

Para los usuarios afectados, la tarea de migrar sus servicios a otros proveedores no es trivial. Implica tiempo, recursos y, en algunos casos, puede resultar en la pérdida de datos o funcionalidades. Esta situación pone de manifiesto la vulnerabilidad de los usuarios ante decisiones corporativas de esta magnitud.

Los usuarios afectados se enfrentaron al desafío de encontrar proveedores alternativos que estén dispuestos a ofrecer servicios en sus países. Sin embargo, dada la tendencia actual, existe el temor de que otras empresas puedan seguir el ejemplo de Hostinger.

Impacto en la innovación y el emprendimiento digital

La decisión de Hostinger de cesar sus operaciones en Cuba y otros países sancionados va más allá de una simple medida empresarial. Representa un golpe significativo a la libertad digital y al derecho de acceso a la información en los países afectados. Aunque la empresa argumenta actuar por razones éticas y legales, es innegable que esta medida tiene consecuencias que van mucho más allá de lo previsto.

Es momento de que la comunidad internacional reflexione sobre el impacto de las sanciones en la era digital. ¿Estamos creando un mundo donde el acceso a herramientas digitales básicas se convierte en un privilegio geopolítico? ¿Cómo podemos equilibrar las preocupaciones de seguridad nacional con los derechos digitales fundamentales?

La salida de Hostinger de estos mercados nos recuerda la frágil naturaleza de nuestra infraestructura digital global. Es un llamado de atención para usuarios, empresas y gobiernos por igual. Necesitamos un diálogo urgente sobre cómo proteger los derechos digitales en un mundo cada vez más dividido por sanciones y políticas internacionales.