La deuda, tanto externa como interna, se ha convertido en un lastre insostenible para muchos países en desarrollo y también para grandes economías como Estados Unidos. En 2022, los países en desarrollo pagaron la cifra récord de $443,500 millones en servicio de su deuda pública externa. Esto está desviando recursos de necesidades básicas como salud, educación e infraestructura.
Origen y evolución de la deuda externa
El origen de la deuda externa para muchos países en desarrollo se remonta a los años 70, cuando se contrajeron grandes préstamos aprovechando tasas de interés artificialmente bajas, sin medir las consecuencias futuras. Muchas de estas deudas fueron contraídas por gobiernos no democráticos que dilapidaron irresponsablemente el dinero.
Crisis y más endeudamiento
Posteriormente, la crisis de 1982 llevó a muchos países a endeudarse aún más para hacer frente a adeudos impagables. Los Planes de Ajuste Estructural impuestos empeoraron la situación al debilitar sus economías y capacidad de pago. Hoy en día, algunos países han devuelto varias veces sus deudas originales, pero estas continúan creciendo por los intereses acumulados.
Todo indica que a los acreedores no les conviene cancelar esas deudas, ya que mantener a los países endeudados les permite imponer condiciones políticas y económicas favorables. La deuda se ha convertido así en un mecanismo de control y sumisión, que mantiene a los países pobres atrapados en la pobreza.
Récord de deuda pública en países ricos
La deuda soberana global ha alcanzado niveles históricos de $92 billones, acelerándose tras la pandemia de COVID-19. En solo 20 años, esta deuda se ha quintuplicado mientras que el PBI mundial solo se triplicó.
Estados Unidos encabeza el ranking en términos absolutos con $32 billones. Pero la deuda más preocupante es la de países en desarrollo como China, India y Brasil, que representan casi el 30% del total global.
Sin embargo, lo más alarmante es la deuda en proporción al PBI. Japón lidera con un 236%, seguido por Grecia e Italia. Estados Unidos ocupa el cuarto lugar con 129%.
Para pagar intereses de su abultada deuda, EEUU destinará cerca de $1 billón en 2024, su principal gasto. Y su tasa de interés no para de aumentar, lo que agravará este problema.
No hay una solución clara al descontrol crediticio global. Los países no pueden recaudar más impuestos ni reducir gastos. Y si los bancos centrales emiten dinero para cubrir déficits, provocarían más inflación.
Tarde o temprano las consecuencias emergerán. Los niveles actuales de endeudamiento son insostenibles sin crecimiento económico. Se avecina una crisis de deuda global como nunca antes vista.
La deuda ecológica pendiente
Más allá de la económica, los países ricos tienen una enorme deuda ecológica con los países en desarrollo. Esta se deriva del saqueo histórico de recursos naturales y el daño ambiental causado por prácticas extractivas irresponsables.
La deuda ecológica se basa en el principio de justicia ambiental, que sostiene que todos los pueblos tienen derecho al mismo acceso a los recursos naturales. Los países desarrollados han ocupado un espacio ambiental desproporcionado del planeta para sustentar su alto nivel de consumo.
Esta deuda ecológica debería ser reconocida y compensada para avanzar hacia un sistema económico realmente sostenible. Los países ricos podrían compensar transfiriendo tecnologías limpias y financiando la conservación ambiental en el Sur Global.
Los gobiernos son los principales culpables
El insostenible endeudamiento que sufren tanto países ricos como pobres es producto de malas políticas gubernamentales, despilfarro y corrupción. Los gobiernos han actuado irresponsablemente al contraer deudas que hipotecan el futuro de sus naciones y ciudadanos.
Es hora de que los gobiernos asuman su responsabilidad histórica en esta situación. Deben implementar medidas urgentes para aliviar la carga de la deuda. Solo así se podrá avanzar hacia un sistema económico mundial más justo y sostenible.