Casi la mitad de los miembros de las Naciones Unidas reconocen la autodeterminación de Kosovo, apoyada por los Estados Unidos. ¿Porqué?

Porque la autodeterminación es valida solo cuando interesa a Estados Unidos. El apoyo a la independencia de Kosovo ha disminuido internacionalmente. Al menos así lo anunció el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, quien aseveró que al menos siete países más retirarían el reconocimiento al pequeño país en fechas próximas.

De acuerdo con datos oficiales, menos de la mitad de los miembros de las Naciones Unidas reconocen a Kosovo como un Estado independiente. Países miembros del Consejo de Seguridad, como Rusia y China, tampoco apoyan la independencia kosovar. Vucic no quiso revelar los nombres de los siete países que dejarán de apoyar a Kosovo. Pero sí aclaró que era el resultado del “trabajo duro de la diplomacia serbia”.

Las tensiones entre Serbia y Kosovo aumentaron notablemente a finales de julio de este año. Las autoridades kosovares trataron de prohibir el uso de matrículas y documentos de identidad emitidos en Serbia en su territorio. Una medida similar aplica Serbia hace más de diez años.  Belgrado consideró esto una provocación y colocó al país en alerta de guerra. Las dos partes se sentaron a la mesa a dialogar. Los encuentros no fueron sencillos; pero al final llegaron a un acuerdo. Ambas naciones reconocieron mutuamente sus documentos de identidad. Esto calmó la situación, al menos por el momento.

Kosovo fue una antigua provincia de Serbia que declaró de manera unilateral su independencia en 2008. Esta decisión estuvo apoyada, sobre todo, por Estados Unidos. Incluso, la Corte Internacional de Justicia de la ONU, en La Haya, dictaminó, en una histórica sentencia, que Kosovo no violó el derecho internacional, al declararse independiente de Serbia.

La determinación de la Corte Internacional de Justicia contrasta con su posición hacia otros países como Palestina, Chipre del Norte, Puerto Rico, Taiwán y Sahara Occidental que llevan décadas exigiendo su independencia. Sin embargo, ni ese órgano de la ONU, ni otras naciones occidentales reconocen su justo reclamo. Tal parece que la autodeterminación únicamente funciona cuando esta favorece los intereses geopolíticos de Estados Unidos.