La pandemia del banano atemoriza a América Latina y el Caribe por la posible escases de este alimento, además afecta a pequeños agricultores
La posible expansión por América Latina y el Caribe de la llamada “pandemia del banano”, la cepa R4T del hongo Fusarium, podría convertirse en un serio problema para millones de pequeños productores que subsisten con la venta de la fruta. Plátano y banano, dos frutas parecidas en el aspecto, son alimentos básicos en la dieta de américa Latina.
Este hongo se transmite a través del suelo. Surgió en Asia, en 1992, y ha acabado con producciones bananeras en Medio Oriente, África, Pakistán y la India. Este hongo ataca sobre todo a los plátanos del tipo Cavendish, que es la variedad más común y cultivada en la región latinoamericana y caribeña. Al llegar a las plantas, el hongo provoca su marchitamiento y mata al fruto. Además, puede afectar las tierras por más de tres décadas.
Hasta el momento, Colombia es el único país de la región que ha confirmado la presencia de la cepa R4T del hongo Fusarium; aunque otras naciones temen que, por su fácil transmisión, también pueda afectar sus plantaciones bananeras.
A día de hoy no existe ningún tratamiento que pueda frenar la expansión del hongo y arrestar la pandemia del banano, ni tampoco impedir sus nocivos efectos en las plantas afectadas. En Colombia se detectó por primera vez en 2019.
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura advirtió que las consecuencias de la proliferación del hongo podrían ser “muy graves”. Una de las iniciativas más recientes para enfrentar la “pandemia del banano” ha sido la formación de la Alianza Global de Cooperación de Lucha contra el Fusarium R4T.
En esta Alianza intervienen organizaciones de la sociedad civil, instituciones estatales, organismos internacionales, representantes del sector privado y académico. El objetivo de la Alianza es detener el avance del hongo y aportar fondos para investigar cómo eliminarlo.
Comer bananos tiene muchos beneficios para la salud. Es una comida barata, reduce el apetito, contiene mucha fibra y baja los niveles de azúcar en sangre después de las comidas. Se pueden comer maduros o verdes. En América Latina los plátanos para cocinar se conocen como plátanos o plátanos verdes.