El aroma a Donald Trump en la Casa Presidencial de Costa Rica es difícil de disimular, pues Rodrigo Chaves le sigue la onda y los pasos

Desde que el presidente Rodrigo Chaves llegó al poder, su carácter y estilo de gobernar han sido comparados con el del expresidente de Estados Unidos.

Quizá la similitud más evidente es el enfrentamiento público de Chaves con la prensa costarricense. Sobre todo, con los medios que lo expusieron durante la campaña presidencial. Esto al revelar las acusaciones por hostigamiento sexual que Chaves enfrentó, mientras trabajaba en el Banco Mundial, que le costaron ser rebajado de su puesto gerencial. Además de un congelamiento del salario por tres años.

Antes de ganar la elección Chaves ya anunciaba que destruiría a dos de los principales medios del país: Canal 7 y el diario La Nación. En Costa Rica se dice que de las palabras a los hechos hay mucho trecho, pero ese no parece ser el caso de Chaves.

Apenas un mes después de asumir la presidencia, su administración ordenó el cierre del Parque Viva. Este es un centro de eventos del Grupo Nación que le aporta ingresos importantes a la empresa periodística. Periodistas costarricenses ven en esta actitud un intento del presidente de saldar cuentas con los medios que mostraron sus fallos a la ciudadanía.

Costa Rica es una de las democracias más sólidas de América Latina y uno de los 10 países con mayor libertad de prensa en el mundo.

La prensa no es la única piedra que incomoda a Chaves. Una de sus primeras acciones como presidente fue firmar un decreto para eliminar la obligatoriedad de las vacunas contra el COVID-19. Caso contrario a las recomendaciones médicas, aunque luego se demostró que no tenía facultad para hacerlo.

La popularidad del presidente dependerá de lo que realmente pueda hacer para cumplir sus promesas. Su partido apenas alcanzó 10 escaños en el Congreso y, quiera o no, allí es donde se tramita cualquier cambio estructural. Por lo que está a merced de lo que pueda negociar con la mayoría opositora.

El costo de la vida y la economía son la mayor preocupación de la gente. Y, pese a una campaña política polarizadora, la ciudadanía sigue apoyando contundentemente el sistema democrático que sostiene al país.